"García Bacca y el exilio
republicano de 1939"
Carlos Beorlegui
No
cabe duda de que el acontecimiento más significativo de la vida
de J. D. García Bacca fue la necesidad de salir de España para
asentarse definitivamente en América, como consecuencia de la
guerra civil española. Este acontecimiento truncó completamente
su vida, reorientándola por caminos que muy poco antes ni
siquiera podía imaginar. Ese fue el destino de toda su
generación, la denominada precisamente “generación del exilio
republicano”, o también “generación del 27”. De ahí que un
estudio adecuado de la persona y la obra de nuestro filósofo
exige tener como horizonte histórico este traumático
acontecimiento para la historia social y cultural de España.
Por otro lado, los más significativos investigadores de la
historia cultural española nos advierten que este exilio
cultural de 1939 no ha sido el único, sino que la presencia de
estos exilios y migraciones constituye desgraciadamente una
constante en la historia de los últimos siglos, produciéndose
una penosa discontinuidad en la historia del pensamiento
español. Diversos acontecimientos históricos, en los que no nos
vamos a detener ahora, han producido en nuestro entorno social
lo que algunos han denominado una “mentalidad inquisitorial”,
consistente en la incapacidad de vivir en un clima de pluralidad
y de aceptar teorías y prácticas discrepantes. De tal modo que
el adversario se veía obligado a traspasar la frontera y vivir
fuera de España, si quería mantenerse con vida.
A
pesar de ello, el exilio o emigración de 1939 posee unas
características específicas que queremos resaltar. "La
emigración de la guerra civil de 1936-39 constituye uno de los
fenómenos más importantes de nuestra historia y, por la calidad
humana e intelectual de sus hombres, es, sin duda, la más
señalada de nuestras emigraciones, en un país en que éstas han
sido el pan nuestro de cada día".
Esta valoración de J.L. Abellán, uno de nuestros más
significativos investigadores y estudiosos de la historia del
pensamiento español, y, más en concreto, de esta época que
estamos tratando, refleja meridianamente la doble faz del exilio
republicano: su trascendencia e importancia cualitativa en sí, y
su condición de ser un eslabón más dentro de una larga y
desgraciada cadena de exilios.
Todo el brillante trabajo realizado durante tres décadas,
primero por los intelectuales de la generación del 98, con
Miguel de Unamuno a la cabeza, y posteriormente por Ortega y su
grupo generacional, por elevar el nivel de nuestra cultura y
modernizar la sociedad española, quedaba segado en flor por la
intransigencia de quienes no se habían acostumbrado a vivir
dentro de una sociedad pluralista y respetuosa, como empezaba y
pretendía ser la sociedad española.
Pero, como hemos apuntado, este episodio no constituye una
novedad en nuestra historia más reciente. El exilio del 39 era
sólo una muestra más de nuestra peculiar idiosincrasia y
endémica intransigencia, que se ha mostrado periódicamente
incapaz de vivir pacíficamente con quienes, desde una
discrepancia legítima, poseían una mentalidad y cosmovisión
diferente. Vamos, pues, a presentar una breve visión panorámica
de las emigraciones culturales en España, para centrarnos
después en presentar los rasgos más específicos y significativos
de la de 1939.
1. Las
emigraciones en la historia de España
La
historia de España está jalonada por continuas salidas del país
de colectivos humanos expulsados a consecuencia de la
intransigencia ideológica y política. Vicente Lloréns, exilado
también en el 39, ha sido quien más detenidamente ha investigado
sobre este fenómeno. De la mano de V. Lloréns, vamos a presentar
un breve recorrido a estos tristes capítulos de nuestra historia:
1)
La primera emigración fue provocada por los Reyes Católicos, por
edicto del 30 de marzo de 1499, en el que se ordenaba salir del
país a todos los judíos que no se hicieran cristianos.
2)
La segunda emigración estuvo formada por los moriscos. Tras la
conquista de Granada, las capitulaciones respetaban la religión
y las costumbres de los súbditos de Boabdil. Pero apenas se
cumplió lo pactado, decretándose varios edictos de expulsión,
entre 1609 y 1613.
3)
En el s. XVIII, se producen nuevas expulsiones del suelo
español. Dejando de lado los que tuvieron que salir finalizada
la guerra de Sucesión por haber apoyado al Archiduque Carlos, el
exilio cultural que caracteriza al s. XVIII es el sufrido por
los Jesuitas, bajo el reinado de Carlos III.
4)
A comienzos del s. XIX, el siglo más pródigo en exilios y
emigraciones, se produce una nueva emigración: la de los
afrancesados. Tras la derrota de los franceses en la guerra
de la Independencia, los que habían simpatizado con el invasor,
fueron declarados traidores a la patria por las Cortes de Cádiz,
y expulsados.
5)
Apenas había pasado un año, nada más volver a España, Fernando
VII anula la Constitución de 1812. Los autores del cambio
ideológico que se había producido en España a lo largo de la
guerra de la Independencia, los liberales, son declarados
fuera de la ley. Muchos altos cargos de la política hasta ese
momento imperante fueron encarcelados, de modo que "la represión
absolutista produjo casi más víctimas en el interior que en el
destierro".
Esta etapa se cerró en 1820 con la restauración del régimen
constitucional en España, de modo que pudieron volver los
expatriados.
6)
Pero el nuevo régimen constitucional no duró más allá de tres
años. La Santa Alianza actuó y repuso otra vez a Fernando VII
como soberano absoluto. Era el año 1823 cuando volvieron los
emigrados de antaño a cruzar las fronteras. La gran mayoría
volvió a Inglaterra, como la vez anterior, por ser casi el único
país europeo que los aceptaba. Los que se quedaron en Francia
fueron tratados más como prisioneros políticos que como
asilados.
7)
De nuevo la guerra civil (en este caso, tres) iba a producir
emigraciones. Esta vez fueron las guerras carlistas: la 1ª, en
1833-39; la 2ª, en 1848-49; y la 3ª, en 1872-76.
