Pablo González Casanova

 

El humanismo democrático de
Pablo González Casanova

 

Alberto Saladino García

Trayectoria

Pablo González Casanova nació el 11 de febrero de 1922 en la ciudad de Toluca. Su pertenencia a una de las familias de hacendados, ilustrada, le permitió contar con una esmerada educación pues como complemento a ella, en su niñez recibió instrucción particular de inglés, francés y esgrima. Cursó estudios de abogado en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), cursó la maestría en historia impartida tanto por la Escuela Nacional de Antropología e Historia como por El Colegio de México y obtuvo el grado de doctor en sociología en la Universidad de París en 1950. Fue becario, profesor e investigador de El Colegio de México en los años cuarenta y a su regreso de París, en la década de los años cincuenta, se incorporó a la UNAM, primero como docente en la Escuela Nacional Preparatoria a partir de 1951 y al año siguiente a la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, donde adquirió la categoría de profesor titular en 1964. Su labor docente la ha combinado con su productiva actividad de investigación desde 1948. En 1965 publicó el libro La democracia en México, que llegaría a convertirse en un verdadero clásico y marcaría el rumbo de sus preocupaciones intelectuales. Representa un caso singular del pensamiento de izquierda en nuestro país: vocación académica de profundo compromiso social ha sustentado que se le caracterice como un mexicano constructor y formador de ciudadanos [Granados Chapa, 1984: 3]. Tal interpretación adquiere mayor comprensión si se repasan sus roles como funcionario académico. En 1957 se le designó director de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, en 1959 fungió como presidente del Comité Directivo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en Santiago de Chile, en 1966 se le nombró director del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en 1968 fungió como presidente de la Asociación de Latinoamericana de Sociología, en 1970 fue electo rector de la UNAM, período que sólo cubrió poco más de dos años debido a actos de provocación externos a su gestión, en 1986 fundó y dirigió por ocho años el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.

Por esa amplia labor teórica y universitaria ha recibido diversos reconocimientos, entre los que destacan los siguientes: miembro del Centro Latinoamericano de Investigaciones Sociales con sede en Río de Janeiro (1959), profesor visitante de las Universidades de Oxford (1975), director de investigación visitante de la Escuela Nacional de Ciencias Políticas de París (1975), profesor de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (1976), profesor titular de la Universidad de Cambridge, coordinador del proyecto “Las perspectivas de América Latina” auspiciado por la UNAM y la Universidad de las Naciones Unidas (1982). Además ha sido reconocido con el grado de Doctor honoris causa por las Universidades Autónoma del Estado de México (1987), Autónoma de Puebla (1996), Computense de Madrid (2001), etc., recibió el premio nacional de Ciencias y Artes en el área de Filosofía, Ciencias Sociales e Historia del gobierno mexicano, el premio José Martí por la UNESCO (2003) y la Orden José Martí en Primer Grado, máxima condecoración del gobierno de Cuba (2004).

Fuentes de su humanismo

Siendo Pablo González Casanova un pensador declaradamente antimetafísico resulta poco fructífero adentrarse en la investigación sobre la esencia o naturaleza del ser humano en su obra, más bien en ella sólo se aprecian rasgos, actitudes y valores con base en los cuales sí es posible sistematizar los rasgos de su humanismo, cuyo eje articulador lo constituye su pretensión de justicia e igualdad universal. Tal concepción es producto de la conjugación de su formación intelectual, entre los que destaca la influencia de los más connotados intelectuales de la primera mitad del siglo XX mexicano y español, la sensibilidad social enmarcada en la atmósfera de los llamados gobiernos revolucionarios, particularmente el de Lázaro Cárdenas del Río, la influencia familiar y la metodología con la que ha procedido para explicar y comprender la realidad social, razón de ser del ejercicio de su pensamiento.

Para mostrar su gran sensibilidad humana acudo a sus propias palabras pronunciadas en 2001 en la Universidad Complutense de Madrid, que en México aparecieron publicadas con el título “Los sentimientos intelectuales”, donde sustancia las fuentes de su vocación:

... mis profesores que salieron precisamente de esta universidad y que influyeron tanto en la formación de mis sentimientos intelectuales y de mi oficio. Uno fue don José Gaos, ex rector de la Universidad Central, que entonces así se llamaba esta casa de estudios, otro don José Miranda, secretario general de la misma. Ellos me enseñaron filosofía e historia y me aconsejaron y dirigieron en mi tesis de maestría. Con ellos tuve otros profesores españoles, como don Agustín Millares Carlo, de latín; Conchita Muedra, de paleografía; José Medina Echavarría, de sociología; Manuel Pedroso, de ciencia política; Ramón Iglesia, de historiografía; Rafael Sánchez Ventura, de historia del arte. Todos ellos habían venido de España a la caída de la República y con nuestro gran Alfonso Reyes y otros mexicanos entusiastas organizaron primero La Casa de España en México y luego El Colegio de México, donde yo estudié y donde fueron también mis profesores Silvio Zavala, historiador, Pablo Martínez del Río, prehistoriador, entre otros de mi propio país y que eran lo mejor de lo mejor de aquel entonces y de ahora. Pero en la formación de mis sentimientos intelectuales influyeron más los profesores españoles y, extra cátedra, don Alfonso Reyes, quien durante varios años me invitó a comer con él y con doña Manuelita, su esposa, un sábado sí y otro no, o varios sábados seguidos [González Casanova, 2001: 18].

