Hugo E. Biagini
 
 
EL HOMBRE Y SU OBRA

Daniel De Lucía
CONICET

Durante un cuarto de siglo, Hugo Edgardo Biagini ha venido desarrollando su quehacer a partir de ejes temáticos y conceptuales con una fuerte coherencia interna. El proyecto llevado a cabo por dicho estudioso a lo largo de su carrera como investigador y meditador ha tenido como horizonte primordial el pensamiento argentino y latinoamericano. Varios libros suyos constituyen una referencia insoslayable para quienes buscan adentrarse en la evolución de las ideas iberoamericanas. La tarea de nuestro autor ha incluido el rescate de figuras y experiencias poco conocidas o de difícil ubicación en el panorama de su tiempo, enriqueciendo y matizando el balance de las tendencias reflexivas pertinentes.

Biagini nació en Buenos Aires en 1938 y se graduó de doctor en filosofía, cum laude, hacia 1972 en la Universidad de La Plata. Ha desplegado una vasta tarea como investigador en distintos centros oficiales y privados de la Argentina y el exterior. Reviste en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Fue becario de la Organización de Estados Americanos y del Ministerio de Asuntos Exteriores de España. Ha dirigido la Sección de Investigaciones sobre Pensamiento Argentino y Latinoamericano de la Academia de Ciencias (1982-1998) y el Seminario de Investigaciones en la Oficina Cultural de la Embajada española en la Argentina (1992). Miembro fundador de la Asociación de Hispanismo Filosófico y de la Asociación Iberoamericana de Filosofía y Política, ha sido invitado por universidades norteamericanas (UCLA, Illinois-Urbana, Baylor, Pittsburgh, Indiana-Pensylvania, Harvard, Wilson Center), francesas (Toulouse), mexicanas (UNAM, UAEM), venezolanas (Simón Bolívar) y españolas (Salamanca, Barcelona, Complutense, Oviedo, Autónoma de Madrid, Fundación Ortega, AIETI).

Integra el comité académico de diversas revistas iberoamericanas. Autor de innumerables artículos en publicaciones especializadas, entre ellas: Revista de Estudios Políticos, Latin American Research Review, Hispanic Journal, Interamerican Review of Bibliography, Universitas Philosophica, Nueva Sociedad, Relaciones, Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Historia de las Ideas, Ideas en Ciencias Sociales, L’Avenç, Letras Peninsulares, Anuario de Estudios Americanos, Cuadernos Americanos. Estudios suyos han sido traducidos al inglés, alemán y catalán.

En las dos últimas décadas, Hugo Biagini ha dado a conocer una amplia variedad de libros formada por los siguientes títulos: Cómo fue la generación del Ochenta (1980), Educación y Progreso (1983), La Revista de Filosofía (1983), El movimiento positivista argentino (1985), Panorama filosófico argentino (1985), Filosofía americana e identidad (1989), Orígenes de la democracia argentina (1989), Historia ideológica y poder social (1992), Redescubriendo un continente (1993), Intelectuales y políticos españoles a comienzos de la inmigración masiva (1995), La generación del '80 (1995), Historiografía argentina, Fines de siglo, fin de milenio (1996). La Universidad de La Plata y el movimiento estudiantil (en prensa). Juventud, sociedad y universidad (en preparación).

Dicha producción ha apuntado hacia blancos disímiles: el pensamiento latinoamericano y argentino; la problemática identitaria; tendencias doctrinales como el liberalismo, el positivismo y el socialismo; utopía, juventud y universidad; los estudios político-culturales comparados (América Latina-España-Estados Unidos). Asimismo, le dedicó interesantes trabajos a distintos autores individuales como Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Juan B. Justo, Macedonio Fernández, Eduardo Mallea, Ernesto "Che" Guevara, José Luis Romero, Arturo Roig, Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, Adolfo Posada, Lorenzo Luzuriaga, Eugenio D’Ors, Luis Jiménez de Asúa, Serafín Alvarez y otros.