8)
Como represalia al levantamiento fallido del general Prim en
1866, hacia el final del reinado de Isabel II, se produce una
nueva emigración. Varios de los exilados de estas fechas iban a
alcanzar renombre político algunos años después, como es el caso
de Práxedes Mateo Sagasta, Emilio Castelar, Francisco Pi y
Margall, y otros, ...
9)
Una nueva emigración se produce al disolver el general Pavía las
Cortes en 1874, poniendo fin a la I República y restaurando la
Monarquía borbónica. Esta será la primera emigración
republicana, compuesta por gente que ya había experimentado la
emigración en una ocasión anterior.
Más importante, dentro del ámbito cultural, que esta emigración
política de 1874, fue la debida al decreto del ministro de
Educación, Orovio, en el que imponía restricciones a la libertad
de enseñanza. Ello provocó la destitución de varios catedráticos
de Universidad, entre los que figuraban ilustres krausistas
como N. Salmerón, Giner de los Ríos, G. de Azcárate, y
otros. La nota que caracteriza esta emigración fue su
voluntariedad. Los emigrados pudieron pasar la frontera, salvo
contadas excepciones, sin necesidad de hacerlo clandestinamente.
10) Y llegamos al s. XX. En 1923, con Primo de Rivera, se
produce una nueva emigración. El personaje más significativo del
exilio es Miguel de Unamuno, debido a un artículo publicado en
el periódico argentino La Nación. Otros emigrados ilustres
fueron Eduardo Ortega y Gasset, periodista y hermano del
filósofo J. Ortega y Gasset, y José Núñez de Arenas, fundador de
la Escuela Nueva.
Varios de los protagonistas de esta emigración lo fueron también
de la de 1939, cuyas características pasamos a describir.
2. Las
peculiaridades del exilio republicano de 1939
El
exilio de 1936-39 está caracterizado por una serie de rasgos que
lo diferencian claramente de los exilios anteriores. Coincide
con ellos en ser un exilio forzoso, consecuencia de una
contienda bélica, pero posee una serie de características muy
específicas.
a)
En primer lugar, el contingente de exilados estaba formado, en
su gran mayoría, por gente del pueblo. Las élites intelectuales,
políticas o militares, constituían una pequeñísima proporción,
dentro de la gran masa restante, que se acercaba al medio millón
de personas. En este exilio, pues, aunque el número de
intelectuales será mayor que nunca, la proporción en el conjunto
será menor. De todos modos, resulta difícil hacer apreciaciones
exactas, y los estudiosos no se ponen de acuerdo en las cifras
definitivas.
Pero sean cuales sean las cifras globales, nadie discute la
importancia del contingente de intelectuales que tuvieron que
exilarse. En opinión de J. L. Abellán, "se calcula en cinco mil
el número de intelectuales que salieron, entendiendo por tales
todos aquellos que tuvieran una cierta notoriedad en profesiones
liberales, artísticas, literarias, científicas o docentes".
b)
El segundo rasgo se refiere al enorme número de componentes del
exilio. "Nunca en la historia de España, dice V. Lloréns, se
había producido un éxodo de tales proporciones, ni de tal
naturaleza".
No existen cifras coincidentes entre todos los historiadores de
este acontecimiento, pero, en opinión de V. LLoréns, "puede
calcularse sin gran error, que no bajaron de 400.000 los
españoles que pasaron a Francia. Al cabo de varios meses
(forzados muchos a optar entre la legión extranjera y la vuelta
a su país), habían regresado a España más de 100.000 ".
Y si tenemos en cuenta que no sólo se dirigieron a Francia los
exilados, sino a Portugal y al Norte de África, la cifra global,
como señala J. L. Abellán, seguramente no bajó del medio millón
de personas.
c)
El tercer rasgo se refiere al nivel económico de los exilados.
La inmensa mayoría de ellos carecían de bienes económicos.
En la mayoría del resto de los exilios se trata siempre de
élites políticas y militares de un aceptable estatus social y
económico. No ocurrió así en 1939, acercándose en este aspecto a
lo ocurrido con la expulsión de los moriscos. De ahí que en los
primeros momentos, la situación de los exilados, arracimados en
campos de refugiados, pasó por momentos de verdadera angustia,
sólo paliada por las ayudas de organismos internacionales y la
solidaridad mutua.
d)
La geografía del exilio también fue diferente en la última
emigración. En los éxodos de los siglos anteriores, es Europa
(con preferencia para Francia, Inglaterra, Bélgica y Portugal)
el lugar de destierro y refugio, y algunos otros casos (los
moriscos) el norte de África. En cambio, la mayor contingencia
de exilados republicanos se dirigió a los países americanos de
lengua española.
e)
Si exceptuamos los exilios de los judíos y moriscos, que
constituyeron un bloque específico dentro de los restantes, la
mayoría fueron de escasa duración, si los comparamos con los
cuarenta años que abarca el ocasionado por el franquismo. Los
mismos transterrados,
desde luego, no pensaban que su situación iba a prolongarse
tanto. Más bien creían, apoyados en las perspectivas
internacionales, que el régimen franquista no duraría mucho.
Los más conspicuos se dieron cuenta enseguida de que la aventura
iba para rato, y que más que pensar en una vuelta rápida, había
que preocuparse de aclimatarse a su nueva patria. García Bacca,
según propia confesión, fue desde el principio de esta opinión,
a la postre la más certera.
f)
A pesar de ser el exilio expresión de derrota, los exilados
solían influir poderosamente en la vida interna de España. La
mayoría de ellos, tras unos breves años de destierro, derrocado
o transformado el régimen contra el que lucharon, se hacían a la
vuelta a España, de nuevo, con el poder. El balance político de
los desterrados del 39 dista mucho de tener semejante éxito. La
espera, como decíamos, ha sido mucho más larga, y sólo unos
pocos han sobrevivido al fin de la dictadura franquista. Y
dentro de éstos, sólo algunos han podido regresar y pisar de
nuevo tierra española, alcanzando incluso algunos el poder con
la victoria socialista de 1983.
