Román Piña Chan

 

Román Piña Chan:
Vida y obra (1920-2001)

 

Yolanda Sandoval Santana

Román Piña Chan nació en la ciudad de Campeche, en el barrio de San Román. En esta ciudad con sus casas de techos de azotea y sus tejados rojos traídos de Marsella, resguardada por su mar tranquilo amplio y grisáceo, nuestro personaje pasó su infancia y parte de su juventud. Al referirse a su ciudad natal Piña Chan decía “La vida cambia y la ciudad también, pero la ciudad de la infancia y de la juventud la llevamos siempre adentro aunque sea real o soñada” [Piña Chan, 1990: 2].

Román Piña Chan concluyó los estudios de primaria a los 12 años en la escuela federal Ignacio Zaragoza. Tanto para la familia como para Román su vida estudiantil había concluido. Ingresar al Instituto Campechano a estudiar la secundaria era un lujo que los pobres no se podían dar. Ante esta situación pronto encontró acomodo en una notaría para cargar libros, pero como era un muchacho con muy buena letra y ortografía empezó a levantar actas.

Cuando tenía 13 años ingresó a la Escuela Industrial, a estudiar el oficio de zapatero. Aquí aprendió desde el trazo de la planta del zapato hasta la creación de nuevos modelos. Combinaba el aprendizaje del oficio con las reglas del basquetbol (sin interrumpir las clases). Fue así como él y otros compañeros integraron la tercera fuerza denominada “Benjamín Romero Esquivel”. En esta escuela de corte Socialista, aprendió los principios básicos del materialismo histórico.

En 1936 se fundó en Campeche la Escuela Prevocacional, situación que cambió el rumbo en vida de Piña Chan. Cabe destacar que esta institución ofrecía al estudiante la posibilidad de cursar en el Politécnico Nacional una carrera profesional. Durante los siete años que duraron los estudios prevocacionales, Piña Chan continuó aprendiendo el oficio de zapatero. Al recordar su vida estudiantil con cariño expresaba:

Esos años fueron los que más recuerdo de mi tierra, porque a través de ellos fui artesano, otra vez estudiante, deportista, profesor de gramática y modelado, dibujante, miembro de los hijos de la masonería y dirigente estudiantil [Barba de Piña Chan, 2001: 7].

Al terminar sus estudios, obtuvo una beca del Politécnico Cardenista porque tuvo que trasladarse a la ciudad de México. Aquí llegó muy joven y su vida estudiantil transcurrió con grandes trabajos, debido a su pobreza. Pero lejos de desanimarse, buscó trabajo para completar la beca: fue dibujante, ayudante de estudiantes con problemas académicos, mesero de cantina, pintor de brocha gorda y ayudante de zapatero.

Evolución intelectual

La influencia intelectual que recibió Piña de diversas personalidades fue decisiva para su formación profesional. Según la Doctora Beatriz Barba fue el Doctor Daniel Rubín de la Borbolla “quien descubrió la calidad humana y profesional de Piña Chan, por lo cual le dio la oportunidad de trabajar primero en el museo de Culturas Populares de la ciudad de México y después en la zona arqueológica de Tzin-zun-tzan en el Estado de Michoacán” [Barba de Piña Chan, 2001: 7]. De Rubín de la Borbolla aprendió los primeros conocimientos de la Antropología. También tuvo la fortuna de conocer al Doctor Alfonso Caso, de quien recibió los conocimientos teóricos sobre la arqueología. No obstante, es importante resaltar la influencia que también tuvo de otros prestigiados como: Juan Bazán destacado reconstructor de la arqueología; Eduardo Noguera, quien le enseñó el conocimiento de los métodos de Tipología y Estratigrafía y el reconocimiento de la cerámica; Salvador Matos Higuera, especialista en fuentes documentales de la historia antigua; Miguel Covarrubias, de quien aprendió a reconocer las características de la cultura olmeca en Tlatilco; y, Manuel Gamio, quien le heredó su preocupación por los sitios monumentales; de los maestros Erosa y Raúl Pavón reconocidos en el campo de la arqueología aplicada. Otros intelectuales no menos importantes en la vida profesional de Piña Chan, fuero: Pablo Martínez del Río, Alberto Ruz, José Erosa, Ignacio Marquina, Carlos Morgan, Pedro Armillas, Maldonado Koerdel y Arturo Romano Pacheco.

