Joaquín Mª Aguirre Romero |
La
incidencia de las Redes Joaquín Mª Aguirre Romero INTRODUCCIÓN El presente estudio se preparó, hace aproximadamente un año, como una "lección" dentro del Programa "Humanities II", gracias a una invitación formulada por los encargados españoles, en este caso, miembros de la Universidad de Granada. Fue una interesante experiencia de creación de un foro europeo con alumnos de diversos países debatiendo, en los respectivos niveles —locales y europeos— , aspectos relacionados con las humanidades y el futuro que se abre con las diferentes tecnologías, en lo que se ha dado en llamar "sociedad de la información" y que yo, por mi parte, prefiero considerar como "sociedad de la comunicación", intentando resaltar su faceta comunitaria y social. 1.- El Sistema Literario Nos encontramos hoy ante un nuevo cambio en los soportes de la comunicación. La introducción de las denominadas "nuevas tecnologías" en las prácticas sociales está teniendo un efecto acelerado sobre el cuerpo social en sus diversos niveles. Los términos "sociedad digital", "sociedad de la información", etc. hacen referencia a un cambio profundo en los sistemas de comunicaciones y éstos han sido siempre un elemento determinante de la formación y estructuración de la cultura. Una cultura no son sólo unos contenidos, sino también una prácticas, unos rituales (formas) y unos medios de transmisión-comunicación que involucran a unos agentes sociales. La división de las culturas en orales, quirográficas, tipográficas y electrónicas o digitales hace referencia precisamente a los sistemas de transmisión de los diferentes contenidos. Los medios no son un elemento neutro; juegan un papel importante en la construcción de la cultura. El grado estimado de su influencia varía de unos teóricos a otros, oscilando entre el determinismo y la incidencia leve. Lo que es indudable es su efecto. Ya sea mediante un efecto directo o mediante una reacción en cadena, los medios de comunicación juegan un papel esencial en las sociedades modernas, efecto que se acrecienta con la llegada de los medios masivos. La "sociedad de la información" o "sociedad digital" se configura mediante la conjunción de dos elementos:
El ordenador permite procesar informaciones; las redes permiten distribuirlas y compartirlas entre los agentes sociales. El gran desarrollo se produce por el aumento de posibilidades en la conversión de elementos a información. La digitalización permite convertir en información elementos que estaban sujetos a condiciones espacio-temporales restringidas. Este proceso se había iniciado ya con los sistemas de reproducción mecánicos, magnéticos o químicos, que permitían fijar en soportes analógicos actos efímeros. Tomemos la música como ejemplo para entender este proceso. La interpretación musical era un acto efímero, que se disolvía en el tiempo de su propia ejecución, hasta la llegada de los instrumentos que permitieron fijar la ejecución sobre un soporte mecánico (disco), mágnético (grabación en cinta magnética) o químico (banda óptica de sonido). Estas nuevas tecnologías y soportes no sólo permitían el registro, sino también la difusión mediante la duplicación. Al ser convertido en objeto (disco, grabación magnética, etc.), éste podía ser reproducido un número de veces determinado y comercializado, generando una nueva práctica social que modifica las existentes. La radio y la televisión, medios de difusión, también contribuyen a la modificación de las prácticas musicales al multiplicar su alcance, cambiando los conceptos de auditorio o público (retransmisión de un concierto). Si pensamos en el caso del cine, veremos cómo la introducción del vídeo doméstico (como ya había sucedido con la llegada de la televisión) ha obligado a una remodelación de las condiciones del sector modificando los hábitos de los espectadores (rituales de asistencia, horarios, etc.), las condiciones de las salas de exhibición (de las grandes salas a los pequeños multicines), tiempo de exhibición (reducción del tiempo de duración en pantalla de las películas para su paso al soporte vídeo), coleccionismo (conservación de películas), etc. De igual modo, el cine y el vídeo doméstico se verán modificados con la introducción de los sistemas de distribución a través de las redes de comunicación (selección de películas a la carta), modificando también las prácticas sociales. 2. Sectores que componen el sistema literario La imprenta, en su momento, jugó un papel similar en la transformación de la sociedad. Hoy, gran parte de nuestras actividades giran alrededor de la tecnología de la escritura que posibilitó la imprenta. A la tecnología de la palabra escrita se sumó la tecnología de la imprenta, que potenció sus efectos extendiéndolos por las capas sociales a las que la cultura del manuscrito no había llegado. De esta forma, una tecnología, la de la escritura alfabética, se introdujo de forma progresiva en prácticamente todos los ámbitos de la vida social hasta configurarla a su imagen. En la actualidad, podemos considerar el sistema literario integrado por los siguientes sectores principales: "creación", "productivos-distributivos", "educativos" (en sentido amplio), "clasificadores" y "consumidores", tal como refleja el gráfico nº 1:
Cada uno de estos macrosectores cumple una función básica dentro del sistema. El sector creación es el encargado de la producción intelectual de los textos. Es fundamental distinguir la materia informativa del soporte. Roger Chartier afirma: «los autores no escriben libros; no, escriben textos que se transforman en objetos escritos, manuscritos, grabados, impresos...» (El orden de los libros). Una obra literaria, una novela, por ejemplo, se materializa sobre un soporte determinado susceptible de reproducción. No todas las artes mantienen las mismas relaciones con sus soportes. No es lo mismo una pintura al óleo que un grabado. En el primer caso, la pintura es un original único, mientras que en el caso del grabado está en su naturaleza ser reproducible. En el caso de la literatura, los textos son sometidos a procesos de producción material y a reproducciones sucesivas sin que se altere su condición textual. Esta última característica se adquiere a partir de la imprenta, ya que los procesos de reproducción manuales (manuscritos) introducían toda una serie de variantes, interpolaciones y errores en la transmisión. Cada manuscrito tenía un carácter hasta cierto punto único, no sólo por las diferencias concretas que pudieran producirse en el proceso de copia, sino por el carácter personalizado que muchos de ellos tenían. Los sectores "productivos-distributivos" se encargan de la elaboración material de los textos, de su inserción en unos soportes determinados. En los cinco últimos siglos, el libro ha sido el soporte privilegiado de los textos. Tan es así que ha silenciado otras formas de almacenamiento y transmisión. La identificación libro/cultura ha sido uno de los ejes de la configuración del mundo occidental. El libro ha oscurecido otras formas culturales, especialmente las populares, que no eran recogidas en sus páginas. Las formas culturales de transmisión oral tuvieron que ser recolectadas (romanticismo) y puestas por escrito para salir a la luz. Hoy asistimos a un nuevo auge de la investigación sobre las formas orales, desde la lingüística (estudios sobre lenguaje coloquial) hasta la historia (fuentes orales frente a las documentales), pasando por muchas otras disciplinas. Los sectores "productivo-distributivos" forman un entramado comercial que abarca desde la empresa editorial a las librerías (venta) cuya función es establecer unos canales que den salida a los productos textuales. De forma simplificada podemos señalar que unos agentes (editores) reciben unas propuestas de publicación por parte de los creadores intelectuales (autores). En sus manos está el decidir si el texto propuesto debe entrar en el circuito del consumo literario. Este carácter regulador es un elemento importante: supone el filtro de la producción. Mediante esa decisión, el texto pasa a ser "libro" o no; pasa a ser un objeto disponible socialmente o no logra pasar del estado de "original". Hay ya sobrados ejemplos de cómo este poder de decisión, este "gusto selectivo", por parte de las instancias editoriales ha contribuido a la configuración de un determinado momento cultural propiciando unos estilos, modas, etc., en