Respecto de las viviencias familiares que también lo marcaron señala, en particular la omnipresencia de su padre:

En la formación de mis sentimientos intelectuales también influyeron mi padre por lo que se refiere a los indios de México y a una visión del mundo muy abierta, un poco filológica, clásica y romántica...

No sólo era mi padre especialista en lenguas indígenas, y uno de los más connotados de su tiempo, sino universitario de cuerpo y alma, y en ambos terrenos me dejó sentimientos muy fuertes de identidad emocional e intelectual. Supe por él mirar, pensar y querer a los indios de México, muchos de los cuales tenían nombre y apellido, influencias en su infancia y en la mía, y a los que debíamos literalmente la vida por haber sido un indio zapatista quien salvó a mi padre de ser fusilado al identificarlo con quien realmente era, y con una familia –según declaró- amiga de los zapatistas de entonces [González Casanova, 2001: 18].

Él mismo nos ha comentado que su familia había decidido enviar a su padre a Alemania para perfeccionar sus conocimientos químicos que serían aprovechados en la industrialización de la producción ganadera de su hacienda, y en su travesía a Veracruz fue hecho prisionero pues lo confundieron con el guerrillero Pablo González, pero como los testigos evidenciaron el equívoco, salvó la vida y posibilitó la existencia del intelectual que nos ocupa.

Rasgos del humanismo

De modo que así quedó sellada tanto su formación teórica como sus preocupaciones sociales, a partir de ello ha realizado un diagnóstico riguroso tanto de la situación actual como de las perspectivas de la humanidad, de ahí que en su amplia obra puedan localizarse elementos para sistematizar su humanismo que podemos calificar de alternativo o democrático, algunos de cuyos rasgos constitutivos son:

1. Crisis del humanismo de la modernidad. La interpretación que hace de la realidad la respalda en el reconocimiento sobre la poca efectividad de los modelos explicativos no sólo para dar cuenta de ella, sino para orientar sus derroteros. Esa crisis de paradigmas tan actuales, por ejemplo arrojó a una situación verdaderamente dramática en los países del socialismo real porque, supuestamente, representaba la posibilidad de superar las graves problemáticas sociales engendradas por el capitalismo realmente existente, toda vez que el

... hombre se queda sin qué decir, sin qué hablar y pensar y hacer, esta gran crisis al mismo tiempo ha provocado una conmoción muy fuerte en los planteamientos sobre el sentido de la historia y del humanismo. Ha removido completamente los planteamientos sobre el proyecto humanista que surgió en el Renacimiento y que, en cierta forma, es heredero de proyectos humanistas anteriores, algunos formulados en términos religiosos, que vienen del cristianismo, y otros formulados en términos filosóficos que vienen del racionalismo griego. En el siglo XX el humanismo ha visto cómo proyecto surgidos a lo largo de la Edad Moderna se han ido al despeñadero. Y no sólo los religiosos o los filosóficos, sino los que se han formulado en nombre de la ciencia y con el recurso de la ciencia, los de la socialdemocracia, los del socialismo marxista-leninista, los del nacionalismo del Tercer Mundo [González Casanova, 1992: 18].

Así para Pablo González Casanova resulta una necesidad imperiosa, a estas alturas, reformular los paradigmas de las ciencias sociales para dar cuenta de los cambios de la realidad y así contribuir a encauzar los derroteros de la humanidad.

2. Formulación de la democracia incluyente. La característica que mejor define el aporte de su obra intelectual, como casi todos sus estudiosos reconocen, lo constituye su explicación sobre la democracia; en México y América Latina fue el primer sociólogo que respaldó con metodologías diversas una nueva forma de revisar este fenómeno, y con base en el conocimiento de los hechos mismos teorizarla. De modo que por la revisión histórica y sociológica estableció que:

El problema es que todas las democracias han sido excluyentes y que la falta de una democracia incluyente explica el fracaso de cada uno y de todos los proyectos humanistas. Parece así que la democracia incluyente no sólo es una utopía sino un camino para que se cumplan las utopías que no se cumplieron, y que en la Edad Moderna están bellamente expresadas por “libertad, igualdad, fraternidad” [González Casanova, 1998: 4].

Mientras se siga reservando la interpretación y práctica de la democracia como una cuestión formal y sólo asunto electoral, seguirá siendo excluyente. En cambio para él la democracia tiene que ser total, esto es incluyente por cuanto ha de abarcar todos los aspectos de la vida social, y universal por sus alcances, su praxis implica la participación de todos los seres humanos y no sólo de quienes deciden.