Compartió experiencias profesionales con Eduardo Parayón, Luis Aveleira, Muriel Peter, Eduardo Matos Moctezuma, Eduardo Noguera, Arturo Romano, Ignacio Bernal John Paddock, Beatriz Barba y Hugo Moedano. La obra inicial de Piña Chan fue el resultado. de los estudios en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y las prácticas de campo en Tlatilco Estado de México, en donde excavó tres pozos estratigráficos de los que obtuvo materiales que luego analizó en su tesis para obtener el título de licenciado en arqueología. Su inquietud por conocer más sobre los grupos culturales que nos antecedieron, lo obligó a proseguir sus estudios de maestría en la Universidad Nacional Autónoma de México en donde obtuvo el grado de maestro en Ciencias Antropológicas con la tesis Horizonte Preclásico del Valle de México. Con este estudio dio seguimiento a la investigación iniciada en Tlatilco. El grado de Doctor también lo obtuvo en la Universidad Nacional Autónoma de México con la tesis Arqueología y Tradición Histórica: Un Testimonio de los Informantes de Sahagún. En este trabajo hace una revalorización del horizonte Posclásico Temprano, tomando como base la presencia de una relación que el propone con la Zona Maya.

Uno de sus hallazgos científicos más importantes fue descubrir el origen de los Olmecas, investigación plasmada en El Ensayo Histórico Cultural publicado en 1960 y continuando con el estudio sobre los Olmecas, en 1964 publicó el libro El Pueblo del Jaguar. Estas dos obras tendrán una influencia en estudios posteriores.

La labor permanente que desarrolló como divulgador de la Arqueología Mesoamericana, unido al trabajo de campo en innumerables sitios Mesoamericanos, lo convirtieron en un personaje “Legendario”. En sus estudios sobre Arqueología se advierte el enfoque sociohistórico. Un ejemplo lo tenemos en el estudio sobre Mito y Religión que aplicó después a las investigaciones arqueológicas.

Actividad docente

En su trabajo académico insistió en que uno de los elementos indiscutibles para la preservación del patrimonio arqueológico es el rigor científico, el trabajo académico y dos canales indispensables para su difusión: Docencia y Museos. La docencia la desarrolló no sólo en instituciones nacionales, sino también en internacionales. Su profesión de pensar, hacer y enseñar Historia Antigua ha tenido una gran repercusión y trayectoria. Tuvo la capacidad de transmitir a sus alumnos ese sentido humanista de la arqueología y hacerles comprender que los hombres no estaban desligados de los objetos.

En el aula y en el campo hay muchas voces que recuerdan al doctor Piña como: Antonio Benavides quien dijo: el maestro Piña, además de la Cátedra daba ejemplos, siempre pulcramente vestido con sus notas bien ordenadas, pulcro en el aula y en el campo, y Angel Rivera comentó, Piña nos ha dejado múltiples enseñanzas como maestro y como ser humano frente a la adversidad” [Benavides, 2001: 13].

Expresiones de cariño, respeto y admiración por el maestro Piña Chan fueron muchas:maestro con calidad humana, amigo, guía, excelente persona, impecable, tolerante con los que contradecían sus conclusiones”. [Varios, 2001].

