Cumandá o un drama entre salvajes Cumandá es una bella joven que vive en la selva peruano-amazónica con su familia indígena. Su belleza es tal, que se la distingue y premia al seleccionarla como la nueva esposa del cacique de los Paloras. Cumandá, sin embargo, ha conocido y se ha enamorado de Carlos Orozco, un joven blanco, con quien secretamente planea casarse. Tanto Cumandá como Carlos crean distancia cultural entre la joven y su familia y tribu, destacando las diferencias existentes. Cuando Tongana, el padre de Cumandá, descubre los planes de su hija, hace todo lo posible por impedirlo (con amenazas y golpes). El casamiento de Cumandá con el cacique será parte de una importante celebración: el curaca debe reafirmar su poderío, lo que logra venciendo al cacique retador, y se hace merecedor de los brazaletes de piel de culebra, que entrega a Cumandá en señal de afecto. Carlos, que ha seguido a la tribu a la espesura de la selva, intenta frustradamente rescatar a Cumandá; solo logra caer prisionero. Cumandá se ofrece como prenda de rescate: si la tribu libera a Carlos, ella aceptará convertirse en esposa del viejo curaca. El cacique, viendo que de otra manera perderá a Cumandá, quien ha amenazado suicidarse si su propuesta es rechazada, acepta. Se libera a Carlos, quien parte raudamente a la misión de Andoas, donde su padre, don Domingo es sacerdote. Mientras tanto, en la selva, se comienzan los preparativos para la boda de Cumandá. Cuando Carlos llega a Andoas, el padre Domingo escucha su relato y decide ayudarlo: la joven de quien se ha enamorado su hijo, a pesar de ser “indígena” es cristiana y por su comportamiento se ha hecho merecedora de la compasión. Mientras el padre Domingo y Carlos preparan un ataque para rescatar a la joven, en la selva ha habido una pequeña revuelta, el curaca ha muerto, Cumandá ha sido inculpada y ha escapado hacia Andoas en busca de Carlos. La cacería humana que le sigue es dirigida por el propio Tongana. Cumandá llega a Andoas poco antes que Tongana y los demás perseguidores. En la aldea, poco antes de expirar la muchacha, se descubre su verdadero origen. Cumandá no es otra que Julia, hija de don Domingo y hermana de Carlos. Muchos años antes, cuando el “padre Domingo” era don José Domingo de Orozco, un poderoso propietario, con familia y tierras e indios a su servicio, había habido un alzamiento indio que había arrasado con la familia. Carlos, quien estudiaba en la ciudad, se había salvado. Don Domingo, habiendo perdido a sus seres amados, había tomado los hábitos y cambiado su conducta anterior para intentar cristianizar a los indios. Julia, en ese entonces bebé, había sido protegida por la aya india, y junto con Tongana, su esposo, la habían criado como suya. Tanto Tongana como Cumandá mueren, ambos a sabiendas de la verdad, y con la bendición cristiana. Solamente la satisfacción de haber encontrado a su hermana a quien creía muerta, y la tranquilidad de no haber cometido incesto (al no haber consumado su amor), le da a Carlos una medida de tranquilidad. Bibliografía
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© Marina Herbst, El concepto de identidad iberoamericana como elemento posibilitador del discurso indigenista. 2003. |