A
pesar de ello, no podemos decir que la influencia de los
exilados en el rumbo de la vida española fuera nula. Juan
Marichal considera que la influencia del exilio fue positiva,
"porque es manifiesto que el exilio republicano ha incidido
constantemente en la trayectoria política del Régimen
caudillista desde 1939".
Aunque en cierta medida así fue, el régimen franquista puso todo
su esfuerzo en borrar toda huella que permitiera ni tan siquiera
recordar la existencia de los transterrados.
3. Las
vicisitudes del exilio republicano
Vamos a hacer referencia en este apartado a los principales
protagonistas del destierro (reducido al campo de la filosofía),
a los lugares donde se asentaron, al trabajo cultural que
realizaron, y a los rasgos que definen su pensamiento y su
evolución intelectual en sus nuevas patrias americanas.
a)
Los filósofos exilados
He
señalado más arriba, como nota específica del exilio
republicano, la significativa cantidad en números absolutos de
intelectuales, aunque suponía un bajo porcentaje relativo,
dentro de la enorme masa de exilados. Recogíamos la cifra de
cinco mil, dada por V. Lloréns. Pero lo más significativo no es
la cantidad absoluta, sino la lista de las figuras de primera
magnitud que tuvieron que salir de España con ocasión de la
guerra. Me remito a otros trabajos más amplios y precisos, donde
se han dado listas bien expresivas de la riqueza humana e
intelectual que se perdió, en este lance, para España.
Solamente señalo aquí a los representantes más ilustres de la
filosofía, entre los que hay que señalar a José Gaos, J. D.
García Bacca, Joaquín Xirau, Eduardo Nicol, J. Ferrater Mora, J.
Roura-Parella, Eugenio Ímaz, Wenceslao Roces, María Zambrano,
Adolfo Sánchez Vázquez, Manuel Granell, Luis Farré, etc..
Si
comparamos esta lista con la que se puede formar de los
filósofos que se quedaron en España, se advierte claramente la
diferencia. Sólo X. Zubiri y Julián Marías pueden señalarse
dentro del grupo generacional coetáneo, entre los filósofos con
un cierto renombre.
Pero no sólo hemos de fijarnos en los personajes ilustres.
Haciendo un balance de la pérdida sufrida, Gonzalo Torrente
Ballester señalaba, a poca distancia del suceso (1940), que los
intelectuales exilados constituían sin exageración el noventa
por ciento de la "intelligenzia" española.
E. Díaz calcula que "partieron para el exilio 118 profesores de
universidad, 200 profesores de Enseñanza Media, y 2000 maestros".
España se permitía el lujo de prescindir de este espléndido
plantel de maestros que habían situado a España en un nivel
intelectual envidiable, y cuya ausencia iba a convertir a la
España de Franco en un "yermo cultural", como lo ha calificado
J. L. Abellán.
b)
La ubicación de los exilados
El
contingente mayor de exilados salió por el Pirineo y se
estableció al sur de Francia.
Unos regresaron al poco tiempo; otros quedaron allí en
paupérrimas condiciones, participando más tarde en la
resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial; y otros
emigraron a diferentes puntos geográficos, sobre todo a la
América de lengua castellana.
Pero no todos salieron por los Pirineos, sino también por
diferentes puertos levantinos (Alicante, Cartagena, etc. ) con
destino al norte de África, principalmente Argelia.
Los exilados más comprometidos políticamente fijaron su
residencia en lugares cercanos a la frontera española,
hostigando más tarde al régimen franquista a través de bandas de
"maquis".
En cambio, la gran mayoría de los intelectuales marchó a
Hispanoamérica.
Son varias las razones que justifican esta masiva emigración a
la América hispana. La primera de ellas es la inestabilidad
política que se cernía sobre Europa, en vísperas de una
conflagración mundial cada vez más cercana e inevitable. La gran
masa de intelectuales, aunque habían dado su apoyo a la
República, no eran de naturaleza belicosa, y cansados de los
años de guerra en su país, buscaron en otras tierras la paz que
les permitiera rehacer su vida y continuar su labor intelectual.
A
esto se unió una segunda razón, que resultó providencial para
todos ellos: la buena disposición mostrada por las gobiernos e
instituciones hispanoamericanas para acoger a un contingente
humano tan valioso, conscientes del magnífico trabajo cultural
que podían aportar para el desarrollo de sus países. La postura
más positiva y elocuente corrió a cargo del presidente mexicano,
el general Cárdenas.
Y
hay una tercera razón: la necesidad que tiene el intelectual de
apoyarse, para su labor, en un entorno que hable su mismo
idioma, para que pueda ser el lector e interlocutor que su obra
necesita. Una excepción lo constituyó J. Ferrater Mora, quien,
tras permanecer algún tiempo en Cuba y Chile, se instaló en USA,
y allí continuó escribiendo indistintamente en inglés y en
castellano, hasta su muerte.
Fueron muy pocos los países de lengua castellana a los que no se
dirigiera alguno de los exilados.
Sin embargo, son tres los países a los que se dirigieron la
mayoría: México, Argentina y Venezuela. Y dentro de estos tres,
México fue el centro preferido de la mayoría de los exilados,
debido fundamentalmente a las gestiones de Cárdenas.
En
Buenos Aires se establecieron personalidades políticas de
primera fila, que formarían tras la guerra el Gobierno
Republicano en el exilio, con Luis Jiménez de Asúa, como
Presidente de la República, y Claudio Sánchez-Albornoz, como
jefe de Gobierno. Poco después, el centro de gravedad de la
actividad política de los exilados pasaría a México.
El
tercer polo de atracción lo constituyó Venezuela, pero no en el
primer momento de la emigración, sino en años posteriores. En
este polo, la figura de García Bacca va a ser central. Desde
México, varios de los intelectuales exilados acudieron a la
llamada de la Universidad de Caracas, como profesores invitados,
para contribuir a la fundación de la Facultad de Filosofía.