El doctor Piña destacó por su eficiencia, análisis, intuición, creación y enseñanza, ya fuera a través de sus escritos o de sus clases, sin olvidar algo muy importante su pasión y gusto por lo que hacía” [Castro, 2001: 51] Los cursos del maestro Piña antes y después del accidente ocurrido el 13 de septiembre de 1984 en Becan Campeche cuando reparaba el edifico tres, en donde se lesionó la columna vertebral postrándolo en una silla de ruedas por 17 años. La arqueología mexicana perdió una de las grandes figuras intelectuales del sol y del viento. Su invalidez no fue pretexto para continuar su actividad académica. Muchos alumnos de licenciatura, maestría y doctorado fueron asesorados por el doctor Román Piña Chan. Venían a buscarlo los alumnos del Centro de Investigaciones Sociales del Sureste, de la Universidad Veracruzana, de la Universidad Nacional Autónoma de México, sin faltar los alumnos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de todos los niveles. Al referirse a Piña Chan, Ernesto Vargas Pacheco asegura que el doctor Piña fue el fundador de la Arqueología en el campo en donde sus enseñanzas eran verdaderos laboratorios” [Vargas Pacheco, 2001: 27].

Admirado y respetado por sus amigos, colegas y discípulos, todos los llamaban Maestro, no porque desconocieran su grado de Doctor, sino por la admiración que sentían debido a su conducta ejemplar que siempre demostró ante los problemas académicos y económicos de los alumnos.

Por ello Jorge Angulo dijo alguna vez:respetamos y admiramos su dimensión humana” y Lorenzo Ochoa al referirse a la labor docente del maestro expresó:eres el maestro, amigo y generoso que siempre buscó la oportunidad de transmitir sin distingo su experiencia” [Ochoa, 2001: 43]. Esa experiencia de la que habla Ochoa fue absorbida por sus alumnos, amigos y colegas. Con él se podía discutir y aprender. Las temporadas de campo eran formales y enriquecedoras no es casual la expresión de Andrés Fábregas Puigel Doctor Piña era más que un arqueólogo, era un sabio” [Fábregas Puig, 2001: 9]. El maestro sorprendió a sus colegas y discípulos que se acercaban a él en busca de respuestas derivadas del razonamiento.

Fuera de su campo de trabajo disfrutaba de las fiestas con amigos, colaboradores y colegas de diversas instituciones y corrientes ideológicas y de diferentes países. En este espacio compartía sus experiencias. Con él no había prejuicios sociales, los grados académicos eran respetados, pero igualmente respetadas aquellas personas que apenas sabían leer y escribir y que vivían con un sueldo modesto. En alguna actividad de campo en donde trataban con gente sencilla, el maestro Piña Chan dijo a sus alumnos “si bien algunos hemos tenido la oportunidad de estudiar y ocupar puestos de dirección o de supervisión, no debemos olvidar que seguimos siendo humanos como aquellos que apenas saben leer y escribir” [Benavides, 2001: 14].

Trabajo en museos

En el campo de los museos el maestro lo consideró como uno de los canales más importantes de difusión. Se advierte su trabajo en la diversidad de guías que escribió para exposiciones, cédulas generales y particulares, cuadros cronológicos y dibujos. En la guía de la sala de Mesoamérica del Museo Nacional de Antropología plasmó conceptos marxistas como son: las fuerzas productivas y la relación del hombre con la naturaleza. Para la cultura olmeca, diseñó ideogramas que presentó en forma de manual. Proyectó y fundó museos de sitio en Campeche, Mérida, Morelia, Ciudad Madero Tamaulipas, Santiago Tuxtla Veracruz, Cuicuilco Distrito Federal, Dzibilchltun Yucatán, Teotenango y Ocoyoacac estos dos últimos en el Estado de México además del museo de la Universidad Autónoma del Estado de México.

Para el doctor Román Piña Chan los descubrimientos arqueológicos no tenían ningún valor si los resultados no se transmitían a la sociedad, labor que cumplió por medio de los museos y escritos, cuya difusión facilitó al público el acceso a la lectura sobre el pasado indígena. En los museos de sitio en que participó el doctor Piña, quedó claro que en estos espacios no se guardan cosas viejas, se guarda la memoria de los pueblos que nos antecedieron.