Entonces sus planteamientos humanistas, amparados en la concepción de la democracia incluyente, los esboza más claramente en los términos siguientes:

En todo caso al plantearse la Democracia Universal no excluyente como un problema central de las ciencias sociales, se tiene que ir más allá del análisis sobre las tendencias de las Ciencias Sociales y sobre sus legados. Se requiere analizar la construcción del concepto de democracia universal no excluyente a un nivel de complejidad y articulación superior al de las teorías y experiencias anteriores. Los valores de libertad y de justicia social, de tolerancia y de solidaridad o fraternidad habrán de precisarse como parte de un proyecto universal de democracia de todos con mediaciones a fomentar y a crear desde la sociedad civil [González Casanova, 1998: 12].

Como puede constatarse, la construcción epistemológica del concepto democracia incluyente lo vinculado con su práctica misma, formulando que debe darse desde la propia sociedad civil para quitarle el monopolio a la sociedad política.

3. La justicia como meta. Para Pablo González Casanova la democracia incluyente tiene que ser llenada de contenido, por eso la relaciona con la necesidad de usarla como instrumento para resolver la aguda problemática social o no tendrá razón de ser. Por ende le imprime a su propuesta humanista un valor justiciero. De esa actitud da cuenta su compromiso por elaborar y discutir propuestas alternativas de carácter societario, pero también aprovechando las posiciones académicas desempeñadas.

Por ejemplo, siendo rector de la UNAM explayó el planteamiento del tipo siguiente: “...estamos convencidos de que el problema principal que afronta la Nación y la Universidad es un problema de justicia social y no sólo de justicia individual” [González Casanova, 1983: 154]. En abono a esta posición hay que decir que ha sido el principal impulsor de la Universidad de masas en México, con lo que incluso toma sentido y contenido su propuesta de democracia incluyente.

Su actitud de justicia social enraizó en él como resultado del conocimiento de la realidad nacional sistematizada en la Democracia en México donde un cúmulo de datos estadísticos prueban la pobreza, el analfabetismo, los problemas de salud, la inequidad, la mala distribución de la riqueza, la marginación, que incluso lo llevó a resemantizar el concepto colonialismo interno [González Casanova, 1965: 103-108], con el que resume su preocupación por la infamia y discriminación que viven los pueblos vernáculos.

4. La solidaridad como norma de conducta. En su perspectiva humanista destaca su apoyo a los explotados, a los trabajadores y, particularmente, a los indígenas. Lo ha hecho mediante la más variada producción intelectual y desde su posición como alto funcionario universitario. Cuando tomó protesta de la más alta responsabilidad de la UNAM, por cierto en un momento de convulsión que vivía tal institución, clamó por solidaridad: “En esta tarea de orientación de la juventud los profesores universitarios que trabajamos en la universidad no podemos estar solos, necesitamos el concurso de todos los mexicanos... deben contribuir a que la juventud crea en la razón y el derecho” [González Casanova: 1983: 43].

En consecuencia, tal conducta la concibe como una expresión recíproca, desde la cual plantea, como parte de su perspectiva humanista, su propuesta societaria al suscribir: “Creemos que es posible hacer un mundo mejor para nuestros hijos con menos dolor, y por ello hemos asumido permanentemente nuestra responsabilidad intelectual y moral. Y estamos seguros de lograrlo” [González Casanova, 1983: 44].

5. Rescate de la importancia de la vida comunitaria. Para Pablo González Casanova la vida comunitaria expresa uno de los fundamentos más importantes de la vida social como de la vida universitaria. De esta manera se comprende la explicación y atención que otorga al estilo de vida de los grupos étnicos por su carácter comunitario, de convivencia pacífica respaldada en la práctica de valores de profunda raigambre moral, lo cual le otorga legitimidad a la conducta de sus autoridades al expresar el consenso de sus representados o por el respeto a las personas.

Como mexicano constructor, ha erigido al comunitarismo en valor básico de su humanismo, fomentándolo desde las responsabilidades académicas que ha ejercido. Así lo esclareció en 1970:

En una casa de estudios, todos tenemos la responsabilidad de que nuestra casa sea casa y nuestros estudios alcancen el máximo rigor y las metas morales. Por ello la Universidad tiene que ser una comunidad en que profesores y estudiantes convivan y dialoguen permanente y profundamente sobre su especialidad profesional y sobre su especialidad humana [González Casanova, 1983: 40].

De este modo puede demostrarse que ha sido un pensador comprometido con la reconstrucción de valores sociales mediante la recuperación de costumbres y estilos de conducta al refuncionalizarlos para garantizar formas de convivencia imbuidas de nuestra propia realidad.

6. Práctica del pluralismo como reconocimiento de las diferencias. Para Pablo González Casanova, la riqueza del ser humano está en las variadas manifestaciones de comportamientos y formas de pensar de cada individuo como de cada grupo social. En consecuencia, se pronuncia por su reconocimiento y cultivo, como elocuentemente lo propuso en su discurso de toma de posesión como rector de la UNAM el 6 de mayo de 1970:

Y aquí en la Universidad, queremos que los estudiantes sepan que en esta casa se puede disentir, porque ni por edades ni, sobre todo por ideologías, el hombre de hoy puede siempre asentir, pero queremos enseñarles a disentir no por la violencia, sino por la razón, no por las discusiones erráticas, sino por las discusiones sistemáticas, lógicas, serias, profundas en que todos y cada uno de los participantes realicen un análisis y mejoren su capacidad de análisis no sólo en los libros sino en el país, ni sólo en el país sino en los libros y los laboratorios, para coincidir en un esfuerzo colectivo, en que todos y cada uno de los universitarios tendremos una gran responsabilidad, contribuir a que México sea un país más culto y más justo [González Casanova, 1983: 44-45].