detrimento de otros que han tenido que esperar mejores tiempos o, simplemente, no han llegado a publicarse. Otra decisión importante del sector editor es determinar el número de ejemplares que han de constituir la tirada. Fijar la tirada inicial supone también valorar las posibilidades reales del texto en el mercado. Aunque este factor puede ser corregido posteriormente con el añadido de otras ediciones para ajustarse a la demanda, la tirada es el momento de riesgo, desde el punto de vista editorial, ya que los costes que se arriesgan son los de la elaboración material del libro (coste de 1 ejemplar x número de ejemplares). Una vez fabricado el libro, éste necesita de unos estamentos intermediarios (distribución) que lo hacen llegar hasta los lugares de acceso del público. Los libros son objetos que circulan, que han de ser transportados de un lugar a otro, que han de estar visibles en lugares especiales destinados a su exhibición, que han de ser dados a conocer por medio de diferentes mecanismos (publicidad, reseñas, revistas especializadas, etc.) para motivar a su adquisición. Los libros han de ser depositados en ese espacio especializado que es la librería. Ese es su destino natural, el punto en el que buscamos de forma directa o aleatoria los textos de nuestro interés. Esta parte del sistema es fundamental, ya que es el espacio de relación con los libros y de su adquisición. El aumento de la producción y su diversificación ha hecho que este sector esté en permanente crisis durante las últimas décadas. Esta crisis se produce por la imposibilidad de ofrecer un fondo suficiente que mantenga una clientela que permita la subsistencia. Desde el punto de vista editorial se traduce en la búsqueda de otros canales y espacios para distribuir sus productos: grandes superficies, quioscos de prensa, venta a domicilio, venta por catálogo, etc. El problema reside en que las librerías no pueden absorber en sus espacios la producción editorial. Este problema de almacenamiento se traduce en un problema de oferta hacia sus clientes. La librería ha de elegir entre transformarse en "librería general" o en la "librería especializada" buscando reducir el campo de su oferta. Esta última posibilidad reduce, a su vez, el número de sus potenciales clientes teniendo que extender su campo de acción mediante mecanismos de detección de lectores pertenecientes al sector de su especialización (envíos de información a grupos interesados en el área seleccionada). Los puntos de venta cumplen (o deben cumplir) una función informativa hacia sus clientes, tanto en las notificaciones de las nuevas apariciones como en el contacto con ellos en el momento de la compra. Esto requiere unos mecanismos de establecimiento y detección de sus clientes potenciales, por un lado, y de formación del propio agente librero que debe conocer los libros de que dispone para poder informar adecuadamente a sus clientes y ayudarles en su decisión. Junto a estos dos primeros sectores (producción creativa y producción-distribución física), se encuentran otros que regulan socialmente el tráfico o circulación de los textos y las condiciones de su consumo. El papel central que el libro ha jugado como vehículo en la formación de la cultura occidental hace que se sitúe en el centro de muchas prácticas sociales y que haya generado una serie de instituciones cuya finalidad es regular su consumo y circulación. Los libros no están simplemente ahí. Son objeto de estudio, de regulación, de clasificación, forman parte del curriculum de las personas, se agrupan formando parte de programas educativos, etc. Desde el punto de vista de la educación, en la que el libro es el eje, ya sea como libro de texto, como conjunto de libros que se debe conocer para alcanzar un determinado grado o nivel, etc., podemos distinguir dos ámbitos que hemos denominado escolar y académico. En el sector escolar, los libros son estructurados conforme a unos niveles que son los que se han establecido para la adquisición gradual de los conocimientos. El nivel escolar garantiza las bases comunes culturales, el conocimiento compartido. Una serie de textos determinados son agrupados y estructurados conforme a unos determinados criterios fijados por la política educativa (centro educador, administraciones, familia, etc.). Estos libros son prescritos por esas instancias y dan lugar a la formación lectora inicial. Es en esta etapa cuando se forman, técnica y, en muchos casos, vocacionalmente, los lectores. El sector académico, junto a la prolongación del escolar, cumple otras funciones que afectan a diferentes aspectos del sistema. También el sistema académico genera sus propios corpus de textos. Desde el mundo académico se producen las estructuraciones de los textos en forma de cánones, es decir, se establecen los agrupamientos de textos y los mecanismos de inclusión y exclusión culturales que caracterizan al sistema literario. El sistema literario es históricamente cambiante; se modifica conforme a la introducción de nuevos criterios que lo regulan. Podemos comparar programas educativos elaborados con una separación temporal suficiente para comprobar que los criterios y, por lo tanto, los resultados de su aplicación han variado. George Steiner señala un ejemplo de este tipo de cambios:
El sector académico es también productor de textos. Su producción, a su vez, está regulada por unos mecanismos específicos del sistema universitario (colecciones universitarias, tesis doctorales, revistas científicas, etc.). Esta producción genera también formas especiales de distribución y adquisición de sus propios textos, configurando mercados potenciales dentro del mismo mundo académico (estudiantes, especialistas, etc.) o hacia el exterior (divulgación, etc.). No necesariamente vinculada orgánicamente con el mundo académico, la crítica constituye una importante institución dentro del sistema literario. Aunque sea su situación mucho más compleja, la función de la crítica es fundamentalmente valorativa y orientadora. De forma general, podemos decir que su función queda potenciada con el aumento progresivo del público lector desde el siglo pasado. La crítica es un punto de referencia, un elemento de orientación necesario en un mundo en el que la producción editorial desborda las capacidades lectoras de cualquier persona. La crítica se vincula también al desarrollo de los medios de comunicación y al aumento de su difusión. Es un medio informativo y formativo: notifica la aparición de los textos y los evalúa situándolos en un lugar dentro del marco general. Su papel se ve reforzado por el moderno aumento del gusto lector por lo nuevo frente a lo tradicional. Cuando el corpus de lecturas formativas estaba más delimitado y normalizado, el alcance de la crítica era más restringido. Al producirse un elevado número de nuevos títulos, la función de la crítica se hace más intensa y queda vinculada a los medios de comunicación ya sea mediante la inserción dentro de publicaciones generales (suplementos, secciones, etc.), ya sea dentro de publicaciones especializadas (revistas literarias, etc.), ya sea en medios impresos (prensa) o en audiovisuales (TV, radio). También la crítica contribuye a la formación del corpus literario y del canon. Tanto el silencio crítico como la manifestación negativa o positiva respecto a una obra condicionan su difusión y, así, su destino comercial. El aumento de información sobre las obras tiene resultados evidentes sobre un sistema que apenas recurre a formas publicitarias generales por lo variado de su oferta (el coste de un anuncio puede ser igual o superior al coste de la edición completa). El aumento de la información ha llevado a la explosión de un sector que ha adquirido una importancia decisiva: el documental. El aumento masivo de la información genera un grave problema de manejo de la misma. Por encima de ciertas cantidades, la información puede no ser un bien, sino una causa de problemas. Las ciencias documentales se encargan de hacer que esas cantidades de información estén disponibles de forma rápida y eficaz. La moderna documentación no se preocupa sólo de archivar, sino de arbitrar sistemas de catalogación que permitan la localización rápida y selectiva de la información por parte de los usuarios. Mediante diversos métodos y prácticas, los documentalistas establecen sistemas de clasificación, reducen a formatos manejables los