Entre los invitados estaban J. D. García Bacca, José Gaos,
Eugenio Ímaz y Manuel Granell. Gaos e Ímaz volverían pronto a
México, mientras que García Bacca y Granell acabaron quedándose
definitivamente en Venezuela, creando a su alrededor un rico e
importante movimiento filosófico, desde la Facultad de Filosofía
de la Universidad Central de Venezuela y el Instituto de
Filosofía, fundado y dirigido por García Bacca durante muchos
años, hasta su jubilación, en 1971.
c)
Labor cultural de los exilados
Acoger y dar trabajo a todo este enorme contingente de personas,
tan rico en valores humanos e intelectuales, constituía no sólo
una acción humanitaria sino también una excelente inversión
cultural para los países de acogida. No faltaron recelos por
parte de los nativos, que veían en los refugiados unos
indeseables y posibles competidores en el mercado de trabajo.
Pero los temores se disiparon al poco tiempo, constituyendo la
presencia de los exilados un importante revulsivo cultural y
social.
En
un primer momento, como es comprensible, la colonia española
estuvo bastante centrada en sí misma. Quizá contribuyó a ello el
sentimiento de provisionalidad con el que vivieron los primeros
meses de su estancia en suelo americano. Al principio, bastantes
profesionales (médicos, maestros, etc. ) tenían su propia
clientela entre los propios exilados. Son dignos de mención, por
ejemplo en México, los centros docentes que fundaron para educar
a los hijos de españoles: la Academia Hispano-Mexicana, el
Instituto Luis Vives, y el Colegio Madrid.
También crearon sus propias revistas y periódicos, tanto los que
marcharon a América como los que se quedaron en Europa.
La orientación y el contenido de estas publicaciones fue
bastante diferente en uno y otro lado del Atlántico. Frente a la
orientación pequeño-burguesa e intelectual de las publicaciones
americanas, destaca la línea más "popular y sindical" de las
publicaciones europeas.
Las revistas que se publicaron en América fueron numerosas,
algunas de ellas de una altura intelectual considerable. Las más
importantes fueron Cuadernos Americanos,
Clavileño, España Peregrina, Realidad
(Revista de ideas), Romances, Las Españas,
Índice, Ínsula,....
Junto a las revistas, hay que mencionar la labor desarrollada en
el campo editorial. Los exilados crearon nuevas editoriales o
trasladaron a América las actividades de editoriales ya
existentes en España. Entre ellas hay que señalar, como más
significativas, Séneca,
Losada, Nova, Argos, Proa, Grijalbo, Vértice, Esfinge, Cénit,
etc..
Pero también colaboraron activamente a reanimar editoriales ya
existentes, como el Fondo de Cultura Económica y Unión
Tipográfica Española e Hispanoamericana (UTEHA), ambas en México.
Un
capítulo de enorme importancia, situado también en el campo
editorial, es el referente a las traducciones que
llevaron a cabo.
Esta labor traductora ya había comenzado en España antes de la
guerra.
Al frente de la Ed. Cénit realizó una labor traductora
importante W. Roces, traduciendo por primera vez al castellano
el primer volumen de El Capital de K. Marx. W. Roces
continuó en México su labor traductora, terminando la
publicación de El Capital en 1946. Y no sólo se limitó a
traducir a Marx, sino también a Hegel, Cassirer y otros
filósofos de primera línea.
Otros importantes traductores fueron Eugenio Ímaz y José Gaos.
El primero tradujo la obra completa de W. Dilthey, en el F.C.E..
Igualmente tradujo varias obras de Dewey y de Cassirer.
La labor traductora de Gaos no fue menos brillante. A él debemos
la versión de Ser y Tiempo, de Heidegger, Ideas,
de Husserl, la Ontología, de N. Hartmann, varias obras de
M. Scheler, etc..
García Bacca colaboró también en esta extraordinaria labor
traductora, auténtico trabajo de equipo, bien programado y
distribuido. El capítulo en el que colaboró, debido a su
perfecto conocimiento del latín y del griego, fue la filosofía
latina y griega. Desde los Presocráticos hasta Cicerón y Boecio,
los textos más importantes de los clásicos del pensamiento
greco-latino fueron apareciendo en interesantes colecciones de
bolsillo, traducidas y prologadas por él. Aparte de los
clásicos, tradujo años después a Descartes, Heidegger, Sto.
Tomás, Marx, y varios autores del campo de la lógica, las
matemáticas y la física.
Pero no sólo fue México el centro de esta labor traductora. Si
los refugiados en México se centraron en la filosofía, los de
Buenos Aires lo hicieron en la literatura, aunque también
tradujeron importantes títulos filosóficos.
Este trabajo de traducción se realizó desde instituciones
culturales fundadas por los mismos exilados, como la Casa de
España en México, creada en 1938 por el mismo presidente
Cárdenas, "para que los españoles pudieran continuar en tierras
mexicanas las tareas de investigación y enseñanza a que se
dedicaban en su país de origen".
Esta institución se transformó a los tres años en El Colegio de
México, "donde españoles y mexicanos trabajaron en plano de
igualdad en labores concretas de investigación".
Junto a México y Argentina, Venezuela ocupa un lugar importante
en la actividad cultural de los "transterrados". Hemos señalado
la invitación de las autoridades académicas venezolanas a un
grupo de profesores españoles, del grupo de México, entre los
que se hallaba García Bacca. Además de su trabajo profesoral y
académico, desde la dirección del Instituto de Filosofía, García
Bacca lanzó y dirigió la revista Episteme. Anuario de
Filosofía hasta su jubilación, en 1971.
Todos estos datos que estamos señalando muestran que la
presencia y el trabajo cultural de los exilados republicanos se
dejó sentir de un modo espectacular y positivo en la América
hispana, constituyendo su labor una digna prolongación, al otro
lado del Atlántico, del trabajo emprendido años antes por
Ortega, en un intento de presentar al público culto español las
principales obras que se iban publicando en el panorama europeo
y americano.