Como puede observarse, la diferencia la respalda en el plano racional y busca fomentarla mediante una educación analítica, crítica y rigurosa, practicándola como reconocimiento al pluralismo en todos los niveles de la vida pública, como del respeto al amplio universo ideológico, estimulándolo con el apoyo a la creación de redes y el fortalecimiento de las más diversas expresiones de la sociedad civil [González Casanova, 1992: 24 y González Casanova, 1998: 12].

7. De carácter libertario. Para Pablo González Casanova, la ilustración de las personas es requisito indispensable para enfrentar todo tipo de enajenación. Para demostrarlo resulta elocuente acudir al documento “Algunos prejuicios sobre la educación superior” dado a la luz pública en 1976 donde fundamenta los principios de la educación universitaria de carácter universal, esto es de masas. Los siete prejuicios que identifica son: 1° La educación superior debe ser para una élite y no para las masas; 2º La educación superior disminuye la calidad conforme se imparte a un mayor número de gente; 3er. Sólo una proporción mínima es apta para la educación superior (digamos el .01 o el 1%, etc); 4° Para la educación superior se debe seleccionar a los más aptos; 5° No se debe proporcionar educación superior más allá de las posibilidades de empleo; 6° El estado ya está gastando demasiado en educación superior. La educación superior no debe ser gratuita o semi-gratuita. La deben pagar los padres de los estudiantes y a los pobres “aptos” se les darán becas, y; 7° No se debe querer que todos sean profesionistas. Sería horrible un mundo en el que no hubiera obreros [González Casanova, 1983: 76-82].

De modo que para él la educación universal es la garantía para que las personas accedan a la práctica real de la libertad, pues con el dominio y creación de saberes es posible forjar un nuevo mundo, el de los conocedores con lo cual se minimizará o enfrentará todo tipo de enajenación.

Esos rasgos son los que sustancian el humanismo democrático de Pablo González Casanova, ciertamente con visos de utopía, pero de horizonte indeclinable, para lo cual convoca, desde su perspectiva optimista, trabajar nuevos problemas teóricos.

Postura gnoseológica

Las preocupaciones epistemológicas de Pablo González Casanova tienen como cometido contribuir al desarrollo de las ciencias sociales mediante la construcción de conceptos con los cuales explicar de manera rigurosa, metódica y convincente, los más diversos fenómenos de la realidad. Para el efecto ha recurrido a diferentes enfoques metodológicos que abarcan tanto interpretaciones históricas, uso del marxismo como procedimientos estadísticos y empíricos. Así lo reconoce al comentar que a su regreso a México, luego de doctorarse en Francia, “... me di cuenta de que mi preparación había sido deficiente y traté de dedicar algún tiempo al estudio de los métodos modernos sobre trabajo de campo y análisis estadístico” [ Kahl, 1986: 135].

Esa obsesión por vincular distintos enfoques metodológicos pone de relieve su postura optimista sobre la construcción y avance del conocimiento. Al respecto expresa loas al florecimiento actual de la ciencia pues hay:

... una gran transformación de la ciencia que está ocurriendo más o menos desde 1950 a la actualidad y que ha hecho eclosión recientemente. Es una maravilla lo que está ocurriendo en ese terreno, en el terreno de los cambios científicos de nuestro tiempo. Son tan fuertes que muchos autores dicen que, desde Newton, no se habían dado cambios tan fuertes. Newton acabó con toda una forma de ver el mundo, que venía desde Aristóteles, en que todo se explicaba con base en sustancias, y Newton empezó a descubrir las leyes de la física, y encabezó un gran movimiento que arrancaba de una gran cantidad de científicos, particularmente del campo de la física, como Kepler y Galileo; o de las matemáticas como Leibnitz. Ese movimiento dio una formación nueva a las ciencias de la materia, forjó un paradigma muy influyente y a contrapelo en las ciencias de la vida, y que las ciencias sociales trataron de adoptar durante todo el siglo XIX [González Casanova, 1992: 22].

Si bien el hombre crea conocimiento para dar cuenta del mundo, también lo hace para impulsar su transformación: “... muchos son los científicos que desde la física, desde la química, desde la biología, desde la sociología, la economía, la filosofía, el análisis de sistemas, nos están insistiendo en que el hombre tiene posibilidades de alcanzar un mundo mejor” [González Casanova, 1992: 24]. Y naturalmente esa visión positiva del conocimiento es la que sustenta su perspectiva de que la ciencia, mas que otro tipo de conocimiento, es la que conforma la conciencia.

Realización, posibilidades y límites del hombre

Para Pablo González Casanova el hombre es el responsable de sí mismo, el único capaz de marcar sus derroteros y fronteras en un progreso de incesante interpelación desde la sociedad civil con la naturaleza, el Estado, y las instancias religiosas.