textos, los vacían extrayendo sus elementos básicos para poder realizar documentos de síntesis, agrupaciones de información conforme a criterios de recuperación, etc. La biblioteca es un importante sector dentro del sistema. Inicialmente la biblioteca no tenía la función que hoy consideramos prioritaria: el acceso a sus fondos. Se limitaba al almacenamiento y, como consecuencia del aumento del número de volúmenes, a la clasificación de los libros y revistas. En ellas se realizan, hoy —a diferencia del pasado—, prácticas favorecedoras de la difusión de los textos. Las redes de bibliotecas públicas son un importante foco de difusión de la cultura y buscan su adecuación a las necesidades generales de los usuarios o, en su caso, la especialización. Sus criterios de adquisición de fondos contribuyen a conformar sus depósitos y éstos atraen a tipos característicos de usuarios. Son también una fuente importante de datos sobre la lectura gracias a sus registros de los movimientos de los libros, etc. El público, los lectores son los destinatarios y consumidores de los libros. A través de librerías, bibliotecas, préstamos personales o cualquier otro sistema los libros circulan en cantidades variables y llevan sus contenidos por el cuerpo social. Sea por placer, por casualidad, por prescripción, los libros va a parar a nuestras manos después de recorrer diversos y a veces complejos procesos. En Occidente, todos somos miembros de una sociedad lectora. Como conjunto, el público es una masa amorfa que se concentra esporádicamente alrededor de unos textos determinados. Cada libro tiene su público. Los autores, los editores repiten fórmulas tratando de recuperar el agrupamiento circunstancial que suponen los compradores de una obra, sin embargo, el determinar por aproximación quiénes van a ser los lectores o cuántos pueden ser es uno de esos aspectos en los que la experiencia y el conocimiento se mezclan con la intuición. La mayor parte de las veces desconocemos el destino de cada uno de ellos: en qué manos acabaron y a qué fines se destinaron. Tenemos cifras de ventas, pero no cifras de lecturas ni perfiles de consumo. Salidos de las librerías, los libros siguen un destino individual, atomizado, que hace casi imposible saber más sobre ellos. Los datos de que se dispone son demasiado genéricos para reconstruir la historia de un libro, como se podía hacer en el mundo de los manuscritos, en donde cada uno tenía su propia personalidad. Todos los elementos señalados contribuyen a la configuración del sistema literario, entendido éste como el conjunto de prácticas y movimientos de circulación que rodean la producción, la distribución y el consumo de los textos en nuestra cultura. 3.- La incidencia de las redes de comunicación sobre el sistema literario Las Redes de Comunicación van a jugar un papel decisivo en el futuro inmediato modificando nuestro entorno y nuestros hábitos y prácticas sociales. La sociedad de la información se constituye sobre los dos pilares de la informática y los nuevos sistemas de comunicaciones. Nos interesa ahora saber en qué medida van a afectar a los elementos constitutivos del sistema literario. Lo primero que debemos analizar es el papel del libro mismo. El primer gran cambio que se percibe es la separación de textos y soporte, es decir, la separación de información y soporte de la misma. Debemos preguntarnos si la información contenida en el soporte libro es susceptible de ser digitalizada. Hace más de una década que prácticamente todos los libros que se producen son digitales antes de pasar al soporte papel, característico del libro. La presencia del libro, su tradicional imagen, su condición de objeto (su peso, sus medidas, el espacio que ocupa en nuestras bibliotecas) nos hace ignorar que ese libro ha sido casi con toda seguridad escrito por su autor en un ordenador y conservado en algún soporte magnético. Si no ha sido el autor quien lo ha hecho directamente, alguien a su servicio o la editorial misma se habrá encargado de hacerlo. Así lo demanda la tecnología de edición hoy existente. Muchas editoriales, revistas, etc. no aceptan ya originales si no les son remitidos junto con un disquete ajustado a unos formatos determinados. La reducción de los costes que este cambio de proceso permitía y sus ventajas respecto a las viejas tecnologías de impresión, maquetación, fotocomposición, etc. fueron tan evidentes, que fue el propio sistema editorial el que impuso la necesidad de comprar un ordenador a los autores para aceptarles sus originales. Sin embargo, estas consideraciones, casi siempre olvidadas, suelen dar paso a otras más centradas en los procesos creativos. 3.1 - La incidencia sobre el sector creativo ¿Modifica en algo un texto el hecho de que sea compuesto con un instrumento u otro? ¿Es diferente un poema si se escribe con pluma de ganso, máquina de escribir o con un ordenador? Sabemos que algunos autores consideraban que era imposible escribir poesía en una máquina de escribir tradicional (ni siquiera eléctrica) y que sólo eran capaces de desbloquearse, poéticamente hablando, deslizando sobre el papel la punta de su pluma. Marshall McLuhan, refiriéndose a la máquina de escribir, señalaba que estaba había intensificado los efectos normalizadores de la imprenta, pero también había producido efectos de autonomía respecto a ella y experimentación disgregadora hacia aspectos propios de la oralidad:
La máquina de escribir era una pequeña imprenta, pero esta vez en manos del creador, que podía experimentar con sus posibilidades. McLuhan pone como ejemplo los poemas de E.E. Cummings y su peculiar espaciado entre palabras y líneas. Varias décadas después, el generador de la fobia es el ordenador respecto a la máquina de escribir: algunos autores necesitan sus viejas máquinas de escribir (la de toda la vida) para poder componer sus textos. Otros, con menos problemas tecnológicos, trasladan las dificultades al entorno de la creación y sólo necesitan tener el mar o la montaña a la vista (recuérdese la escena de Madame Bovary en la que Flaubert, burlándose de las manías románticas, hace hablar a León de "un músico célebre que, para excitar mejor su imaginación, acostumbraba a ir a tocar el piano delante de algún paraje grandioso", II parte, cap. 2). Indudablemente, la escritura con el ordenador tiene sus propias características. Ha sido estudiada ya por algunos autores centrándose, principalmente, en los fenómenos de estructuración y revisión que permite, y sobre los mecanismos del pensamiento. Nadie duda de sus ventajas en una oficina, por ejemplo. Sin embargo, algunos autores claman contra la informatización de la creación y confunden el instrumento informático de la escritura (la pluma, la máquina de escribir, etc. son también instrumentos tecnológicos) con los procesos creativos. Hablan de la deshumanización y de la entrada de la máquina en el terreno humanístico. El temor a la máquina (miedo ancestral) hace pensar no en que los ordenadores sustituyan a los libros, sino en que lleguen a sustituir a los propios autores. Conforme las máquinas se convierten en elementos más complejos, el miedo a ser sustituidos por ellas (p. ej., los puestos de trabajo en la industria o en el sector servicios servicios) aumenta. Sin embargo, los libros los fabrican máquinas en un proceso que va desde la tala de los árboles (hacha o sierra eléctrica), reciclado de trapos, baños químicos para su blanqueo, etc. El libro no es un objeto simple, natural; es un producto de alta tecnología perfeccionado por su uso a través de los siglos, que ha ido buscando su forma idónea a lo largo de la historia. Convertir el libro (papel encuardenado) en una especie de objeto ecológico, naïf, frente a las nuevas tecnologías no es más que una forma de autoengaño o de ceguera cultural. Precisamente por su perfección, por su depurada evolución como objeto a lo largo de la historia, el libro tiene asegurada larga vida en la medida en que no es fácilmente sustituible en muchas de sus funciones, prácticas y entornos. Pero, no debemos olvidarlo, los libros impresos y los manuscritos convivieron durante varios siglos, o, lo que es lo mismo, la imprenta no supuso la desaparición inmediata ni del manuscrito ni de la cultura que soportaba, sólo su transformación progresiva. Desde el punto de vista de la creación, creo que es más efectivo preguntarse qué puede aportar el nuevo medio. En