Es
una lástima que de toda esta labor apenas se hayan beneficiado
los habitantes de la península, o lo hayan hecho con demasiado
retraso, tras el deshielo de la censura impuesta por el régimen
franquista.
d)
Rasgos característicos de los filósofos exilados
El
grupo total de los filósofos exilados conforman un conjunto
demasiado heterogéneo como para definirse como una escuela de
pensamiento. Nada más lejos de esa realidad. Cada uno de ellos
siguió una trayectoria intelectual muy específica.
Por tanto, lo único que cabe hacer es presentar una serie de
rasgos muy globales, que se refieren tanto a ciertos rasgos
comunes de su pensamiento e influencias, como a similitudes en
su trayectoria vital e intelectual.
Siguiendo a J.L. Abellán, consideramos que tales rasgos son los
siguientes: 1) su creciente despolitización; 2) la incorporación
a la España de los valores culturales, tras haber perdido la
España concreta que los había visto nacer y crecer; 3)
influencia de la Institución Libre de Enseñanza; 4) influencia
de J. Ortega y Gasset; 5) la presencia del historicismo y del
existencialismo, 6) y un creciente interés por el marxismo.
1)
creciente despolitización.
Esta despolitización progresiva contrasta con los que se
quedaron junto a las fronteras españolas. Tanto los que se
marcharon a América como los que se quedaron en Europa, apoyaron
el bando republicano. Pero, entre los exilados americanos, los
que se habían comprometido directamente en la lucha eran los
menos. Tal es el caso de J. Gaos, María Zambrano y Eugenio Ímaz.
Pero el resto, entre los más conocidos, apenas hizo política
directa.
De
todos modos, su condición de extranjeros en los países de
acogida, les hizo atemperar su compromiso político, fuera mucho
o poco. Esta paulatina despolitización les hizo centrarse de
lleno en su profesión intelectual, y sólo así se comprende la
enorme producción escrita que salió de sus manos, y la ingente
labor traductora de que ya hemos hecho mención. Dedicados de
lleno a lo intelectual, la postura política que adoptan, se pude
"englobar -dice J.L. Abellán- bajo el denominador común de
liberalismo, incluso en aquellos que habían mantenido
posturas de avanzada izquierda".
2)
la idealización de España.
La
ausencia física idealiza los rasgos del ausente, sea una persona
o un paisaje geográfico. Esto permite comprender que los
exilados se dediquen a estudiar a los clásicos y que se remonten
a los momentos más gloriosos de la historia de España. Eso
ocurrió en cierta medida con los exilados de esta generación.
Pero también es cierto que esta preocupación por lo español y su
lugar en el resto del mundo culto, hay que empalmarlo con el
ambiente cultural anterior a la guerra. La preocupación por el
“tema de España” era objeto de discusiones desde el grupo
generacional del 98. Lo que hacen los exilados es continuarlo y
profundizarlo desde la perspectiva americana, y ello contribuyó,
no cabe duda, a ensanchar y enriquecer el problema. "Es patente
-dice J.L. Abellán- que muchos de los filósofos y de los
pensadores dedicaron atención a este tema y sacaron fructuosas
conclusiones, alejadas tanto del pesimismo novetayochista como
del triunfalismo imperial que se manifestó durante aquellos años
en la Península, donde se hablaba de "años triunfales", del
"Imperio hacia Dios", de "España como reserva moral y espiritual
de Occidente", etc.".
Cuando los filósofos y pensadores exilados hablan de España, de
su significado y papel en la historia de Occidente, hacen
también referencia y engloban en el problema a los países
hispanoamericanos, como parte integrante de una cultura común. Y
viceversa. Así, cuando José Gaos habla de Hispanoamérica,
engloba en tal concepto a España.
En García Bacca también se advierte esta característica,
especialmente durante los años que permaneció en México,
plasmando esta preocupación por lo específico del alma
española y del modo de filosofar en español en obras como
Introducción literaria a la filosofía,
“Filosofar en universal y filosofar en español”,
y “El sentido de la Nada en la fundamentación de la Metafísica
según Heidegger, y el sentido de la Nada en la fundamentación de
la experiencia mística, según San Juan de la Cruz”.
3)
influencia de la Institución Libre de Enseñanza.
Es
ya suficientemente conocida la influencia del krausismo y de la
Institución Libre de Enseñanza en las élites culturales
españolas antes de la guerra. Los más significativos líderes
institucionistas, todavía vivos, sufrieron también la
experiencia del exilio. Los casos más llamativos fueron los de
José Castillejo y Alberto Jiménez Fraud. En el destierro
americano o europeo, continuaron manteniendo el espíritu
institucionista Lorenzo Luzuriaga, Luis de Zulueta y Antonio
Jiménez-Landi, entre otros muchos.
Pero, incluso más allá de los círculos directamente relacionados
con la Institución, perduró su patrimonio cultural y el espíritu
que la animó, centrado en "conjugar armónicamente la razón y la
fe, la ciencia y la vida; y (en) alumbrar un tipo de español
culto, amigo de su tiempo, libre de preocupaciones sectarias".
Podemos, pues, afirmar que el espíritu institucionista se
mantuvo vivo entre los transterrados, e incluso se
conservó latente dentro de la Península, aunque escondido, en
"exilio interior".
García Bacca, dada su trayectoria de formación dentro de la
orden claretiana, no experimentó directamente esta influencia,
pero no cabe duda que le llegó indirectamente durante su
estancia en América a través del resto de sus compañeros de
exilio, sobre todo en la etapa mexicana.
4)
la influencia teórica de Ortega.
No
podía faltar. Ortega había sido el maestro indiscutido de la
intelectualidad española en todos los ámbitos culturales.
El les había enseñado a ver y a adentrarse en el panorama
filosófico internacional. Ya en el exilio, su influencia no
decreció, aun a despecho de la desilusión que produjo entre los
exilados el desconcertante neutralismo del filósofo madrileño
durante la guerra (la "tercera España"). Ortega deambuló durante
varios años por Argentina, Chile y Uruguay (1939-1942), sin
atreverse a ir a México, a pesar de ser repetidas veces invitado
por la abundante colonia de exilados.