En reconocimiento a su trayectoria como investigador, Biagini ha sido galardonado con los premios Dr. Ambrosio Lucas Gioja (1973), Centenario del Congreso Pedagógico Sudamericano (1982), Eduardo Mallea (1985), Nacional (1987, 1989, 1992), Fondo de las Artes (1988, 1994), Luis de Tejeda (1988), IV Certamen Latinoamericano de Ensayo Político (1988), V Centenario del Descubrimiento de América (1991). Concurso Internacional Influencias del Pensamiento de Ernesto Che Guevara en América Latina (1997). Su libro aún inédito, Juventud, sociedad, universidad. Las utopías y el protagonismo estudiantil resultó finalista en el Certamen Anual Casa de las Américas (1998, categoría ensayo histórico), "por tratarse —según declaró el jurado— de un serio trabajo, analítico y bien fundamentado, acerca de la evolución del movimiento estudiantil". Además, obtuvo distinciones académicas de las universidades del Sur (Bahía Blanca), de Santiago de Chile y de la Federación Internacional de Estudios sobre América Latina y el Caribe (FIEALC), según puede constatarse, por ejemplo, en el testimonio recogido por la Revista de Estudios Trasandinos: Eduardo Devés, "Homenaje de tres universidades chilenas a dos filósofos argentinos: Arturo Roig y Hugo Biagini" (3, diciembre 1998, pp. 313-315).

El Dr. Biagini ejerce la docencia como profesor titular en las universidades de La Plata y Belgrano. También ha enseñado en el Posgrado de Estudios Latinoamericanos (Univ. de Río Cuarto, 1989); en el Centro de Estudios Constitucionales (Madrid, 1992); en las Maestrías de Letras Hispánicas (Univ. de Mar del Plata, 1994), de Integración Regional y Mercosur (Univ. de Buenos Aires, 1996), de Historia Económica (idem, 1997), de Ciencias Sociales (Univ. de la Matanza), de Pensamiento Socio-Político y Filosófico (Univ. de Las Villas, Cuba, 1998); en el III Seminario Internacional de Estudios Avanzados (Chile, 1997); en los Doctorados en Pensamiento Latinoamericano (Univ. Nacional de Costa Rica, 1997) y en Estudios Americanos (Univ. de Santiago de Chile, 1998).

La participación de Biagini en diferentes foros de reflexión dentro y fuera de su país, junto a su intenso compromiso social, ha hecho que el mismo sea considerado como referente intelectual por numerosos estudiantes e investigadores jóvenes, que lo consultan y requieren de su orientación para perfeccionar su carrera profesional y su escala de valores.
 

Las identidades culturales

Biagini ha enfocado con peculiar interés la problemática identitaria. Así se ha detenido en el discurso sobre identidades nacionales y, más aún, sobre la identidad común iberoamericana en las casi dos centurias de nuestra vida independiente. En su obra más importante dedicada a esa temática (Filosofía americana e identidad), pasa revista a las diversas fases de una cuestión que hunde sus raíces en la época colonial. Biagini confrontó los argumentos e interpretaciones sostenidas por la intelligentsia argentina desde el período de la emancipación en adelante. Desfilan por esas páginas los pensadores románticos, los liberales de la organización nacional, los sociólogos del positivismo, los intelectuales y literatos que protagonizaron la reacción anti-positivista, la concepción reformista de entre-guerras y las innovaciones estéticas que florecieron a lo largo del presente siglo. Entre las publicaciones periódicas que se ocuparon del trabajo mencionado se halla el Handbook of Latin American Studies (1993), donde dos scholars diferentes subrayaron su significación:

La familiaridad de Biagini con una dilatada [‘wideranging] bibliografía convierten el presente texto en un acompañante esencial para los estudiosos de Sarmiento y Alberdi […] Otros puntos rigurosamente discutidos de interés para quienes se ocupan de la cultura del siglo XIX son el krausismo, el positivismo y la generación argentina de 1880. (William Katra, p. 486)

Aunque había publicado otros libros, este volumen ‘establece’ a Biagini en el conjunto con mayor obra realizada sobre pensamiento argentino y, por extensión, latinoamericano. (Juan Carlos Torchia Estrada, p. 778)