este sentido hay dos direcciones distintas por las que podemos dirigirnos. La primera se refiere a la autonomía productiva. El autor puede ser su propio editor, es decir puede controlar todo el proceso de edición de su propia obra. La informática le provee de todo tipo de herramientas de producción (procesadores de textos, programas gráficos para la ilustración, etc.). En sus manos están también los dispositivos, hardware y software para llegar directamente al público a través de las redes de comunicación. Esta independencia es importante desde varios puntos de vista. En primer lugar, otorga una autonomía creadora, ya que no necesita de esos filtros que supone el mundo de la edición impresa, en el que la decisión está en manos de los editores. Esto hará aflorar un número mayor de textos, que se alejarán de los sistemas tradicionales y se acogerán a la edición electrónica. La posibilidad de la edición masiva de textos no significará necesariamente un aumento de la calidad, sólo eso, un aumento de los textos en circulación. La frustración del autor rechazado se sustituirá por la también tradicional del autor poco leído, que existirá siempre. El otro aspecto importante de la creación deriva de las posibilidades que el nuevo medio permite. Nos referimos al nuevo tipo de "textos" que puede generar. Hasta hoy tenemos más o menos claro lo que es un "texto" y lo que es un "libro". El "libro", como soporte, limita lo que puede ser el "texto". La escritura, por ejemplo, deja fuera del texto elementos paraverbales expresivos que son propios de la palabra oral (diferenciación de voces, volumen, entonación expresiva, elementos rítmicos, etc.). El nuevo medio puede transmitir textos escritos (sólo cambia el soporte), pero también permite la creación de nuevas formas hipertextuales y multimedia. En este sentido, el nuevo"texto" integra todos los recursos disponibles en el nuevo medio, es decir, escritura, imagen estática, animación, vídeo, sonido, música, etc. Es indudable que esto permitirá desarrollar unas nuevas formas artísticas. Que llamemos a esto "texto" o no, que llamemos a los que los realicen "escritores" o no, es un problema de denominación. Las nuevas "enciclopedias" multimedia incorporan imágenes, vídeo, música, palabra audible y textos escritos. Decidir si son "auténticos libros" o no es un problema clasificatorio que no evita que sean una realidad y cumplan una función. Ya sea como hipertextos (nueva forma de organización y fragmentación de los textos), ya sea como multimedia (integración de medios expresivos tradicionalmente separados), el concepto de autor variará por extensión de sus ámbitos de trabajo. Mayor autonomía y nuevas formas expresivas integradoras parecen ser las dos incidencias más importantes en el campo de la creación que el tiempo se encargará de ir colocando en su lugar. En el nombre de la pintura se criticó inicialmente a la fotografía; hoy nadie duda que la fotografía pueda ser una forma expresiva o artística, que por el hecho de utilizar una tecnología diferente a la tradicional y milenaria en el campo plástico no se la pueda considerar dentro de las artes plásticas. 3.2 - La incidencia sobre el sector productivo editorial Hemos señalado ya algunos elementos que afectarán a la industria editorial. Los cambios aquí son de un orden distinto. Las editoriales son empresas que fabrican un determinado objeto: libros. Si aparece un nuevo soporte susceptible de acoger los contenidos que tradicionalmente se encerraban en los libros, las editoriales pueden hacer dos cosas: ignorar el nuevo medio alegando que eso no son "libros" o incorporar a su producción el nuevo soporte. Debemos evitar siempre los planteamientos radicales: el nuevo medio no supone ni a corto ni a largo plazo la desaparición del libro, sólo la modificación del sistema al introducirse un nuevo elemento. Las editoriales, en cuanto empresas (las de mayor peso en el sector), ya se están introduciendo en este nuevo medio. Las ediciones multimedia que realizan se centran, por ahora, en aquellos tipos que resultan más acordes con los nuevos formatos por sus contenidos: obras de divulgación (científica, histórica, artística) enciclopedias, biografías, etc. Las editoriales, como empresas que son, determinan sus proyectos según la aceptación que pueda tener entre el público comprador. En la medida en que estos nuevos productos sean aceptados por el público, se irá extendiendo su ámbito de aplicación a diversos géneros o tipos de libros. Desde el punto de vista económico, la edición sobre soporte digital es mucho más barata que sobre el soporte papel. Esto permitirá introducir cada vez más cantidad de información en los soportes. Un beneficio inmediato de esto es, por ejemplo, la confección de ediciones críticas. Muchas ediciones de textos —por indicación de los editores, generalmente— limitan o eliminan el aparato crítico y bibliográfico porque en el mundo del papel la información ocupa espacio (número de páginas), y éste se traduce en dinero. Las ediciones digitales de clásicos, es decir, de aquellos que ya tienen tras de sí una gran producción de comentarios e interpretaciones, se verán beneficiadas. La edición de "obras completas" o de "obras selectas" serán también un tipo de publicación beneficiado por los nuevos sistemas. Permitirá también la recuperación de muchos textos cuya edición se había rechazado por estimar una baja demanda. La reducción de los costes hará que estos textos puedan ser puestos en circulación. Los destinatarios de esta forma de edición serán aquellos lectores familiarizados con los medios informáticos y necesitados de gran cantidad de información, fundamentalmente, los universitarios. Se producirá una ampliación progresiva de ese público conforme se vayan introduciendo estos nuevos medios en los diferentes ámbitos sociales. Al igual que es en la escuela donde se enseña a familiarizarse con los libros, será en la escuela en donde las próximas generaciones se ejerciten en el uso de las nuevas tecnologías. Es significativo que la mayor parte de la producción multimedia que se está realizando hoy en día tenga un carácter didáctico claro y cuyo uso esté destinado a las aulas, individual o colectivamente (cursos de idiomas, enciclopedias, material de apoyo para diversas asignaturas: ciencias naturales, arte, historia, etc.). Esto acelerará la producción de nuevos tipos de textos digitales al aumentar el hábito de relación con estos productos. Hay otros aspectos importantes que modificarán el mundo editorial. Los sistemas de redes permiten algo gravoso hasta el momento para las empresas: la publicidad de las obras. Las redes abaratan de forma radical este gasto y permiten dar una mayor información sobre cada una de las obras de su fondo. De esta forma se evita la decisión obligada de las editoriales de tener que esforzarse en la promoción de un número reducido de títulos y tener que dejar a su suerte a los otros de su fondo. Los nuevos sistemas de impresión, combinados con la información a través de las redes, permitirán un nuevo sistema de edición: la impresión bajo demanda. Este será uno de los campos decisivos de desarrollo. Hoy en día los libros que se editan tienen que serlo en unas tiradas por debajo de las cuales no resulta rentable por el encarecimiento excesivo del ejemplar. No todos los libros van a tener los mismos lectores. La edición bajo demanda permite producir el número de ejemplares que los lectores necesitan. Este sistema no es nuevo. Es el que se seguía en el mundo de los manuscritos (la copia de encargo) y es el que se seguía mediante el sistema de suscripciones hasta que el sistema de tiradas masivas desestimó la necesidad de conocer cuántos lectores querían realmente una obra determinada. Tanto las obras de gran envergadura (la Enciclopedia, de Diderot y D'Alembert, p. ej., con 4.000 suscriptores) como las novelas por entregas del siglo pasado jugaban con el conocimiento del público al que se dirigían. Como señala Hipólito Escolar, refiriéndose a estas prácticas en el siglo pasado:
Los riesgos en el mundo de la edición digital son mínimos al reducirse los costes fijos que encarecen las ediciones. Lo que se requiere es un mayor esfuerzo de información sobre las obras y de detección de los públicos potenciales. Puede que se vendan doscientos libros, pero no habrá sido necesario editar 3.000. Los libros dejarán de "agotarse" o quedar "fuera de catálogo" porque siempre será posible editar ejemplares sueltos. Incluso es posible que sea el propio lector el que realice la labor de impresión dirigiéndose a algún centro (ya existentes) de reprografía en el que podrá entregar el disquete recibido y le convertirán en papel encuadernado su edición digital en unos pocos minutos, de la misma forma que hoy dejamos nuestros carretes fotográficos para su revelado y positivado en papel. Todo esto no es futuro; son posibilidades reales que sólo esperán su conversión en hábitos. Esto planteará, de hecho ya lo plantea, problemas legales de control de las copias. Si el lector puede realizar múltiples copias a partir de un solo ejemplar digital, el negocio editorial se resiente, sin mencionar los problemas del autor. Es previsible que se desarrollen sistemas de control de las copias, al igual que muchos programas informáticos limitan las posibilidades de duplicación. En cualquier caso, es un problema que tendrá que resolverse en el futuro y que afectará a toda la estructura de derechos (autor, edición, etc.) elaborados a partir de la conversión del texto en "objeto-libro". Todo este sistema, constituido desde el concepto de "propiedad" (intelectual, de la edición, etc.) y de derechos sobre ella, surge con el mundo de la imprenta y por la consideración de los "bienes" culturales e intelectuales como algo susceptible de tráfico comercial y, por tanto, productor de beneficios económicos. La situación, que no había cambiado sustancialmente desde la introducción de la imprenta, al verse modificada en sus condiciones de producción, tendrá que generar nuevas fórmulas de respeto de los derechos de cada uno de los miembros intervinientes en el proceso. Entre convertir a los autores en nuevos juglares, dependientes del favor del público para su subsistencia, e imponer mecanismos férreos de control que bloqueen las posibilidades del nuevo medio, es presumible que se encuentre alguna solución satisfactoria para todos. En resumen, la incidencia sobre el sector editorial será alta, ya sea por el desvío de textos hacia la edición digital (que podrá ser realizado por los autores mismos, por nuevas empresas o por las mismas editoriales), por sistemas de edición dobles (digital e impresa) o por la producción de los nuevos tipos de "textos" multimedia. Esto, en sí mismo, no es ni positivo ni negativo; como cualquier otro cambio, será positivo para los que sepan adaptarse y buscar las nuevas posibilidades, y negativo para los que no se adapten a las nuevas necesidades que se planteen. 3.3.- La incidencia sobre el sector de distribución El sector distribuidor es un elemento intermediario cuya función en la colocación de los productos editoriales en los lugares de venta. En la medida en que las redes de comunicación posibilitan la distribución de los productos de forma casi instantánea hasta cualquier parte del globo, el sector distribuidor se verá afectado negativamente. Las posibilidades de suministro directo a los lectores o a las librerías en formato digital hace que su función se vea reducida. Hoy gran parte de las editoriales que se encuentran en la red incluyen formularios de pedido de libros ofreciendo distribución directa, sin necesidad de intermediarios. Esto no ha repercutido todavía sobre los precios de lo libros, pero lo hará desde el momento en que una parte importante (a veces excesiva) del precio del libro proviene del sector distribución (almacenamiento, transporte, etc). En la medida en que vaya cambiando el terreno de juego, cambiarán las reglas y condiciones del sector. Si una parte del producto editorial no necesita ser almacenado, ni transportado, ni repartido físicamente, es lógico pensar que aquellos que se ocupan de estas funciones verán modificadas sus condiciones de existencia. Lo importante será saber cuál será la proporción futura entre producción digital y producción impresa, cómo irá evolucionando en el tiempo. 3.4.- La incidencia sobre el sector librero La librería es el lugar de exhibición de los libros para su venta. Es allí donde se dirige el comprador para buscar libros concretos o realizar inspecciones sobre temas de su interés. La posibilidad de consultar desde su propia casa los catálogos editoriales, las novedades y de realizar pedidos directamente, tiene forzosamente que afectar al negocio librero. Sin embargo, la librería tiene otras muchas posibilidades de desarrollo con la llegada del mundo digital. Puede aprovechar las redes para mantener un contacto permanente con sus clientes habituales e informarles de sus novedades y de sus fondos. Puede reservar ejemplares e incluso producirlos ellos mismos bajo demanda. Las librerías podrán especializarse con mayores garantías de ventas, ya que podrán ampliar su número de clientes mediante las formas de contacto que permiten las redes (correo electrónico, boletines, etc.). Una librería especializada podrá atender peticiones de cualquier parte del mundo porque podrán estar informados de sus existencias de una forma rápida y barata, sin tener que asumir el gasto de la producción de catálogos impresos y enviados por correo (costes de confección, de reproducción, de envío postal, etc.) No olvidemos que la librería es un lugar, un espacio, situado en un entorno concreto, con unas facilidades de acceso determinadas y que tiende a abastecer a una serie de clientes que tienen que desplazarse hasta ella. La proximidad es un factor que condiciona a los clientes en sus adquisiciones en las librerías. Los sistemas de comunicación aseguran la rentabilidad del desplazamiento del cliente o, en su caso, del envío del libro adquirido. Si puedo consultar los fondos de la librería y adquirir desde cualquier punto el libro que deseo, me es indiferente en qué lugar se encuentre ésta. En resumen, en la medida en que convivirán durante mucho tiempo las formas digitales y las impresas, las librerías podrán amoldarse a los cambios venideros y probablemente mejorar en muchos aspectos. El posible efecto negativo sobre este sector de la adquisición a través de las redes se verá compensado por el aumento de información, a través de las mismas redes, que las librerías podrán ofrecer. 3.5.- La incidencia sobre el sector escolar El presidente Clinton ha manifestado su voluntad de que todas las escuelas de los Estados Unidos estén conectadas a Internet. Pasos como éste serán decisivos para el desarrollo de las redes de comunicación. El ordenador pasará a ser un instrumento al servicio de la enseñanza y desempeñará múltiples funciones. En el paso del concepto de enseñanza al de aprendizaje, es decir, en el paso de transmitir un conocimiento a enseñar a aprender para enfrentarse a nuevas situaciones, las herramientas informáticas jugarán un papel decisivo. Las conexiones a las redes permitirán un conocimiento actualizado al máximo y una reducción de muchos costes escolares. Las redes permiten disponer de acceso a toda un serie de informaciones que pueden cumplir un gran servicio educativo. Los centros escolares podrán disponer de ediciones multimedia como complemento en sus enseñanzas y los textos electrónicos podrán ser consultados por los alumnos desde las mismas aulas o desde locales destinados a ello. La introducción de todas estas tecnologías en las aulas tendrá un efecto multiplicador en la construcción de los hábitos de acceso a la información a través de las redes de comunicaciones. Es en la escuela en donde se aprende a relacionarse con los libros; en las próximas generaciones, el contacto con los ordenadores se iniciará desde más temprana edad. Libros y ordenadores serán las herramientas escolares. Si nuestros actuales libros de texto nos parecen más avanzados que los de algunas décadas anteriores por incluir un mayor peso gráfico, los textos multimedia permitirán un conocimiento más directo del mundo que se describe. El aumento de los anchos de banda de las redes permitirá el acceso a bancos de datos de imágenes y documentales de forma directa y podrán ser utilizado como material docente en el aula. En suma, el mundo de la escuela ha sido el mundo de los libros; el primer conocimiento que transmitía era el proceso de lectura y escritura. El ordenador y las redes culminarán un proceso renovador que comenzó ya con la introducción de los materiales audiovisuales (vídeos, diapositivas, grabaciones sonoras, ilustraciones, etc.). 3.6.