Concibe a la naturaleza como objeto de conocimiento, fuente de satisfactores y espacio de la transformación social al señalar que: “La Universidad tiene como objetivo el conocimiento de la naturaleza y del hombre, dentro de los principios de la libertad de cátedra, de investigación y de expresión, y también tiene como finalidad contribuir a la transformación del mundo y la sociedad, logrando que el conocimiento sea cada vez más riguroso” [González Casanova, 1983: 179-180].

En cuanto a su concepción del Estado destaca el reconocimiento que le hace de instancia responsable del ejercicio del poder, detallando sus componentes y facultades; como garante del desarrollo de las sociedades y de sus integrantes, y explicita la existencia de distintos tipos históricamente como en la época contemporánea.

A partir de la visión crítica con que procede en sus análisis, señala como intermitente las crisis de tal institución, causa de su transformación y reforma toda vez que sus distintas expresiones históricas han quedado limitadas para atender las exigencias y expectativas de los integrantes de la sociedad. Identifica esta situación en los términos siguientes: “... a la crisis del Estado asistencialista, del Estado populista y del Estado del socialismo real, se añade, cada vez más, una crisis que se está acentuando a nivel global, y que es la crisis del propio Estado neoliberal hoy triunfante” [González Casanova, 1992: 20].

Las sucesiones de los tipos de Estado las explica como resultado de la participación de la sociedad civil de modo que promueve su intervención para propugnar un régimen que satisfaga las exigencias y necesidades de la mayoría de la población, de ahí que sugiera:

Tenemos que encontrar modos de aumentar la participación de grupos tales como las clases medias, los instruidos, no es fácil, pero es posible. Nuestra tarea central será aumentar la democracia interna en la Universidad, en los sindicatos, etcétera. No soy el único que se preocupa por este problema, muchos están buscando métodos aplicables. Una solución sugerida sería hacer labor en el nivel municipal o local, y otra sería el método clásico de aumentar el poder de partidos políticos que sirvan de críticos, de opositores al gobierno [Kahl, 1986: 200].

Una exposición sucinta al respecto se encuentra en su libro la Democracia en México, cuyos planteamientos los ha venido actualizando no sólo para respaldar la práctica de la democracia incluyente, sino para enfrentar el libre mercado fomentando la construcción de alternativas, de un Estado sustentado -como producto y posibilidad- a partir de la auto-regulación, auto-reparación, la autonomía y la autogestión.

Por lo que se refiere a las instancias religiosas radiografía el poder del clero católico al considerarlo uno de los factores del poder que mejor se ha adecuado a las cambiantes condiciones históricas mexicanas: “De todos los factores tradicionales de poder puede decirse que la iglesia es el único que ha sobrevivido a las grandes transformaciones sociales del México contemporáneo y que incluso ha recuperado e incrementado parcialmente su fuerza” [González Casanova, 1965: 55]. Claro que aprecia al clero católico como una fuerza innegable, pero reconoce las expresiones de compromiso por los pobres en algunos de sus líderes. De modo que esta situación es la que justifica su compromiso de coadyuvar a la solución del levantamiento armado de Chiapas en 1994, colaborando activamente con el obispo Samuel Ruiz García.

Para explicar este compromiso pacifista hay que señalar la atención especial y creciente que le ha otorgado a la problemática de los indios de México, que me ha llevado a sustentar que es el principal impulsor de lo que puede identificarse como indigenismo descolonizador. Para explicarlo, debo recordar la adecuación que hace de la categoría de colonialismo interno con base en el cual clarifica: “El problema indígena es esencialmente un problema de colonialismo interno. Las comunidades indígenas son nuestras colonias internas. La comunidad indígena es una colonia en el interior de los límites nacionales. La comunidad indígena tiene las características de la sociedad colonizada” [González Casanova, 1965: 104]. Pero además enlista los rasgos de la condición de expoliación en que se encuentran las comunidades indígenas: discriminación racial y lingüística, explotación colonial, dependencia social, intercambios económicos desfavorables, despojos de tierras y otros recursos naturales, marginación educativa, analfabetismo, manipulación política, etc.

Incluso es uno de los intelectuales mexicanos que más se ha preocupado por explicar no sólo la causa de la problemática étnica, sino en recoger sus propuestas y propalarlas, al suscribir, en relación con las proclamas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional: “La filosofía de los zapatistas es una de las expresiones más elevadas del ser humano. Manifiesta confluencia de la cultura maya, de la española y de la universal, de la moderna y de la posmoderna” [González Casanova, 2001: 18-19].

Significado de los valores

En ninguna parte de la obra de Pablo González Casanova hay conceptuación alguna sobre los valores, pero las referencias a los aspectos virtuosos de la convivencia humana son constantes, tanto implícita como explícitamente. Por la perspectiva marxista subyacente en sus análisis y propuestas, se exhibe una posición objetivista, corroborable en sus múltiples planteamientos sobre la Universidad y en las referencias a las formas de vida de los indígenas.