Entre los exilados, había varios discípulos directos de Ortega
de la Universidad de Madrid, como Gaos, Recaséns Siches, Granell,
Ayala y María Zambrano. Pero también en la escuela catalana la
influencia de Ortega fue importante, en hombres como Xirau,
Roura-Parella, Ferrater, García Bacca, e incluso E. Nicol.
El
pensamiento de Ortega, unido al historicismo de Dilthey, fue el
suelo filosófico del pensamiento filosófico de los exilados
durante casi dos décadas, cediendo poco a poco su influencia al
existencialismo y luego, aunque no en todos, al marxismo. La
influencia de Ortega en García Bacca fue clara y rotunda durante
la primera etapa de su pensamiento ya en tierras americanas,
hasta que su pensamiento se situó posteriormente bajo la
influencia del ontologismo existencialista de M. Heidegger.
5)
la presencia del historicismo y del existencialismo.
La
filosofía de W. Dilthey, a través de Ortega, tuvo un gran
impacto en la España pre-bélica, impacto que continuó durante
años en el exilio. Prueba de ello es que el castellano fue el
primer idioma que tradujo las Obras Completas del
filósofo historicista alemán, de la mano de Eugenio Ímaz, en el
F.C.E. de México. El mismo Ímaz escribió una de las mejores
introducciones existentes sobre su filosofía.
Junto a Ímaz, hay también traducciones parciales y estudios
filosóficos de J. Gaos y de J. Roura-Parella.
La
influencia de Dilthey fue de tal magnitud, que se mantuvo hasta
años en que el filósofo alemán había desaparecido de la
actualidad y vigencia filosófica en los países europeos.
Solapada e imbricada con la presencia del historicismo y del
raciovitalismo orteguiano, se dio la influencia del
existencialismo, tanto en la línea de Heidegger como en la de
Sartre. Heidegger, como ya es sabido, tuvo una gran resonancia e
influencia en Ortega y en sus discípulos más directos, y la
confrontación entre ambos pensadores fue motivo de discusión y
de estudio.
Las obras de Heidegger fueron traducidas por el F.C.E. de México
(destacando la traducción de "Ser y Tiempo" por J.Gaos) y otras
editoriales mexicanas. En cambio, como ya quedó señalado con
antelación, las obras de Sartre fueron traducidas en la
Editorial Losada de Buenos Aires.
La
atención de García Bacca al pensamiento de Heidegger fue
determinante ya durante la década de los cuarenta, pero se
acrecentó en la de los cincuenta. Ya hemos señalado que llegó a
México en 1941, cuando todavía seguía siendo profesor de la
Universidad de Quito, invitado por la UNAM para impartir un
curso sobre el pensamiento de Heidegger. En principio, ese curso
lo tenía que dar Ortega, pero, al declinar esta invitación, se
encargó del curso García Bacca.
Los trabajos escritos de García Bacca sobre el existencialismo
heideggeriano son numerosos, habiendo recopilado los más
importantes de cara a la publicación de un volumen conjunto bajo
el título de Existencialismo.
6)
acercamiento al marxismo.
Este fenómeno se irá produciendo al comienzo de la década de los
sesenta. La circunstancia favorecedora de este acercamiento,
dejando de lado las circunstancias políticas dadas en estos años
en América Latina, fue la preparación del centenario de la
publicación por Marx de El Capital, en 1967. Este acontecimiento
"constituye -apunta J.L. Abellán- la ocasión de una inquietud
que tenía antecedentes muy remotos entre algunos de los exilados
españoles".
Ya he hecho más arriba referencia a ello al hablar de las
traducciones de W. Roces.
La
celebración del centenario de El Capital tuvo en
ambientes universitarios mexicanos especial relieve,
celebrándose actos académicos, y escribiéndose diversos trabajos
sobre el marxismo. Era la culminación de un proceso que venía
gestándose desde casi una década antes y que dejó frutos
interesantes en la obra de García Bacca, como tendremos ocasión
de comprobar, y en la Adolfo Sánchez Vázquez.
La
influencia del marxismo en el pensamiento de García Bacca fue
determinante. Si hasta 1960 los suelos filosóficos en los
que se apoya su pensamiento habían sido, tras su primera etapa
neotomista, el raciovitalismo orteguiano, el historicismo
diltheyano y el ontologismo existencialista de Heidegger, a
partir de la fecha indicada su referencia fundamental fue el
pensamiento de K. Marx. Este salto intelectual se debió a
múltiples factares, desde la situación sociopolítica
latinoamericana, hasta la invitación de A. Machado a filosofar
para el pueblo.
Todo ello fue determinante para que desde ese momento las obras
de mayor madurez de nuestro filósofo estuvieran impregnadas
profundamente del pensamiento crítico del filósofo alemán. Esta
influencia se prolongó durante la década de los sesenta y de los
setenta, momento en el que García Bacca publicó las obras más
importantes y maduras de todo su periplo filosófico.
4. Para
concluir
Aunque la trayectoria de García Bacca en América siguió unos
parámetros muy personales, comenzando por no asentarse desde el
principio en los lugares más concurridos del contingente de
intelectuales exilados (México y Argentina), sino que empezó
impartiendo sus clases en la Universidad de Quito en los cuatro
primeros años de exilio, y posteriormente se asentó en Caracas,
otro destino muy poco concurrido por ellos, coincidió con el
grueso de intelectuales en los rasgos distintivos generales que
hemos indicado más arriba.
Por eso, consideramos fundamental y necesario situar como
frontispicio de los diferentes trabajos sobre el pensamiento de
nuestro filósofo la referencia al horizonte del exilio
republicano de 1939. Sólo en ese conjunto y a partir de esa
referencia, aunque salvando su indudable originalidad, se
entiende adecuadamente el pensamiento y la trayectoria
biográfica y existencial del filósofo hispano-venezolano.
Notas
ABELLÁN, J.L., Panorama de la filosofía española
actual, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, p. 108.