- La incidencia sobre el sector académico Hemos definido el sector académico como productor y consumidor de textos. El libro juega un papel central dentro del sector. El libro, en cuanto que es el objeto en que se deposita de forma tradicional el conocimiento, es el eje de gran parte de la vida académica. Junto a otras formas también tradicionales (congresos, jornadas, clases, etc.), el libro es la forma en que finalmente cristaliza (actas, manuales, monografías, tesis, etc.). Pero el libro académico se diferencia de otros productos por su dimensión comunicativa específica, es decir, se dirige a unos grupos de destinatarios concretos. Ingenieros, médicos, escolares, o filólogos pueden leer el Quijote porque no se dirige a nadie en especial, tiene un público general, aunque puedan existir ediciones especializadas. Las publicaciones de carácter científico-académico, en cambio, están sujetas a unos condicionamientos de público (grupos de especialistas) y de tiempo (su contenido es revisado y superado por los avances en cada disciplina). Esto no significa que todas las publicaciones científicas (entendiendo este término en sus sentido más amplio) se agoten necesariamente en un mismo plazo de tiempo, pero sí que en muchos casos existe cierta urgencia en su conocimiento (también los libros de interés general pueden estar limitados en el tiempo, p. ej., en temas de actualidad cuyo interés va decreciendo). El primer gran uso civil de las redes informáticas se dio por parte de los medios universitarios, que vieron en ellas una forma rápida, barata y efectiva de compartir los conocimientos. Hoy una gran cantidad de informaciones disponibles en las redes son de procedencia universitaria. Es previsible que este fondo aumente y se convierta en un mecanismo habitual de contacto entre universidades y, lo que es tan importante, una vía hacia el resto de la sociedad. No existe, por ahora, un medio tan rápido para la transmisión y actualización de los conocimientos como las redes. Prácticamente todas las universidades del mundo tienen ya una mayor o menor presencia en ellas o están desarrollando su forma de hacerlo. Es la inversión más rentable que se puede hacer. La presencia en las redes de las universidades y sus publicaciones posibilitará al resto del mundo el acceso a sus investigaciones de una forma directa, más rápida y más barata. Una parte importante de los recursos de las bibliotecas y departamentos universitarios se emplea en la adquisición o suscripción a revistas científicas. Estas suscripciones se abaratarán o incluso serán gratuitas en muchos casos, permitiendo una mejor formación de los investigadores al poder disponer de una mayor y más reciente información. También se solventará la necesidad de adquisición de varios ejemplares de la misma obra al poderse acceder a ella simultáneamente desde diferentes los lugares de la red (si hay un número elevado de accesos, puede distribuirse a través de varios servidores alternativos, como ya sucede con los "mirror"). Es previsible que, al abaratarse los costes de las ediciones, aumente la información. Una gran parte de las investigaciones que se realizan no son publicadas o lo son demasiado tarde. El sistema de edición universitario es caro (tiradas bajas) y lento en términos absolutos (acumulación de trabajos para editar) y en términos relativos (pérdida de valor de muchas informaciones por el paso del tiempo). Estos dos factores permiten entender cómo, en muchos terrenos, el interés de los investigadores se ha desplazado hacia las revistas científicas por considerar que con ellas es posible "estar más al día" con unos costes menores. La edición electrónica será decisiva en los próximos años en el mundo universitario. Hasta ahora el único público de que disponían los profesores universitarios eran sus propios colegas. Hoy ya podemos decir que existe un "público potencial" en las redes y que su crecimiento, según se señala en todos los estudios, es prácticamente la duplicación anual. Gran parte de ese público pertenece a miembros de las comunidades universitarias, estudiantes y docentes. En este sentido, al aumentar el público, aumentará la demanda de este tipo de publicaciones electrónicas. No es necesario entrar en el terreno en el que se encuentra quien esté leyendo este texto. Las redes permiten la comunicación e intercambio de informaciones entre miembros de comunidades universitarias alejadas; permiten la cooperación y el enriquecimiento personal y académico al encontrarse con otros colegas, estudiantes y profesores, que realizan sus trabajos en espacios distantes pero con interese similares. 3.7.- La incidencia sobre el sector crítico Debemos diferenciar la crítica como sector y la crítica como función. Si entendemos, como algunos creen, que el crítico no es más que un lector especializado y profesionalizado, en mayor o menor medida, la crítica en sí -es decir, como función- no tendría por qué verse afectada: su labor es enjuiciar los "textos", no los "libros". En teoría, en su análisis y evaluación sería indiferente el soporte utilizado para hacer circular el texto. En cuanto sector, es decir, como práctica profesional se verá modificada en la misma medida en que lo sean el sector creador y el de los lectores. La crítica es consumidora de textos, actividad primera, y también productora (el texto crítico). Si las condiciones y prácticas de circulación de los textos varían socialmente, el crítico no tiene ningún privilegio especial. Es más, probablemente debiera prestar mayor atención a los nuevos fenómenos para poder dar cuenta de ellos, puesto que su actividad posee una función orientadora ante el público. Igualmente, la crítica -como sector- se verá afectada por los cambios que se produzcan en los medios en los que desarrolle su trabajo. Desde nuestro punto de vista, los medios de comunicación probablemente se veran más afectados por el cambio que el mundo de la edición impresa a medio y corto plazo. Los movimientos que se detectan en el mundo empresarial de la información son mayores que los que se detectan en el mundo editorial. Los medios de comunicación tradicionales han pasado de una actitud de indiferencia a un estado de interés preocupado. El incremento de las posibles audiencias y públicos que las redes están creando, su rápido crecimiento, los datos existentes sobre desvíos de la atención de los usuarios de unos medios a otros (p. ej. reducción de las horas ante el televisor y aumento de tiempo conectados a la red), la velocidad de la información, y, sobre todo, los movimentos de la competencia (no quedar descolgados del proceso o llegar tarde), son factores que están incidiendo en la presencia de los medios tradicionales en las redes. En cualquier caso, el sector "crítica" se verá afectado, más que en sus funciones, en las condiciones de su labor. Es previsible que en la medida en que aumente la circulación de textos también lo hagan los "textos críticos", que la facilidad de búsqueda en la red permita realizar recolecciones de "textos referidos a textos". En este sentido, el papel orientador de la crítica aumentará al llegar a más amplios grupos. 3.8.- La incidencia sobre el sector documental El sector documental ha experimentado un importante desarrollo y renovación en sus planteamientos en los últimos tiempos. Las redes y la informática no son ajenas a este proceso. El aumento progresivo de la circulación de textos ha obligado a una mayor presencia de este sector. La labor de los documentalistas pasa a ser fundamental en una sociedad a la que se denomina "de la información". Desde el punto de vista de la formación de los profesionales, se ha producido un desplazamiento de unas técnicas de recuperación pensadas y diseñadas para su aplicación en el mundo de lo "impreso" al mundo "digital". Si los documentalistas se ocupan de la estructuración y clasificación de las informaciones con vistas a su recuperación selectiva, su papel no puede dejar de ser esencial en el entorno que se avecina. La circulación masiva de documentos de todo tipo obliga a un trabajo organizador superior. Las redes serán los medios de búsquedas más efectivos, tanto de documentos digitales como de la información digitalizada sobre el mundo de lo impreso. Es decir, los libros podrán seguir siendo "objetos", pero su localización se realizará en gran medida gracias a la información que haya sobre ellos en las redes. Según señalan algunos teóricos (p. ej. Huitema), aquellos textos de cuya existencia no haya constancia en las redes, se volverán "invisibles", es decir, dejarán de ser citados o recogidos en otros documentos, en un breve plazo de tiempo. Este fenómeno es fácilmente explicable si tenemos en cuenta que la mayor parte de las búsquedas bibliográficas se harán a través de las redes por su eficacia (velocidad, accesibilidad y economía) en el rastreo masivo o selectivo de información. El desarrollo de técnicas más refinadas en las búsquedas documentales electrónicas se apoyará en sistemas de descripción de documentos más precisas específicamente diseñadas para las redes. A veces, el problema que producen las búsquedas en la red es una recuperación masiva de información que las hace apenas manejables. Los nuevos sistemas de catalogación y descripción permitirán búsquedas más selectivas y más eficientes. 