Publicaciones

Piña Chan también fue un escritor sobresaliente dejando impreso en varios libros, revistas y artículos especializados tanto nacionales como extranjeros el fruto de una larga experiencia. Uno de esos libros es Una visión del México prehispánico, en el cual presenta una visión totalizadora del México Antiguo, que permite a los mexicanos conocer esa historia de las sociedades que nos precedieron de la que nos sentimos orgullosos, pero como afirma Bonfil Batalla “se vive como cosa muerta […] se presume como algo ajeno que ocurrió antes aquí, en el mismo sitio donde estamos nosotros los mexicanos” [Bonfil Batalla, 2003: 23]. Una visión del México prehispánico nos transporta a lo largo de líneas temporales de larga duración. Este libro constituye una de las obras clásicas e imprescindibles para el estudio de la cultura prehispánica, parte de su originalidad se debe al trabajo continuo, y a la dialéctica compleja de las experiencias individuales vividas por el autor con los contextos sociales.

La publicación y el éxito del libro Una visión del México prehispánico, no significó para el doctor Piña Chan el abandono del estudio de Mesoamérica, ni tampoco la renuncia a seguir investigando y analizando distintos fenómenos, situaciones y problemas históricos poco explorados que se hacen evidentes en una nueva publicación titulada Mesoamérica, en donde explica el proceso de desarrollo de las culturas de diferentes regiones. A esta publicación siguieron muchas más. Su vocación por dar a conocer, por explicar a las sociedades desaparecidas del México Antiguo, y con ese don de la palabra escrita entregó un número elevado de libros, artículos, capítulos para libros, folletos, guiones científicos, guías para museos y zonas arqueológicas. Su obra es conocida en ámbitos nacionales e internacionales, y sus libros son citados por estudiosos, como: Alfredo López Austín en Hombre-Dios, Paul Wastheim en Escultura y cerámica del México Antiguo, Alfonso Caso en Calendarios prehispánicos, Max Shin en Niño Prehispánico, George Vaillant en Civilización azteca, Leonardo Zaleta, en México-Tenochtitlan, y Hasso Von Winnig en Arte prehispánico de occidente, entre otros.

En los dos últimos años de su vida coordinó la Enciclopedia histórica de Campeche, pero antes escribió Campeche en el periodo colonial con motivo de la conmemoración de los 200 años de la Real Cédula que elevaba a la Villa de San Francisco al rango de ciudad. En esta obra que fue publicada por el INAH en 1977, el autor hace un recorrido desde la expedición de Francisco Hernández de Córdoba en 1517 hasta la consumación de la Independencia en 1821. En el último capítulo el doctor Piña hace un recuento de sus vivencias en la ciudad que lo vio nacer y crecer; describe magistralmente la arquitectura privada destacando elementos muy particulares como los corredores, balcones y flores de ornato. En este recuento no olvidó describir las costumbres y las fiestas patronales de su ciudad natal.

En 1990 escribió un artículo titulado “Mi Ciudad”, por medio del cual el lector conoce los momentos más difíciles de los años tempranos de nuestro personaje, así como un recorrido por las calles, baluartes, patios, plazuelas escuelas, iglesias y faros. Las fotografías hablan de la belleza de su terruño.

El doctor Piña por su lugar de nacimiento, puede ser considerado como un hombre de mar, aquí vivió los primeros 19 años de su vida, pero siempre estuvo ligado a ese lugar donde creció a la sombra de las murallas, seguramente escuchando leyendas de piratas. Esa ciudad pero sobre todo ese mar grisáceo estuvo presente en la mente del doctor, aún en los momentos más difíciles de su enfermedad deseaba volver a su mar.

La obra del doctor puede ser leída como un recorrido de diversa e incansables búsquedas y explicaciones del México antiguo a través de las interpretaciones de fuentes etnohistóricas primarias.

Trabajo de campo

El trabajo de campo efectuado en innumerables sitios mesoamericanos lo convirtió en un personaje legendario. Sus primeros pasos los dio al lado del doctor Daniel Rubín de la Borbolla en Tzintzuntzan en el Estado de Michoacán en 1945, y de aquí en adelante continuó su trabajo en casi todo el territorio nacional. Su objetivo principal fue dar a conocer y explicar las sociedades desaparecidas del México Prehispánico.