Cfr. LLORÉNS, V., "Emigraciones de la España moderna",
en J.L.Abellán (Dir.), El exilio español de 1939,
Madrid, Taurus, 1976, 6 vols., vol. 1º, pp, 25-93. Cfr.
también MARAÑON, Gr., Españoles fuera de España,
Madrid, Espasa-Calpe, 1947.
LLORÉNS, V., o.c., p. 61.
Sobre la personalidad de este interesante y desconocido
intelectual, cfr. TUÑÓN DE LARA, M., Medio siglo de
cultura española (1885-1936), Madrid, Tecnos, 1977
(3ª ed.), pp. 173-184.
ABELLÁN, J.L., o.c., vol. 1º, p. 17. Cfr. MAESTRE
ALFONSO, Juan, "Los intelectuales exilados",
Informaciones, 14-II-1976.
Cfr. El exilio español de 1939, vol. 1º, p. 15.
Diferentes autores han dados cifras aproximativas sobre
todos estos movimientos de masas durante la guerra. Cfr.
la entrevista de RODRÍGUEZ, R. a J.L. ABELLÁN, en
Triunfo.
XXXIII (1979), nº 844, pp. 48-49.
Cfr. OJEDA, Germán, "Notas comunes y específicas:
Exilios en nuestra historia contemporánea", Tiempo de
Historia, IV (1978), nº 40, pp. 60-71.
Cfr. SAMPELAYO, C., "La postguerra en el exilio de
América: En enero "Juan Tercero", Tiempo de Historia,
VIII (1982), nº 92-93, pp. 54-65.
MARICHAL, J., "30 años de exilio", Historia 16,
nº 5, p. 36.
Cfr. ILIE, Paul , Literatura y exilio interior,
Madrid, Fundamentos, 1981, Introducción.
Cfr. DIAZ, E., Pensamiento español, 1939-73,
Madrid, EDICUSA,1974, pp.15-22; ABELLÁN, J.L.,
Filosofía española en América (1936-66), Madrid,
Guadarrama, 1966, pp. 13 y ss.; ABELLÁN, J.L. (Dir.),
El exilio español de 1939, 6 vols., o.c.
Para una visión suficiente del pensamiento filosófico de
cada uno de ellos, cfr. ABELLÁN, J.L., Filosofía
española en América (1936-1966), o.c.
Cfr. Revista Tajo, Madrid, 3 de agosto de 1940.
Dato tomado de DÍAZ, E., o.c., p. 18.
DIAZ, E., o.c., p. 18. Para una clasificación de los
exilados según su especialidad intelectual, cfr. DE
ALBORNOZ, A. , "La España peregrina", Triunfo, nº
507, Extra, dedicado a "La cultura en la España del s.XX",
17-junio-1972, Madrid.
Cfr. ABELLÁN, J.L, La cultura en España, Madrid,
EDICUSA, 1971, p. 19.
Cfr. HEREDIA SORIANO, Antonio, Exodos. Historia oral
del exilio republicano en Francia (1939-45),
Barcelona, Crítica, 1989.
Cfr. ABELLÁN, J.L.(Dir.), El exilio español de 1939,
o.c., vol.II, "Guerra y política".
Cfr. Ibidem, vol. 1º, pp. 114 y ss.
Cfr. SANZ, M., "La verdadera estructura de la
resistencia española en Francia", Tiempo de Historia,
VI(1980), nº 67, 24-37; FERNANDEZ, A. , "La aventura del
exilio. 1. Españoles en la prisión central de Eysses. 2.
Guerrilleros españoles en el maquis "Sir-Hakeim",
Tiempo de Historia, 1(1975), nº12, 4-23; LLORÉNS,
V., La emigración española en 1939, o.c., pp.
99-114.
Todos los exilados mexicanos coinciden en sus palabras
de elogio y agradecimiento al presidente Cárdenas y a la
nación mexicana por su oportuna y generosa acogida en
1939. Cfr. LLORENS, V., o.c., pp. 125 y ss.
Cfr. ABELLÁN, J.L., Panorama de la filosofía española
actual, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, pp. 117-118.
Cfr. LLORÉNS, V., o.c., donde describe el cuadro
completo de la ubicación en América de los exilados más
importantes (pp.94-200).
Cfr. para el itinerario del Gobierno Republicano en el
exilio, MENENDEZ ASENSIO, Luis, "Francisco Giral: pasado
y presente de la República", Tiempo de Historia,
VI(1980), nº 62, pp. 4-21.
El caso de México fue bien patente: cfr. LLORÉNS, V.,
o.c., vol.
II, p. 125; SAMPELAYO, C., o.c.
Cfr. LLORÉNS, V., o.c., vol. 1º, p. 138.
Cfr. ANDÚJAR, Manuel y RISCO, Antonio , "Crónica de la
emigración en las revistas", en El exilio español de
1939, o.c., vol. III, pp. 11-150.
Fue la revista que mayor altura e importancia llegó a
conseguir, en el campo de la filosofía: cfr. ANDÚJAR,
M.,o.c., p.28; DÍAZ, E., o.c., pp. 45-46; LLORÉNS, V.,
o.c., p. 177; ABELLÁN, J.L., Panorama de la filosofía
española actual, o.c., 139-140; RAMA, Carlos Mª ,
"Cuarenta años de Cuadernos Americanos", El País,
8-1-1982.
Para una información más pormenorizada sobre las
revistas, cfr. ANDÚJAR, M., o.c., pp. 62-92.
"La Ed. Séneca, fundada en México con fondos del SERE
(Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles) y
dirigida por J.BERGAMÍN, tuvo muy corta vida, pero en su
haber cuenta con varios de los volúmenes mejor
presentados hasta entonces en Hispanoamérica", LLORÉNS,
V., o.c., p. 149. García Bacca fue, durante su estancia
de cuatro años en México, presidente del Consejo de
Administración de la Editorial: cfr. El País, 22
de septiembre de 1977, p. 27.