3.9.- La incidencia sobre el sector bibliotecario El bibliotecario ha sido uno de los sectores que más pronto sintieron los beneficios de los sistemas de redes informáticas. De hecho, se han creado sistemas de redes entre bibliotecas para la consulta de catálogos desde hace tiempo. Los sistemas informáticos de administración de los fondos son una realidad desde hace mucho a través de las bases de datos. Las diferencias entre los programas o aplicaciones que gestionaban la información obligó a sistemas normalizados que permitieran compartir las informaciones. Las redes han dado un paso más y se puede acceder a los fondos de las bibliotecas de cualquier lugar del mundo desde un ordenador por medio de las sesiones "telnet" que simulan un terminal de la propia biblioteca. Muchas bibliotecas pueden ser consultadas desde los domicilios particulares de los usuarios evitándose de esta forma los colapsos que producían las consultas manuales. Los usuarios pueden saber el número de ejemplares disponibles y el lugar en que se encuentran sin necesidad de desplazamientos. En ocasiones, se facilita el sistema de reservas de ejemplares a través de formularios electrónicos de petición. El sistema de redes aplicado al mundo de las bibliotecas nos lleva a la vieja idea de la "biblioteca universal", entendida esta vez no como una concentración de todos los saberes en un espacio físico (modelo Alejandría), sino como un sistema disperso, sin centro, de intercambio de información. Esta idea se verá potenciada por la introducción de ediciones digitales de los textos en los fondos. Desde el momento en que una biblioteca dispone de una copia digitalizada de una obra, ésta pasa a estar disponible para todos los usuarios de la red. Esto supone una importantísima reducción de costes para un sistema que se basaba en la relación temporal "1 lector/1 ejemplar", es decir, cuando un usuario disponía de un ejemplar, éste dejaba de estar disponible para el resto durante un período de tiempo determinado, obligando a la multiplicación de ejemplares en las obras de mayor demanda en el caso de disponer de recursos para su adquisición o a evitar el préstamo de una obra para que siempre estuviese disponible en la sala de lectura. La existencia de un marco legal como el de que hoy disponemos obliga a restricciones en la disposición pública de los textos. Las obras que están siendo ofrecidas libremente son aquellas cuyos derechos han pasado al dominio público. La rentabilidad económica de la empresa editorial, del autor, etc. se basan en la adquisición de ejemplares y no en el compartir. Los bienes culturales son considerados objeto de beneficio y como tales se producen. Es previsible que, dado el "mercado" que los sistemas de redes van a generar, se establezcan nuevos mecanismos legales y comerciales que permitan obtener rendimientos a todas las partes implicadas. Es preferible buscar nuevas soluciones a los nuevos retos que aplicar frenos indiscriminados a una situación radicalmente distinta en proceso de desarrollo. Este problema no es privativo del sistema de bibliotecas, pero puede ser uno de los puntos por los que empiece la transformación. El problema se planteará cuando se franquee el límite del servicio ofrecido como red local (a los usuarios presentes en el recinto) a un servicio universal al que puedan acceder los usuarios desde cualquier lugar del mundo. En teoría, un solo ejemplar podría ser consultado por todos los usuarios si se ofrece sin restricciones. El entorno de las bibliotecas sufrirá también modificaciones al variar el tipo de prácticas que en ellas se desarrollarán. Las "salas de lectura" irán incorporando, de forma equilibrada por la demanda, lugares para terminales que posibiliten la consulta de las obras a través de la red. No podemos olvidar el hecho de que la biblioteca es un lugar al que se accede para realizar una serie de prácticas lectoras. Muchas actividades y funciones no requerirán la presencia en la biblioteca del usuario, sino que podrán ser realizadas desde cualquier otro lugar. Es característico del sistema de redes unir lo disperso creando una nueva unidad virtual, en este caso, la biblioteca sin límites, en la que la búsqueda de información y la prestación de servicios se extienda de forma global. De esta forma, al estar conectadas, aumenta el valor de cada una de ellas, independientemente de sus fondos reales. Fondos físicos repartidos y fondos digitales compartidos, parece ser la fórmula futura. Por todos los motivos explicados, las bibliotecas han sido uno de los sectores que más se han adelantado a los efectos de las redes. Hoy una biblioteca moderna sabe los beneficios que le reporta este tipo de aplicaciones. Es previsible que ese sentido de la necesidad y de la adaptación permita que se aborde la existencia simultánea de libros impresos y ediciones digitales, que se puedan combinar el servicio individual y el acceso universal. 3.10.- La incidencia sobre los lectores Cuando hablamos de "lectores" lo hacemos englobando un sinfín de prácticas muy diferentes. "Leer" es una acción que estamos realizando continuamente, de forma automática en muchos casos; constantemente estamos recibiendo informaciones de mayor o menor extensión, en contextos muy diferentes y con finalidades muy distintas. Somos lectores en el tablón electrónico de un aeropuerto y en las obras de Shakespeare, en las instrucciones de un aparato doméstico y en la poesía, en una factura y en una carta. En estas y en otras acciones ponemos en práctica nuestra condición de "lectores". Una gran parte de la información que recibimos está escrita. Plásticos, metales, minerales, luminosos, papel, cera, etc. son soportes habituales de la escritura. Sólo tenemos que mirar los objetos que existen a nuestro alrededor para darnos cuenta de la variedad de los soportes utilizados para la escritura. Las pantallas de los ordenadores son también susceptibles de representar la escritura. Si nos fijamos, la mayor parte de los formatos que nos muestran tratan de imitar a las páginas impresas. El modo WYSWYG (what you see is what you get) de los procesadores de texto da por supuesto que lo que queremos es imprimir esas páginas. Líneas (separaciones de página) y rectángulos (márgenes de la página) nos ayudan a ver los textos conforme a cómo serían sobre una superficie impresa. Las flechas de los navegadores nos dan unas instrucciones "espaciales" para ir a la "página anterior" o a la "posterior", nos dirigen a la "Home Page", etc. En resumen, traducimos a términos de papel un nuevo medio. La explicación es sencilla: estamos en un mundo en el que lo relacionado con lo impreso, sus formas y hábitos, es el centro. Estamos plenamente en la "Galaxia Gutenberg". Cuando surgió la imprenta, los primeros libros reproducían las formas y rasgos de los manuscritos. El abandono de los formatos del manuscrito fue progresivo, no de forma repentina. Ningún medio puede ser "nuevo" en su totalidad, porque ningún medio puede prescindir totalmente de los anteriores. La aparición de la escritura no significó que la gente dejara de contar historias oralmente; sólo que el sistema literario se modificó concediendo un estatus diferente a los que eran capaces de contarlas y separándoles de los que eran capaces de escribirlas, que pasaron a engrosar nuestras "historias de la literatura". Las sociedades orales valoraban a aquellos que eran capaces de contar historias; las sociedades alfabetizadas, a los que son capaces de escribirlas. Uno de los elementos determinantes