El problema identitario ha conducido a Biagini a examinar con ahínco las contribuciones de los sectores ilustrados españoles que emigraron hacia la Argentina y otros países latinoamericanos, desde la restauración monárquica que siguió a la caída de la Primera República hasta la diáspora de los transterrados ibéricos de la contienda civil y el triunfo del fascismo. A esta labor se dedican su compilación Orígenes de la democracia argentina. El trasfondo krausista, producto de un simposio al que concurrieron connotados expertos peninsulares (Elías Díaz, Abellán, Menéndez Ureña y otros), algunos capítulos de su Historia ideológica y poder social y, muy específicamente, Intelectuales y políticos españoles a comienzos de la inmigración masiva. A ello debe añadírsele Redescubriendo un continente, un volumen armado por Biagini que recibió el premio V Centenario del Descubrimiento de América. Aparecen en él los trabajos de una docena de colaboradores que cubren una variedad de temas tales como la presencia española en el anarquismo argentino, la prensa de la comunidad hispana en Buenos Aires, el aporte de los inmigrados en el dominio pedagógico y literario, en la introducción de formas musicales cultas y populares, o en el revisionismo historiográfico de España desde una óptica progresista. Los emprendimientos de Biagini en esta área han ensanchado el conocimiento sobre la inteligencia española en la Argentina e Iberoamérica durante varias secuencias capitales de nuestra modernidad; una cualidad que le ha sido reconocida reiteradamente:

la empresa lograda por Biagini y los especialistas convocados a su alrededor plantea una cantidad de cuestiones problemáticas ciertamente movilizadoras, habiéndose ocupado —a partir del eje temático alrededor de los estudios migratorios de la última parte del siglo— de promover respuestas de cierto tipo a cuestiones metodológicas en la resolución de la relación historia—otras áreas del saber social; pero sobre todo porque cada uno de los autores alimenta, desde su perspectiva disciplinaria, a la globalidad del volumen, de interrogantes a la legendaria Historia de las Ideas en su camino hacia formas de construcción más tradicionales. (Cristina Godoy, Estudios Migratorios Latinoamericanos 28 [1994], p. 671)

El profesor Biagini, especializado en historia de las ideas en la Argentina y en las relaciones culturales entre el país del Plata y España, ha hecho un paciente rastreo de emigrados españoles que llegaron a aquellos confines americanos en la segunda mitad del siglo XIX. Exiliados de la Gloriosa, krausistas sueltos, médicos, periodistas, dirigentes gremiales puestos a filósofos políticos, catedráticos de distintas especialidades, escritores de ficción, fueron ocupando lugares, a veces directivos, en la enseñanza, la prensa, la literatura, la política y la investigación. Biagini les sigue la pista a través de un laberinto de noticias escritas y gráficas [...] La lectura de este libro será igualmente provechosa para el historiador de las mentalidades, de los movimientos sociales y de esa inasible provincia de la vida española llamada América. (Blas Matamoro, Cuadernos Hispanoamericanos 553-554 [agosto 1996], 295)

Intelectuales [...] llena un hueco en los estudios sobre la inmigración española a la Argentina [...] Son muchos los textos que estudian la inmigración de aluvión pero es eéste, sorprendentemente, el primero que se centra en la inmigración de levita [...] Esta élite había permanecido invisible hasta que Biagini se tomó la molestia de quitar el polvo de documentos y libros en archivos y bibliotecas que otros investigadores habían ignorado. (Ignacio García, SOLAR-Chile, 1996, p. 80)

En suma, tanto los elementos doctrinales del krausismo y los medios por los que fue difundido suscitan en este volumen […] el interés para los historiadores de las ideas no sólo en Iberia y Argentina sino también en Uruguay, Cuba, México, Chile, Brasil y otras regiones de América Latina. De allí nuestro agradecimiento a los organizadores, participantes y a la Fundación Friedrich Ebert que hizo la publicación posible. (Ronald Newton, The Americas 48 [1991]: 299-300)