Cfr. ANDÚJAR, M. y RISCO, A., o.c., p. 19; LLORÉNS, V.,o.c.,
pp. 149-150.
Cfr.ABELLÁN, J.L., Panorama de la filosofía española
actual, o.c., pp. 134-136; "Entrevista con el editor
Arnaldo Orfila", El País, 15-octubre-1978, p. I,
IV-V.
"Entre 1939 y 1955, los refugiados vertieron al español,
sólo para el F.C.E más de un centenar de obras de un
total de 179 en el campo de la sociología, la filosofía,
la historia y la política. Obras fundamentales no pocas
de ellas y de gran extensión", LLORÉNS, V., o.c., p.
147.
Cfr. ABELLÁN, J.L., o.c., p. 137.
Cfr. Ibidem, pp. 136-137. Sobre la vida y la obra de E.
Ímaz, cfr. ADURIZ OYARBIDE, I. , Eugenio Ímaz:
Conciencia y espiritualidad en su vida y en su obra,
S. Sebastián, Universidad de Deusto, 1990 (Tesis
doctoral); ASCUNCE, J.A., Eugenio Ímaz: hombre, obra
y pensamiento, Madrid, FCE, 1990.
Cfr.ABELLÁN, J.L., o.c., p. 137.
Cfr. BEORLEGUI, C., La filosofía del hombre en J.D.
García Bacca, Bilbao, Univ. de Deusto, 1983, tesis
doctoral, cap. 2º.
En la Ed. Losada de Buenos Aires, se publicó la
traducción de las obras de Sartre y de otros filósofos
de lengua francesa.
Cfr. LLORÉNS, V., o.c., pp. 166-167.
ABELLÁN, J.L., o.c., p. 133.
La mayoría de los estudiosos del exilio, reconocen la
importante labor cultural que realizaron en América, de
modo que "la llegada en masa, dice GARCIA DURAN, J., de
los refugiados republicanos a México, así como a otros
países de la América Latina, fue, desde los tiempos de
la colonización, el hecho más significativo en la
influencia española en América": "Los exilados en
México", Tiempo de Historia, 1977, nº 37, p. 33.
GERMÁN OJEDA, J., aunque considera exagerado afirmar que
con la operación de los transterrados se operase un
"mestizaje espiritual", como hay quien así lo afirma,
reconoce "la inestimable aportación cultual de los
muchos intelectuales republicanos a estos países": o.c.,
pp. 67-68.
Para el estudio del pensamiento filosófico de los más
importantes representantes, cfr. ABELLÁN, J.L.,
Filosofía española en América, o.c.
Cfr. ABELLÁN, J.L., Panorama de la filosofía española
actual, o.c., pp. 124 y ss.
Ibidem, p. 124. Abellán considera a J. Gaos como
paradigma, en este punto, de esta generación de
pensadores.
ABELLÁN, J.L., "Filosofía y pensamiento: su función en
el exilio de 1939”, en El exilio español de 1939,
o.c.,vol. III, p. 161.
Cfr. ABELLÁN, J.L., “La contribución de José Gaos a la
historia de las ideas hispanoamericanas" Dianoia
(México), 1970, pp. 205-237.
Cfr. LUZURIAGA, L., La Institución Libre de Enseñanza
y la Educación en España, Buenos Aires, 1957.
HEREDIA SORIANO, A., "El krausismo español (Estudio
histórico-bibliográfico)", en VV. AA., Cuatro ensayos
de historia de España, Madrid, EDICUSA,1975, pp.
75-150.
HEREDIA SORIANO, A. así lo sostiene, advirtiendo
herencias institucionistas en diferentes movimientos
culturales innovadores de la España franquista: o.c.,
pp. 125-148.
García Bacca, en diálogo personal, me señaló que en 1942
fueron invitados, desde México, Ortega y él para
impartir sendos cursos sobre al filosofía de Heidegger.
García Bacca acudió, y fue el primer contacto con México
para quedarse allí durante cuatro cursos. En cambio,
Ortega no aceptó, debido, en opinión de García Bacca, al
reparo permanente que tuvo a tener que justificar su
postura ante el grueso de los exilados, asentado en
México.
El pensamiento de W. Dilthey.
Evolución y sistema,
México, F.C.E, 1946. Cfr. también, ÍMAZ, E., "Asedio a
Dilthey", Jornadas del Centro de Estudios Sociales de
El Colegio de México, nº 35, 1945.
Cfr. GAOS, J., "La jornada de Dilthey en América", y "El
Dilthey de Ímaz", ambos trabajos en Sobre Ortega y
Gasset y otros trabajos de historia de las ideas en
España y América Española, México, UNAM, 1957, pp.
139-146 y 147-163.
Cfr. REGALADO GARCIA, A., El laberinto de la razón:
Ortega y Heidegger, Madrid, Alianza, 1990.
Como resumen significativo de la influencia en los
exilados de estas dos corrientes de pensamiento que
estamos analizando, cfr. NICOL, E., Historicismo y
existencialismo, Madrid, Tecnos, 1960.
Panorama de la filosofía
española actual, o.c.,
p. 153.
A. Sánchez Vázquez tenía sólo 20 años cuando estalló la
guerra, disponiéndose a estudiar Filosofía y Letras en
la Universidad de Madrid. Acabó sus estudios en México y
se incorporó como profesor a la UNAM en 1955. Sus
intereses intelectuales se centraron en la estética,
vista desde la óptica marxista, destacando entre sus
obras Filosofía de la praxis, México,
Grijalbo,1967; y Ciencia y revolución (El marxismo de
Althusser), Madrid, Alianza, 1978.
Carlos Beorlegui
Universidad de Deusto
[Fuente: Carlos Beorlegui, Cristina de la
Cruz y Roberto Aretxaga, Editores. El pensamiento de Juan
David García Bacca, una filosofía para nuestro tiempo (Actas
del Congreso Internacional de Filosofía: Centenario del
nacimiento de Juan David García Bacca). Bilbao: Universidad de
Deusto, 2002.]
© José Luis Gómez-Martínez
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