De las cincuenta y cuatro exploraciones arqueológicas que realizó, veintiuna corresponden al área maya y nueve al Estado de México. Su trabajo de campo puede caracterizarse, ante todo por el enorme cúmulo de novedades que permiten explicar rasgos, estilos y detalles de cada una de las culturas mesoamericanas. Logró integrar patrones y datos del pasado prehispánico, esta capacidad le permitió localizar ofrendas y enterramientos, sacar a la luz los bienes simbólicos mas preciados de las sociedades pretéritas, esto no fue casual como algunos pensaban, sino la conjunción de conocimiento e intuición.

Su amplia visión enriqueció el valor del objeto arqueológico al ubicarlo junto con la sociedad que lo produjo dentro de un contexto más amplio que el local o regional, perspectiva que amplió con sus viajes a Sudamérica.

El trabajo de campo del doctor fue más allá de las exploraciones arqueológicas. Propuso trabajos e investigaciones interdisciplinarios e insertar en éstos planes de educación, cultura y turismo desarrollados por gobiernos estatales. Estos programas se volvieron promotores del trabajo arqueológico, dando lugar a Centros Regionales del INAH, como el del Estado de México. Desarrolló proyectos en Edzná Campeche y Teotenango, Estado de México con carácter integral e interdisciplinario con el objetivo de analizar el medio y cultura Matlazinca y Ocuilteca. Los resultados del proyecto Teotenango fueron dados a conocer en dos volúmenes titulado Teotenango, el antiguo lugar de la muralla, publicado por la Dirección de Turismo del Gobierno del Estado de México. Además de la fundación del museo de sitio. Concluyó que este centro arquitectónico comenzó con gente de tradición cultural presente en sus enterramientos, cerámica y restos de construcciones de talud bajo.

El estudio de los Otomíes y Mazahuas del noreste del Estado de México, lo llevó a cabo a través del proyecto Huamango entre 1976-1977, y así se conocieron el desarrollo y los cambios que experimentaron estas culturas.

Reconstruyó el modo de vida de los habitantes del centro del país, que vivieron en el horizonte preclásico. Aplicó el modelo de Evolución Social y Cultural del México Precolombino, basado en los planteamientos de la antropología Francesa.

Si miramos con cuidado el territorio que abarcó el doctor Piña en su actividad de campo y los grupos que en él estudió, nos daremos cuenta de tres grandes elementos que destacaron en su trabajo: investigación, preservación y difusión del patrimonio cultural.

Aportaciones

En los cincuenta y cuatro sitios que exploró, siempre hubo alumnos con él aprendiendo los secretos arqueológicos y los resultados siempre sorprendieron a propios y extraños. Sus aportaciones tan novedosas lo hicieron merecedor del título de Fundador de la Escuela de Arqueología en el Campo. Permanente divulgador de la Arqueología Mesoamericana y piedra angular de la antropología mexicana. Aportó datos sobre el sistema urbano de la ciudad de Teotihuacan en donde encontró varios entierros; ubicó a Mesoamérica dentro de un ámbito continental y presentó sus teorías sobre las relaciones de intercambio de elementos con otras zonas como Ecuador. Concibió las líneas generales de la comprensión de las condiciones económicas, sociales, políticas y religiosas del periodo Preclásico de Mesoamérica.

Entre los mesoamericanistas de su tiempo no hubo nadie que pudiera aplicar ese horizonte al México arqueológico, por ello está considerado por los estudiosos como una leyenda mesoamericana.

Se pronunció por una arqueología comprometida con un cambio social, como defensor de los monumentos arqueológicos e históricos, protestó enérgicamente en contra de la iniciativa de ley presentada por un senador panista en 1999, que lesionaba el patrimonio arqueológico. Lo defendió de aquella visión mercantilista y aseguró que era al INAH, como institución académica, a quien le tocaba preservarlo e investigarlo, porque es patrimonio mental para comprender el presente de nuestros pueblos.