Por ejemplo, en sus planteamientos para sustentar la necesidad de actualizar el gobierno de la UNAM reconvino a los directivos a:

... precisar y proponer un programa mínimo para cambiar, incrementar y mejorar las organizaciones ejecutivas y representativas... de la Universidad en su conjunto, expresando con nuestras palabras y conducta, la decisión irreversible de no usar nunca procedimientos contrarios a la ética universitaria, comprometiéndose a terminar de una vez por todas con el antiguo sistema de autoridad personal, que se encuentra en crisis, para convertirlo... en un nuevo sistema de autoridad institucional en que la comunidad fije... las reglas de conducta, y haga de ellas normas de acción que eliminen el arbitrio personal de cualquier miembro de la comunidad universitaria [González Casanova, 1983: 183].

De modo que amparado en la ética, promueve cambios de las leyes con base en las propias leyes.

La valentía con la que ha actuado y argumentado, es la prueba palpable de la praxis de valores como la congruencia, honestidad, solidaridad, tolerancia, mismos que le han otorgado la autoridad moral que se le reconoce.

Propuestas ideológico-políticas

Los planteos ideológico-políticos de Pablo González Casanova están fundamentados en sus posiciones democráticas, nacionalistas y revolucionarias, que parten de la radiografía del país efectuada en su libro La democracia en México toda vez que constituye el programa autoimpuesto y que ha enmarcado sus compromisos.

Al reconocer que las ideologías expresan intereses de clase, piensa que aleja a la política de una fundamentación científica [González Casanova, 1965: 183], por lo cual respalda sus propuestas en los resultados de las pesquisas al suscribir:

... nunca hasta ahora se ha pensado con profundidad y con seriedad en una democracia universal, planetaria y no excluyente, menos aún en su posible estructuración, difusión y consolidación. Hacerlo va más allá del legado y la perspectiva de las ciencias sociales hacia la construcción y creación, en la teoría y la realidad, de un nuevo paradigma histórico de democracia universal no excluyente, con connotaciones morales y prácticas, con reestructuraciones de los intereses particulares y de los intereses generales; con mediaciones e interacciones propios de un sistema de sistemas o red de redes autodirigidos y autocreadores, que se comuniquen desde varias civilizaciones y con ellas [González Casanova, 1998: 10-11].

En consecuencia, la pretensión de concretarla lo orilla a sistematizarla en su propuesta política, impulsada dentro del sistema político, desde una clara posición de izquierda; de suerte que la necesaria democratización de las instituciones políticas y económicas del país ha de estimular la más amplia participación de la sociedad civil y su propio fortalecimiento para suplantar el capitalismo por el socialismo.

De ahí que resulten explicables sus compromisos y pronunciamientos por la unidad de acción de los sectores y partidos progresistas. Así en los años ochenta, década decisiva para otorgarle nuevo perfil a la izquierda mexicana, sostuvo: “La izquierda, con su distinta política de alianzas –la que incluye y la que no incluye al gobierno- no podrá dejar de asumir la responsabilidad de la defensa de la nación a corto y largo plazo, ni podrá salir de la alternativa nacionalista y democrática en el camino a una democracia revolucionaria y al objetivo esencial de una sociedad de trabajadores socialista” [González Casanova, 1981: 15].

Su compromiso a favor de los sectores mayoritarios de la población y de sus representantes pone de relieve la actitud positiva que tiene del progreso social, conciencia que le ha dado la ciencia cuyo cometido es estimularlo toda vez que la verificación de sus resultados lo encarna la práctica. El progreso social naturalmente es producto del proceso de democratización en todos los ámbitos de la vida, al consignar que “... la democracia se mide por la participación del pueblo en el ingreso, la cultura y el poder, y todo lo demás es folklore democrático o retórica” [González Casanova, 1965: 224].

Por ende, para él el modo de producción capitalista representa la causa principal de la postración social de la mayoría de los mexicanos, latinoamericanos y habitantes del tercer mundo, y causa de la depredación de los recursos naturales que le es inherente por la sobreexplotación que hace de ellos para obtener mayores ganancias económicas. Si bien puntualiza que en sus orígenes el capitalismo tuvo un dinamismo indiscutible para promover el progreso de la humanidad, sus límites en la época actual lo están llevando al colapso, explicable porque:

La historia de la producción de relaciones sociales (económicas-de poder-culturales-políticas) se acentúa con el neocapitalismo y con el neocolonialismo: nacen y se desarrollan el capital monopólico, las transnacionales; el imperialismo, los centros-periferias internacionales e internos; las mediaciones y negociaciones políticas, ideológicas, económicas, que combinadas con la violencia son socialmente estratificadas y localizadas, en formas desiguales, relativamente funcionales para las clases dominantes [González Casanova, 1979: 17].

Pero que a la larga todos sus mecanismos le resultan insuficientes para detener la marcha de la historia y, de manera específica, los cambios promovidos por los sectores progresistas. De manera que el sistema de producción capitalista tiene como límites históricos la imposibilidad de concretar los más altos valores de la modernidad: la igualdad, la libertad, la fraternidad, que buscarán ser promovidos sólo con la instauración de otro sistema social, el socialismo.

Sobre el caso concreto de México visualiza al socialismo como la única solución posible a la grave problemática existente, cuyo tránsito podrá ser pacífico o no según las condiciones imperantes [González Casanova, 1965: 204-205].