Se observa cierta preferencia por las corrientes del liberalismo radical español decimonónico y por su inserción en aquellos circuitos de nuestro continente más proclives al modelo europeo que permite reconvertir las estructuras socio—económicas y, sobre todo, político—culturales de las jóvenes repúblicas criollas. Biagini se ha detenido en las contribuciones individuales y grupales de los progresistas peninsulares al laicismo y al cientificismo, a las vanguardias artísticas, al periodismo crítico, etc. Paralelamente, el autor ha incursionado en las relaciones iberoamericanas que se originan con el cambio de atmósfera intelectual producido a principios del siglo XX. Esa otra imagen de España, construida en ambos márgenes del Atlántico, a partir del ocaso imperial de 1898, del modernismo literario, del arielismo, del hispanismo católico tradicionalista y del rescate de la herencia espiritual conjunta que irrumpió en el orbe hispanohablante.

Liberalismo y positivismo

Tales aportaciones de la inteligencia española radicada en el Plata durante la consolidación del Estado-nación, de las oligarquías modernizadoras y del auge positivista, fueron encaradas a partir de un sólido conocimiento de las tensiones y controversias que signaron esa misma etapa del pensamiento argentino. En ese sentido, el libro Cómo fue la generación del Ochenta, junto con su edición corregida y aumentada, pueden considerarse como un material complementario al análisis de los tributos que desde Europa se efectuaban a nuestro campo intelectual. La mirada se condensa en tres aspectos escasamente ahondados en el estudio sobre la cultura argentina de la belle époque: a) la elaboración de una imagen de la ciudad de Buenos Aires como metrópoli remozada a partir de un imaginario que remite a representaciones urbanas de ultramar (Atenas del Plata, París americano, etc.); b) las raíces de la ideología indigenista durante el predominio del positivismo y las manifestaciones singulares que procuraron superar una pesada carga etnocéntrica y racista; c) el acercamiento a una faceta de la Argentina liberal mediante el análisis de la obra y la personalidad de Carlos Encina —figura olvidada pero que cumplió un rol nítidamente acotado dentro de la ciencia y la educación ríoplatenses. Fuera de estos tópicos puntuales, muchos comentaristas han resaltado la trascendencia general de dichas pesquisas en torno a la generación ochentista, verbigracia:

Esta obra de Hugo Biagini se aparta notoriamente del ensayismo que, alrededor del centenario de 1880, ha predominado en estos años. En primer lugar, porque, desdeñando las fáciles generalizaciones y la especulación pura, está sólidamente fundada por un aparato erudito […] Sobre todo es original porque procura alejarse de los estereotipos habituales, buscando matices y variantes dentro de unas ideas generales que no deja de reconocer como dominantes. Nuestra imagen de las características intelectuales de la época resultan considerablemente enriquecidas con este trabajo. (Luis Alberto Romero, Convicción 11 [julio 1981], 16).

Si la revisión de la imagen de España se instala en el centro de la reflexión sobre los ascendientes comunes de Iberoamérica, la irradiación del pensamiento y la cultura norteamericana coloca a nuestras sociedades frente al Otro por excelencia de nuestra propia identidad. Un Otro ante el cual la apología, el repudio o la estimación plurifacética han caracterizado en muchas ocasiones los términos de las pugnas más viscerales encarnadas por la intelectualidad vernácula. Para su investigación sobre la influencia y los intercambios con Estados Unidos, Biagini se ha concentrado en un período semejante al que utilizó para encuadrar sus trabajos sobre la incidencia española. Al influjo de John Dewey y William James en el Cono Sur, a la resonancia del georgismo en la Argentina y a la visión continentalista de un intelectual como Waldo Frank, se ha incorporado la compulsa sobre la perspectiva que se tenía de Estados Unidos y España durante la transición entre los dos siglos (Cfr., Fines de siglo, fin de milenio, primera parte).