En 1992 intervino en la Cámara de Diputados en defensa de la ley federal sobre los Monumentos y Zonas Arqueológicas. Asimismo defendió el patrimonio cultural, también lo hizo con diversos grupos indígenas. Fue autor de un vasto conjunto de nuevas teorías en torno al estudio de las culturas que nos antecedieron. Luchó y logró que se reconociera a los arqueólogos como científicos sociales.

Conferencias

Presentó sus trabajos en el Distrito Federal y en otros estados de la República Mexicana. Participó en 35 congresos internacionales, en donde destacó rasgos asociados a distintas épocas.

Su voz fue escuchada en Estados Unidos de Norteamérica, España, Perú, Ecuador y Panamá. Los temas de sus conferencias magistrales fueron muy diversos. Habló de las técnicas de excavación, de museología, de cerámica, de organización social, de cronología y fechamiento y de reconstrucción entre otros temas. Aún después de su trágico accidente, siguió participando activamente. En 1990, con motivo de la celebración de los 200 años de la Arqueología, con su disertación dio muestra del amplio conocimiento de las culturas precolombinas. Hizo un recorrido desde Chupícuaro Guanajuato, pasando por Tlatilco y Teotenango, siguiendo por Yagul y la Costa de Oaxaca, La Venta, Comalcalco, Uxmal, Chichen-Itza, Río Bec y Campeche. Viajó a China con el objeto de conocer los métodos más recientes utilizados en la Arqueología.

Cargos administrativos y honoríficos

La vida del doctor Piña no estaba en las oficinas estaba en el campo y como lo dijo la doctora Beatriz Barba de Piña Chan en una carta póstuma:

El escritorio, la mesa de trabajo, la caja de cerámica clasificada, la vitrina, la cédula, la guía museográfica, la visita guiada, cambiaron tu vida de ave sin fronteras que se remontaba muy alto para observar en perspectiva a la Mesoamérica de las altas culturas.

El rechazo a las cuatro paredes y a la administración. Se apoderó de ti y todos veíamos tu inconformidad, hasta que dejaste ese trabajo, importante y necesario pero limitante para volver a sacar mundos enterrados, vidas olvidadas, sacrificios ignorados y riquezas nuevas para los museos [Barba de Piña Chan, 2001: 5].

Muchos fueron los puestos administrativos que desempeñó el doctor Piña desde 1968. Fue Director de Monumentos Prehispánicos del INAH, Jefe de Arqueología del Museo Nacional de Antropología, Coordinador de Investigación Arqueológica del Departamento de monumentos Prehispánicos, Jefe del Centro Regional del Estado de México, Director del Centro Regional de México-Michoacán, Coordinador de la Escuela de Antropología de la UAEM. Asesor de Investigación Histórica y Social de la Universidad Autónoma de Campeche y Coordinador de la Enciclopedia Histórica de Campeche.

Colaborador Honorario del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Presidente de la Asociación de Antropólogos Profesionales, Miembro de la Comisión Dictaminadora de Antropología de la UNAM, Presidente del Colegio de Antropólogos, Socio Honorífico del Colegio Mexicano de Antropólogos, Socio Perpetuo de la Sociedad Mexicana de Antropología, Presidente Honorario de la Sociedad Camakmul de Campeche y Presidente Honorario de la revista Actualidades Arqueológicas.

Títulos de alta calidad académica

La amplia difusión del doctor Piña está ligada al importante rol que jugó dentro de las instituciones en las que participó: universidades, institutos, escuelas, centros de investigación, museos y diversas zonas arqueológicas.