Naturalmente hace una lectura crítica del socialismo al identificar tres tipos: el socialismo utópico, el socialismo científico y el socialismo burocrático. El primero simplemente lo reconoce como fuente del segundo, en cambio éste lo asume como fuente y guía de su propuesta societaria, y el tercero, que también identifica como socialismo real, lo cuestiona por haber distorsionado los nobles fines sistematizados por Carlos Marx y Federico Engels, sustentando:

El proceso de los comunistas en el poder llevó a unas cuantas décadas a la desarticulación y reconstrucción de desigualdades entre los cuadros y las bases y entre los distintos pueblos de la URSS y del bloque soviético. Algo muy semejante ocurrió y ocurre en China y Vietnam. Solamente en Cuba se mantuvo la vinculación de cuadros y bases, primero por una moral política que viene de grandes corrientes a las que Martí representó, y después por una reestructuración de la lucha “comunista” en torno a la emancipación nacional con bases populares [González Casanova, 1998: 9].

Para Pablo González Casanova esa situación lo lleva a replantear la indispensable renovación de los marcos conceptuales para explicar rigurosamente la realidad y a partir de esos conocimientos amparar propuestas y estrategias que mejor respondan a las expectativas sociales. Así, por ejemplo, se pronuncia por transiciones pacíficas, pues si bien reconoce la existencia de guerras de opresión como de liberación, piensa que los sacrificios de las acciones bélicas deben ser sustituidos por la organización y participación democrática. En consecuencia es un pacifista.

 Más aún se pronuncia contra todo tipo de violencia, pues ha respaldado, como parte de sus principios de acción, explicable porque la padeció como autoridad universitaria, “... la no violencia como absoluta necesidad para la solución de contiendas académicas. Todo acto violento de un lado provoca una respuesta violenta del otro” [Kahl, 1986: 139].

Ideas sobre la modernización

Entre las principales preocupaciones de Pablo González Casanova destacan sus esfuerzos teóricos por coadyuvar al mejoramiento de las condiciones de vida de los grupos mayoritarios de la población, de ahí su concepción sobre el esclarecimiento de los roles de los conocimientos científicos y técnicos para impulsar la modernización.

De su amplia obra destacan referencias permanentes acerca del conocimiento científico donde se observa el señalamiento de diversos rasgos como su importancia conscientizadora, por ilustradora, la identificación de diversos tipos y el sorprendente desarrollo que tuvo a lo largo del siglo XX al explicar:

... Hasta Einstein dominaba la idea de que sólo había un universo y una creación; esta idea no se cuestionó, se dio por natural, y resulta que en los estudios más recientes de las ciencias de la materia y de las ciencias de la vida aparecen distintas creaciones y distintos universos, y esto que se dice así, en dos o tres palabras, corresponde a investigaciones bellísimas, algunas realmente difíciles de entender, pero que nos plantean de nuevo en ciencias sociales, y con relación a los proyectos que los escépticos y desencantados quieren abandonar, la posibilidad de crear un mundo distinto y la posibilidad de pensar en distintos mundos o universos sociales, y de hacerlos.

Así, al mismo tiempo que ha ocurrido todo este gran drama de los paradigmas sociales, surge hoy en las tres grandes áreas del pensamiento científico -en las ciencias de la materia, en las ciencias de la vida y en las ciencias del hombre- un patrón de análisis común a todas ellas que nos indica que la creación no nada más ocurrió una vez... sino que es un fenómeno que continúa, y que todo el universo no es uno solo... sino que son varios; ni sólo está creado, sino por crear. Y aquí hay descubrimientos de tipo físico, químico, biológico, de tipo matemático, de tipo lógico y psicológico, sumamente elaborados y atractivos –con toda una pléyade de autores, como Alan Turing, R. Defay, Ludwig von Bertalanffy, John von Neuman, Illya Prigogini, Norbert Wiener y Arturo Rosenbluth, René Tom y Humberto Maturana, entre otros-, que confirman las evidencias de que no estamos predeterminados [González Casanova, 1992: 22-23].

Como puede apreciarse, el conocimiento científico lo vislumbra como respaldo objetivo de toda comprensión de la realidad y soporte de cualquier acción humana orientada a la superación de la problemática existente.

La concepción útil del conocimiento científico la radiografía en la vinculación que encuentra con la técnica, aunque sabe que en el modo de producción capitalista la relación ciencia-técnica existe para usufructo de quienes detentan el poder y la hegemonía, por ello ha confesado: “Orienté mi obra hacia algunos temas obsesivos, como los estudios sobre la tecnología y sus límites, tema que hoy mismo investigo en las tecnociencias y el humanismo de nuestro tiempo y que sigo asociando a las relaciones de dominación, de explotación y de mediación” [González Casanova, 2001: 18]. Por ende, la tecnología es actual soporte del aumento de la riqueza por cuanto el conocimiento científico le aporta valor agregado.