Esa vocación por profundizar los mecanismos mentales en un lapso decisivo para la gestación de la América Latina moderna, se corporiza a la hora de leer la obra de Biagini desde otro tipo de recorte temático. En lo relativo a las corrientes políticas e intelectuales ha prestado especial atención al positivismo y a su gravitación en la existencia de nuestros estados y sociedades. Cabe mencionar aquí la dirección y coordinación de otro volumen, El movimiento positivista argentino. Los trabajos que integran esta obra colectiva, verdadero jalón en los estudios sobre el positivismo latinoamericano, cubren una gama de asuntos y ámbitos disciplinarios que permiten apreciar su repercusión en múltiples ramas del saber académico: psicología, derecho, medicina, pedagogía, historiografía, sociología, etcétera:

No desconocemos ni subestimamos las dificultades que acarrea organizar un esfuerzo de esta complejidad y envergadura, y que llevó con apreciable acierto Hugo E. Biagini […] Infrecuente apertura hacia diferentes horizontes en la valoración de los temas y de los protagonistas […] En el antes mencionado estudio de Francisco Romero estimaba éste que entonces (1948) no estaban dadas las condiciones para un ‘examen completo, seguro y documentado del positivismo’ y agregaba: ‘Faltan los indispensables estudios preparatorios, la recolección documental, la ordenada galería de hechos que permita una visión de conjunto y una justiciera estimación comparativa de las partes’. El libro que comentamos y algunos otros indicadores ¿no estarán evidenciando que ese momento ha llegado? (Gregorio Weinberg, La Nación, 23 febrero 1986).

En este continuo develar nexos y vasos comunicantes que representa la labor de Biagini, se destaca el marco ideológico en el cual transcurrió la impronta positivista en la Argentina. Su preocupación por el devenir del liberalismo en todas sus variedades se halla diseminada a lo largo del corpus de nuestro autor, junto al abordaje sobre la difusión del ideario socialdemócrata como momento de ruptura/continuidad en la línea central del pensamiento avanzado de Hispanoamérica. Al detectar los puntos de fugas del pensamiento argentino e iberoamericano, Biagini ha emprendido relevantes ensayos sobre las orientaciones que se apartan de las creencias básicas con las cuales comulgaba la modernidad occidental. Puede incluirse en esa dirección hermenéutica su trabajo "Cultura clásica y anti-positivismo", como un análisis original de la insuficientemente explorada oposición al cientificismo durante el Centenario y la primera pos-guerra.

Dicho trabajo fue incluido en su libro Historia ideológica y poder social, que recoge un amplio espectro de inquietudes intelectuales experimentadas por el autor, entre ellas, la revaloración del quehacer político, los precursores del Estado asistencial, la mentalidad tecnocrática, la filosofía latinoamericana, la francofilia y la contrarrevolución, la educación en la Argentina, los dilemas historiográficos, etc. A semejanza del resto de su producción, ese libro obtuvo una recepción favorable por la crítica autorizada. El pensador uruguayo Daniel Vidart efectuó la siguiente valoración:

Biagini [...] aparece en estos trabajos como un escritor seguro de la puntería de sus juicios y la plenitud intelectual que los ordena [...] Cada uno de estos trabajos, convincentemente documentados, ecuménicamente proyectados a partir del trampolín coyuntural de la realidad argentina y, para bien de los lectores, rigurosa y sintéticamente escritos, son el testimonio de un generoso aliento moral y de una prospectiva política que trasponen los límites impuestos a la esperanza por estos tiempos revueltos de la postmodernidad. Biagini, con una discreción no reñida con la firmeza del entendimiento, no agota las exigencias de cada uno de los temas tratados en lo meramente descriptivo. Como Fierro, canta opinando, pero no tan fuerte como para que no se puedan escuchar las voces alternas de una doxa que, paso a paso y con una poco frecuente sagacidad mental, el autor desnuda y calcina con la luz del logos (...) Hace tiempo que no leía un libro que tanto y tan convincentemente me reconciliara con la plenitud anti-retórica y la valentía ética de un pensamiento americano (deontológicamente pedido desde adentro) como el que conforman los inteligentes ensayos de este filósofo y politólogo argentino. Justicia es subrayarlo, y lo hago con alborozo y gratitud a un tiempo. (Revista Relaciones, Montevideo, 114, 1993, p. 25)