Por su labor de entrega, gobiernos, asociaciones civiles e instituciones privadas lo distinguieron con diversos reconocimientos. En 1960 el gobierno del Estado de Campeche le otorgó el premio Joaquín Baranda; la Universidad Iberoamericana por sus servicios relevantes le entregó el diploma de Maestro Numerario; el Museo de las Culturas por su asesoría científica, lo distinguió con un diploma; el Instituto Nacional de Antropología e Historia le hizo entrega de la Medalla de Oro por sus servicios ininterrumpidos de alta calidad académica; la Universidad Nacional Autónoma de México, por sus servicios especiales prestados a la comunidad universitaria, reconoció su labor con la Medalla de Plata; el Ayuntamiento de la Ciudad del Carmen Campeche, por su permanente labor de investigación y difusión lo declaró Hijo Predilecto de la Ciudad del Carmen; la Universidad Autónoma de Tabasco, le hizo entrega del premio Juchimán de Plata, por la Investigación de las Culturas Prehispánicas; el Gobierno del Estado de Campeche, le entregó la Medalla de Oro Justo Sierra, por su labor Antropológica y Pedagógica; el Colegio Mexicano de Antropólogos le hizo entrega de un diploma como Distinguido Fundador; la Universidad Inca Garcilaso de La Vega del Perú le entregó el diploma como Miembro Honorario del Congreso del Hombre y la Cultura Andina; El Instituto Nacional de Antropología e Historia, lo distinguió con un Diploma y Medalla de Oro por su destacada labor científica y académica; El Ayuntamiento de Naucalpan, Estado de México, reconoció su labor con la entrega “Testimonio de Tlatilco“ por su destacada labor científica en Tlatilco; la Sociedad Mexicana de Antropología, le hizo entrega de un diploma; el Gobierno de Campeche le dio un Reconocimiento por sus altos méritos en beneficio del rescate, preservación y divulgación del patrimonio cultural; El Ayuntamiento Municipal y la Asociación Cultural Deportiva de Teotenango Estado de México reconocieron su labor de investigación y difusión de las culturas prehispánicas; el gobierno del Estado de Nayarit le entregó el Premio Aztlán por su constante labor de rescate y difusión de las culturas Prehispánicas ;la Academia Mexicana de Medicina Tradicional, le entregó el Premio Martín de la Cruz por su labor científica; el Gobierno Federal, le hizo entrega del Premio Nacional de Ciencias y Artes por su aportación al estudio del México Prehispánico, por la formación de investigadores y especialistas y por la fidelidad de su vocación por las ciencias antropológicas y la Universidad Autónoma de Campeche le entregó un reconocimiento por su destacada investigación de Culturas Mesoamericanas y en especial de la Cultura Maya.

Independientemente de estos reconocimientos recibió de sus alumnos y colaboradores, los más diversos calificativos en maya, en nahuatl y en español. Lo llamaron Yya Canu (gran señor, señor divino o sagrado) Quetzalcoatl, Señor de la Piedra, Ah Kankok (el que sabe contar y enseñar) Ah Kanse (el que hace aprender) Chaman, Leyenda Mesoamericana, Quetzalcoatl de Mil Colores, Personaje Legendario y Maestro Ejemplar.

Homenajes

Tal como lo hizo notar el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma en aquella célebre reunión de 1994 para designar el Premio Nacional en la rama de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía, “El Doctor Román Piña Chan es un hombre que ha superado el infortunio y la adversidad, continua dando clase y escribiendo libros, es un ejemplo encomiable para las futuras generaciones. No solo se enseña en las aulas, sino también con el ejemplo” [Matos Moctezuma, 2001: 25] Ese ejemplo del que habla el maestro Matos, lo dio en el campo profesional y en la vida familiar, en aquellos momentos difíciles de su enfermedad, ocasionada por aquel trágico accidente en Becan Campeche. Ese proyecto monumental denominado El Tigre, que desgraciadamente después del accidente faltó el apoyo económico y el sueño del doctor Piña Chan de rescatar la ciudad Calakmul, el Hormiguero, El Tigre y Becan quedó inconcluso.