De modo que resulta concluyente su convicción de actualizar las ciencias sociales y modernizar las relaciones sociales existentes, producto de sus esfuerzos intelectuales orientados a atender la explicación, de modo riguroso, de la realidad al forjar nuevas categorías analíticas como la “explotación” y “colonialismo interno” con el fin de atender y explicar las causas reales de la marginación social. Por ello, su pensamiento dialéctico consiste en que siendo un afanoso modernizador teórico se pronuncia por la necesaria superación de la marginación, promoviendo como vía de solución el socialismo.

Perfeccionamiento humano

Pablo González Casanova es un intelectual optimista al apoyar la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de las sociedades y en consecuencia del perfeccionamiento del ser humano con base en la permanente acción de lucha y esfuerzo del hombre mismo. Esa actitud puede desarrollarse sólo mediante una nueva praxis educativa, que él sustanció con reflexiones y decisiones cuando ocupó puestos directivos en la UNAM.

En efecto, el papel que le adjudicó a la educación es central, cuyos rasgos serían los siguientes: que formación es permanente y recíproca al sostener “... el verdadero profesor es aquel que sigue estudiando y el verdadero estudiante es aquel que también aprende a enseñar” [González Casanova, 1983: 39]; que su espíritu consiste en fomentar el autoaprendizaje, la crítica fundamentada, la participación democrática, por ello propone:

... resulta necesario reformar el conjunto del sistema de enseñanza desde la primaria hasta el post-grado para formar a las personas-investigadores, a las personas trabajadores que investigan los problemas mismos de la persona como individuo, como ciudadano, a los problemas de la sociedad y de la naturaleza, y que trabajan en su solución, transformando su propia persona o participando en la transformación de la naturaleza y de la sociedad [González Casanova, 1983: 90].

En otras palabras, la educación tiene la misión de formar un nuevo tipo de hombre.

Opiniones sobre la cultura latinoamericana y la filosofía

Pablo González Casanova tiene una vocación latinoamericanista que ha cultivado con sus permanentes viajes a los países del área promoviendo la creación y consolidación de la conciencia regional entre los científicos sociales y, sobre todo fomentando trabajos de investigación sea desde el apoyo a la realización de congresos y reuniones sociales como los prohijados por la Asociación Latinoamericana de Sociología, mediante la publicación de libros sobre la situación de los países latinoamericanos durante el siglo XX o con el impulso de proyectos de investigación ex profeso como el caso de Perspectivas de América Latina que coordinó a partir de la década de los ochenta con el apoyo de la Universidad de las Naciones Unidas y de la UNAM.

Con relación al lugar de la filosofía, su concepción parte de la formación humanística que tuvo, la cual le dotó de un conocimiento sucinto al respecto, incluso con base en ella orientó algunas de sus investigaciones en su juventud. El conocimiento de corrientes filosóficas lo profundizó en sus cursos de doctorado en Francia donde reforzó su aprendizaje del marxismo.

Con dicho bagaje resulta comprensible que en sus posteriores investigaciones y referencias sobre la filosofía manejara una visión dualista y dialogal. En 1963 explica que: “Un afán de objetividad nos lleva al principio a una mera descripción del poder y por momentos éste parece una entidad metafísica” [González Casanova, 1965: 10], donde la denotación de metafísica es la de filosofía idealista. En la misma obra la confronta con la concepción marxista, pero fue en su obra Sociología de la explotación donde realiza un intento teórico plausible de renovar y adecuar el marxismo en la explicación de la realidad latinoamericana, entendiendo entonces a la filosofía como instrumento teórico de transformación.

 

Bibliografía

Directa

  • González Casanova, P. (1965). La democracia en México. Ediciones Era. México.

  • ________. (1969). Sociología de la explotación. Siglo XXI Editores. México.

  • ________. (1979). “La dialéctica de la situación y la historia”, en Historia y sociedad, revista latinoamericana de pensamiento marxista, segunda época, N° 23. México.

  • ________. (1981). “La izquierda en los años 80. Una lucha distinta”, en El machete, revista mensual de cultura política. N° 10. México.

  • Pablo González Casanova, 6 de mayo de 1970-7 de diciembre de 1972. (1983). Universidad Nacional Autónoma de México. México.

  • ________. (1988). “La formación del pensamiento progresista en México”, en Dialéctica, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla. N° 19. Puebla.

  • ________. (1992). “Paradigmas y ciencias sociales: una aproximación”, en Dialéctica, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla. N° 22. Puebla.

  • ________. (1998). “La democracia de todos”, en Dialéctica, revista de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla. N° 31. Puebla.

  • ________. (21 de junio de 2001). “Los sentimientos intelectuales”, en La Jornada. México.

Indirecta

  • Granados Chapa, M. A. (12 de noviembre de 1984). “Los mexicanos constructores”, en Punto. México.

  • Kahl, J. A. (1986). Tres sociólogos latinoamericanos: Germani, González Casanova y Cardoso. Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán de la UNAM. México.

Alberto Saladino García
Universidad Autónoma del Estado de México
Actualizado, octubre 2006

 

© 2003 Coordinador General para México, Alberto Saladino García. El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Versión digital, iniciada en junio de 2004, a cargo de José Luis Gómez-Martínez.
Nota: Esta versión digital se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.

 

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