Juan Montalvo |
"Indios" |
No escribiría yo
en conciencia, si me pusiese a sincerar a los hispano-americanos del modo como todavía
tratan a los indios. Los indios son libertos de la ley, pero ¿cómo lo he de negar?, son
esclavos del abuso y la costumbre. El indio, como su burro, es cosa mostrenca, pertenece
al primer ocupante. Me parece que lo he dicho otra vez. El soldado le coge, para hacerle
barrer el cuartel y arrear las inmundicias: el alcalde le coge, para mandarle con carta a
veinte leguas: el cura le coge, para que cargue las andas de los santos en las
procesiones: la criada del cura le coge, para que vaya por agua al río; y todo de balde,
si no es tal cual pato que le dan, para que se acuerde y vuelva por otra. Y el indio
vuelve, porque esta es su condición, que cuando le dan látigo, temblando en el suelo, se
levanta agradeciendo a su verdugo: "Diu su lu pagui, amu", dice: "Dios se
lo pague, amo", a tiempo que se está atacando el calzoncillo. ¡Inocente, infeliz
criatura! Si mi pluma tuviese don de lágrimas, yo escribiría un libro titulado "El
Indio", y haría llorar al mundo. No, nosotros no hemos hecho este ser humillado,
estropeado moralmente, abandonado de Dios y la suerte; los españoles nos lo dejaron hecho
y derecho, como es y como será por los siglos de los siglos. E1 zar de Rusia ha abolido
la servitud, "le servage"; pero, ¿cuándo saldrán de entre esos siervos
libertados un Pouchkine, un Gortschakoff, un Turgueneff, un Tolstoy? Las razas oprimidas y
envilecidas durante trescientos años, necesitan ochocientos para volver en sí y
reconocer su derecho de igualdad ante Dios y la justicia. La libertad moral es la
verdadera, la fecunda. Decirle a un negro: "Eres libre", y seguir vendiéndolo;
decirle a un indio: "Eres libre", y seguir oprimiéndolo, es burlarse del cielo
y de la tierra. Para esta infame tiranía todos se unen; y los blancos no tienen
vergüenza de colaborar con los mulatos y los cholos en una misma obra de perversidad y
barbarie. (El Espectador, París, 1887) |