Del análisis al compromiso

Ese perfil propio de un intelectual comprometido ha sido acentuado particularmente a propósito de la misma obra en cuestión:

En Historia ideológica y poder social aparecen condensados veinte años de trabajo intelectual de uno de los pensadores más representativos del presente latinoamericano (...) Son textos escritos bajo diferentes presiones pero en todos ellos, como común denominador, cohabita codo a codo la agudeza especulativa con el calor de la teoría entendida como herramienta para transformar la realidad. Es de resaltar cómo trabajos concebidos en diferentes épocas y para diferentes públicos encajan entre sí, con la precisión de piezas de un rompecabezas en el que se recompone una visión del mundo que es actual sin por eso sucumbir a la superficialidad y a la falta de compromiso (...) En suma, un conjunto de textos a través de los cuales las opciones personales del autor aparecen siempre claras, sin escudarse en una supuesta objetividad académica (Ignacio García, La Ciudad Futura, 1993).

En cuanto a una plena recuperación de las postulaciones alternativas, Hugo Biagini se encuentra desmenuzando los antecedentes y proyecciones del movimiento de la Reforma Universitaria surgido en Córdoba hacia 1918. Dentro de este vasto programa aparecen planteados tópicos con diferentes alcances teóricos o más conectados a la praxis histórica, v. gr., utopismo y juventud, los primeros congresos de estudiantes americanos, el caso platense, las convergencias con España, las huellas de Romain Rolland, la cultura contestataria de los sesenta junto con figuras emblemáticas como las de Marcuse y el Che Guevara, la generación posmoderna y el desencanto, las impugnaciones al paradigma reformista y su vigencia actual.

En su último libro, Fines de siglo, fin de milenio, publicado por UNESCO y Alianza, Biagini avanza sobre la actualidad y discute la tesis sobre la aldea global a la luz de la recolonización mundial y las posturas eurocéntricas. Al mismo tiempo, insinúa una superación del universalismo y del relativismo, mediante la revalidación de nociones como las de identidad cultural sin admitir los compartimentos populistas. Por otro lado, difiere con algunos enunciados posmodernos sobre la historia, mientras propicia la resistencia frente al neoconservadurismo y a las políticas de ajuste. En su prólogo a esa obra, un conocido intelectual uruguayo, Fernando Ainsa, ha señalado:

En la crisis actual de la trascendencia y la inmanencia […] en el agotamiento de los sustancialismos y las ideologías justificadoras que caracterizan el posmodernismo y el fin del siglo XX que algunos han cerrado con la caída del muro de Berlín en 1989, Biagini no ve únicamente los signos pesimistas que la mayoría enfatiza, sino un desafío a la imaginación […]

Biagini apuesta a la integración continental y a una renovada función de la utopía en la configuración del "deber ser americano", confrontando a todos los problemas del "ser", esa realidad hecha de disparidades sociales y económicas y de profundos desajustes estructurales. Y lo hace para proponer sin retórica o enfatismo alguno una función utópica para que América sea por fin un Nuevo Mundo […]

una visión universal del ser americano —como la que nos propone Hugo Biagini— no pasa necesariamente por las categorías clásicas de la denominada cultura occidental" […]

Al intentar un cálculo genérico de la producción de Hugo Biagini, se distingue una serie de rasgos metodológicos que marcan los ejes claves para apreciarla en su justa dimensión. Es la obra de un especialista en historia del pensamiento que elige situarse en el punto donde confluyen las pautas más dinámicas de los enfoques tradicionales y modernos. Biagini es heredero de una modalidad argentina que aborda la historia intelectual a partir de las síntesis donde se entrelazan la historia de las ideas y la historia de la sociedad como totalidad (Ingenieros, Korn, José Luis Romero, etc.). Desde esta opción primaria, sus trabajos son el resultado de un arduo empeño por sobrepasar las posiciones reduccionistas que constriñen la historia del pensamiento al estudio de las corrientes "filosóficas" en tanto modus cognoscendi superior. El mismo Biagini ha hecho hincapié en tal parecer durante sus respuestas a un requerimiento operativo que le formularon dos jóvenes investigadores:

Quien se ocupa del devenir ideológico tendrá que esforzarse, aún más que en otras disciplinas históricas, por asociar el recaudo erudito y estilístico con la perspectiva crítica y valorativa, estableciendo la conjunción imprescindidible de episodios, procesos, testimonios, sensibilidades, intereses y construcciones intelectuales en juego.