Por ello el Arqueólogo Lorenzo Ochoa dijo “se truncó una de las trayectorias más limpias y brillantes de la arqueología mexicana. La trayectoria de uno de los más grandes mesoamericanistas de todos los tiempos” [Ochoa, 2001: 44]. Su invalidez no le impidió seguir escribiendo y el gusto por enseñar a las nuevas generaciones de arqueólogos no decayó, por ello la doctora Barba dijo “nunca terminaré de admirarte por esa cátedra de integridad y coraje”. Y hablando de coraje Jorge Angulo nos cuenta que al salir de una de las tantas operaciones a que fue sometido el doctor Piña al ver a su hija Cristina angustiada le dijo “no te aflijas hijita, no debemos preocuparnos por lo que estamos perdiendo, creo que será mejor regocijarnos por lo que aún nos queda” [Angulo, 2001: 37].

Por su brillante labor muchos fueron los homenajes que recibió el doctor Piña a partir de 1885, por ejemplo los museos de Valle de Guadalupe Jalisco, de la ciudad de Campeche y de Teotenango en el Estado de México, llevan su nombre. Escuelas, centros de estudios auditorios, premios, calles y placas conmemorativas, también tienen su nombre.

En reconocimiento a su labor se organizaron coloquios, congresos, conferencias y simposios, en donde participaron distinguidos personajes de la arqueología. Se dedicaron artículos, libros, revistas y videocasetes.

Al comentar los múltiples homenajes que se le rindieron al doctor Román Piña Chan, el maestro Leonel Durán dijo “en la persona de Piña Chan se otorga un homenaje amplio y cumplido a los maestros que han hecho posible el desarrollo extraordinario de la arqueología mexicana contemporánea” [Durán, 1987: 57], y el maestro Julio Cesar Olive afirmó “Román Piña Chan es el último de los Mesoamericanistas”.

El doctor Piña Chan físicamente ya no existe, pero dejó su ejemplo y su enseñanza. Y recordando las palabras de Linda manzanilla en uno de los homenajes al doctor Piña dijo “querido maestro Piña Chan, como siempre usted se nos adelanta, abre camino, despeja incógnitas, enciéndanos una luz para que nuestro tránsito por el Mictlán sea terso” [Manzanilla, 2001: 41].

La obra de Piña Chan nos ofrece un panorama completo y coherente sobre Mesoamérica, se advierte a lo largo de sus textos que el hilo conductor de sus investigaciones fue la reconstrucción de una sociedad mesoamericana concebida y explorada con una visión crítica sin menosprecio de la religión, mitos, costumbres y creencias de los hombres que nos antecedieron y de los pueblos actuales. Así es como nuestro personaje nos brinda una de las obras más completas de las culturas preclásicas que no ha sido superada.

Su labor intelectual culmina con la Enciclopedia histórica de Campeche pero la herencia que dejó en varias generaciones de arqueólogos que formó así como un sinnúmero de escritos seguirán interesando tanto a los científicos sociales como a los historiadores. Román Piña Chan, es considerado como un hijo predilecto de Campeche, y como un científico del México Contemporáneo.

Conclusiones

El Doctor Román Piña Chan, consideró como eje principal de su vida profesional, la defensa, el estudio, la enseñanza y la difusión del patrimonio arqueológico porque constituye una herencia del pasado, que resulta fundamental para entender el presente de nuestros pueblos.

La obra del Doctor Román Piña Chan, puede ser leída como el recorrido de diversos e incansables búsquedas y explicaciones del México Antiguo a través de las interpretaciones de fuentes etnohistóricas. El Doctor Román Piña Chan es considerado como uno de los grandes exploradores del siglo XX y como el más grande Mesoamericanista de su tiempo.

 

Bibliografía

Directa

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  • Varios. (2001). Homenaje a Román Piña Chan. Revista Diario de Campo. N° 13. Instituto Nacional de Antropología e Historia. México.

Yolanda Sandoval Santana
Universidad Autónoma del Estado de México
Actualizado, octubre 2006

 

© 2003 Coordinador General para México, Alberto Saladino García. El pensamiento latinoamericano del siglo XX ante la condición humana. Versión digital, iniciada en junio de 2004, a cargo de José Luis Gómez-Martínez.
Nota: Esta versión digital se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.

 

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