A las diversas corrientes, doctrinas, cosmovisiones y elaboraciones conceptuales no hay que encarlas en tanto concepciones puras, al estilo filosofista, sino como integrando un discurso que encierra algunos principios claves, v. gr., el de la sustentación del poder, o sea, abordar a aquéllas en sus correlaciones con la dinámica socio-política y económica de la cual dimanan en definitiva, reoperando también sobre la misma. Para ello conviene apelar a puntos de vista como los que ofrece la sociología del conocimiento, la teoría de las ideologías o el marxismo crítico; ópticas éstas a las cuales yo mismo he recurrido en distintas oportunidades" (Alejandro Herrero y Fabián Herrero, Las ideas y los historiadores, Santa Fe, Univ. Litoral, 1996, p. 32).

Sus trabajos abonan una amplia definición del "pensamiento" que implica una gradación de espacios y formas reflexivas que fueron marginadas por la historia de las ideas en América Latina: religiosidad, nexos entre tesituras políticas y literatura, aproximaciones a la cultura popular, a los imaginarios sociales, a las conmemoraciones y homenajes como disparadores para el análisis ideológico, a los dominios institucionales como usinas difusoras de tendencias y esquemas interpretativos de la realidad, a la creación intelectual que emana de los ámbitos étnicos y civiles, etc. Esta determinación conceptual nos lleva a otra inclinación metodológica que se traduce en una sostenida predisposición por la interdisciplina y se concreta en la articulación de equipos de investigadores que provienen de diferentes niveles epistemológicos.

Siendo una reflexión sobre la marcha del pensamiento desde los interrogantes del presente, las indagaciones emprendidas por Biagini evidencian la pretensión de brindar significativos elementos enjuiciadores para Latinoamérica y el mundo, desde esta circunstancia contemporánea y ante un porvenir plagado de incertidumbres. Su obra denota una indispensable fuente de consulta para todos aquellos que requieran fundamentos para comprender nuestra candente actualidad. Sus trabajos no han rehuido el ejercicio de la opinión ni las aristas más polémicas, involucrándose en los debates ideológicos, culturales o institucionales.

Entre esas disputas se hallan los replanteos sobre las identidades étnicas y nacionales en el globalizado planeta finisecular, los parámetros con que se mide al "otro" en el cada vez más heterogéneo y polarizado subcontinente indio-afro-español-criollo, la revisión del proceso que signa los sistemas educativos de nuestros países como una manera de alumbrar los desafíos coyunturales, el observar a la universidad como un espacio crítico y sobre el rol que ella puede jugar en las mutaciones de la sociedad en su conjunto; las problemáticas conexiones entre filosofía y ciencias sociales; las acechanzas de las versiones más pedestres y nihilistas del paradigma posmoderno, o el avance del poder tecnocrático sobre los resortes de control popular.

La labor de Hugo Biagini que resume con mayor fidelidad sus diversos aspectos particulares consiste en el permanente interés hacia los vínculos culturales de Argentina y Latinoamérica con España y Estados Unidos. Efectivamente, dicha línea de investigación trasunta toda una forma de entender y encarar el pensamiento de nuestra "Patria grande". Se trata de un perseverante esfuerzo intelectual por definir y afirmar nuestra identidad a partir de un complejo diálogo (rechazo/apropiación-selección/conflicto) con los centros metropolitanos que han impuesto su hegemonía sobre Iberoamérica. Tierra de aluvión, de mosaico, de rebeldía y de creatividad, de cambio de enemigos y adversarios; puente donde se realiza el encuentro fecundo del pueblo con los distintos legados que convergen en él; nuestra América inconclusa se dibuja en la obra de Hugo Biagini con renovadas expectativas por un futuro mejor.

 
© José Luis Gómez-Martínez
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