de una cultura son sus formas de comunicación, tanto físicas como intelectuales. La cultura misma es conocimiento compartido y para ser compartido debe ser comunicado por un medio u otro. La imprenta multiplicó el alcance de los manuscritos haciéndolos llegar a mucha más gente. Los medios masivos de comunicación modelan gran parte de nuestra "cultura de masas" por su gran alcance y facilidad de acceso. Las redes informáticas de comunicación adquirirán importancia cultural en la medida en que se vayan insertando en nuestras vidas diarias. Hoy pueden ser un instrumento especializado en manos de unos cuantos, hablando en términos relativos; también fue así cuando se inventó la escritura y también fue así cuando se inventaron los libros impresos. El fenómeno denominado por los historiadores "fiebre de la lectura" se produce en la segunda mitad del siglo XVIII; la primera gran alfabetización se produce en el siglo XIX en Inglaterra. El mundo del libro es un mundo de elites hasta que se junta con el reciente ideal de la alfabetización como bien universal. La alfabetización, a su vez, se sustenta en la extensión del sistema educativo a las capas de la sociedad que no habían accedido a él. Parece que los libros siempre hayan estado ahí, pero, hasta no hace mucho, había pocos y sólo al alcance de algunos privilegiados. El mundo de los libros es el de la "cultura" occidental, sí; pero también es cierto que esa era la cultura de unas minoritarias capas sociales. Todavía hoy existen muchas zonas del mundo en las que apenas hay libros y la escritura misma es un lujo y un poder. El lector "universal" todavía no es una realidad y nuestro complejo sistema literario, el que hemos revisado, es el propio de las sociedades occidentales. En la historia de los soportes de los textos siempre ha habido tres factores determinantes que han guiado su evolución:
Estos elementos se iban modificando gracias a la introducción de factores muy diversos. En ocasiones obedecía a elementos propios de la tecnología de la escritura (p. ej.: la introducción de la letra cursiva permitió ganar velocidad en la escritura y así realizar más copias manuscritas en el mismo tiempo), en otras ocasiones en las técnicas de impresión (p. ej.: la imprenta de tipos móviles y posteriormente la introducción de las rotativas para imprimir libros), o en los medios de difusión (p. ej.: la redes de ferrocarril en el siglo pasado para la distribución de prensa, etc. más lejos y más rápidamente), o en los costes económicos (p. ej.: el paso del pergamino, material caro, al papel, material más barato), etc. Las redes informatizadas de comunicación permiten, en números absolutos, reducir los tres factores: reproducción, velocidad en la difusión y reducción de costes. Sin embargo, no son estos los únicos elementos determinantes de los cambios. Hemos tenido ocasión de ver que el sistema tiene muchos intereses en cada uno de sus sectores. Los factores de resistencia y tradición son siempre algo que hay que tener en cuenta. En este caso, también es pertinente el grado de desarrollo tecnológico que cada sociedad posee, entendido tanto en términos de parque informático (número y calidad de los ordenadores) como en los de infraestructura de comunicaciones (redes telefónicas). Ya hay quienes señalan las diferencias existentes entre unos países y otros. Pero también existen diferencias en los niveles de alfabetización entre los países. Un libro es un objeto elitista en un país con alta tasa de analfabetismo como un ordenador lo es en un país con bajo desarrollo informático y comunicativo. En este sentido, los países menos desarrollados podrán invertir mejor sus escasos recursos en tecnologías multiuso, como son las informáticas, que en otro tipo de bienes. Las comunicaciones siempre han sido un motor del desarrollo económico y social y la creación de una infraestructura comunicativa permitirá el compartir los recursos de otros países (programas educativos, etc.). Ninguna variación en el sistema cultural o comunicativo se ha hecho de forma radical e instantánea. Siempre ha sido con un proceso que llevaba su propia velocidad determinada por el resto del sistema. Ni el telégrafo ni el teléfono hicieron desaparecer el servicio de correos, sólo modificaron las relaciones entre unos tipos de comunicaciones y otros. El periférico indispensable junto al ordenador es la impresora. Nuestros ordenadores son hoy pequeñas imprentas en las que editamos nuestras "obras". El efecto ha sido reforzar el poder de lo impreso. Cualquier persona que accede a las grandes cantidades de información que contienen las redes experimenta un aumento de sus archivos impresos. Duplicamos la información: archivo digitalizado y copia impresa. La máquina de escribir también permitió un aumento de la información impresa al introducirse el "papel carbón", que permitía obtener varias copias simultáneamente con el original. Hoy por hoy, el ordenador refuerza la presencia de lo impreso. Por otro lado, la revolución de los hipertextos y de los sistemas multimedia se basa precisamente en que una gran parte de su información no puede ser impresa. Es aquí en donde se comprende la diferencia entre las redes como meros sistemas de distribución (textos) y las redes como soportes de nuevos formatos (hipertextos, multimedia, hipermedia, realidad virtual, etc.). En el primer caso, se refuerza el mundo de lo impreso; en el segundo, se generan formas nuevas, desvinculadas de las antiguas, en mayor o menor medida, y quizá próximas a otros medios (TV, radio, cine, pintura, etc.). Esta circunstancia de refuerzo se debe a un principio de mejora: las nuevas tecnologías se desarrollan siempre para solventar las deficiencias o limitaciones de las existentes. No es el principio de sustitución el que guía, sino el de mejora. Sólo pasado un tiempo, mayor o menor, en la medida en que los nuevos avances van sustituyendo las viejas circunstancias, se produce la aplicación y, en su caso, sustitución plena. Ignace J. Gelb señalaba, refiriéndose a la escritura:
Hoy no son las necesidades "locales", sino las universales, dentro de la denominada "aldea global", las que hacen avanzar los sistemas. Lo que comenzaba hace milenios en un pequeño pueblo a orillas del Mediterráneo o en cualquier otro centro geográfico y se extendía espacialmente con sus desplazamientos viajeros (comercio, militar, etc.) hasta llegar ser asimilado por otros pueblos y culturas, hoy se realiza por otros medios. Los apocalípticos que anuncian la destrucción de la cultura por la llegada de las nuevas tecnologías deberían analizar los procesos históricos. Siempre se han estado produciendo "nuevas tecnologías". La escritura, el papiro, el pergamino, el papel, la imprenta, la rotativa, fueron todas ellas vistas como "nuevas tecnologías" y recibidas con recelo en su momento. Durante mucho tiempo se receló de la imprenta porque ponía demasiados libros en circulación y se entendía que eso era un mal, que los libros eran cosa de unos pocos y debían seguir siéndolo. Hoy en día, las introducciones sociales de nuevas tecnologías se producen en procesos más acelerados. Los cambios que anteriormente llevaban siglos, se pueden producir en décadas. Las tecnologías no llegan simplemente, sino que se van extendiendo por los diversos sectores que configuran el sistema. En unos los beneficios son más inmediatos y se implantan más rápidamente; en otros, su implantación puede ser más lenta. El problema, si es que puede hablarse de tal, en lo que se refiere al público, a los lectores, será una cuestión de diversificación y especialización. Somos lectores, pero somos lectores de cosas muy diferentes. No todas nuestras prácticas lectoras se realizan de la misma manera. Probablemente prefiramos utilizar el correo electrónico o acceder a artículos de revistas a través de las redes, pero sigamos prefiriendo leer novelas en su forma encuadernada; quizá prefiramos acceder a los catálogos de una biblioteca extranjera desde nuestra casa antes que realizar el gasto de desplazarnos hasta allí; puede que prefiramos también reservar nuestro ejemplar de un libro a través de un formulario electrónico antes que recorrer decenas de librerías buscándolo o que sigamos queriendo pasear tranquilamente entre estantes a la búsqueda de alguna sorpresa en forma de libro. Un factor decisivo, a mi entender, será la familiarización con la herramientas informáticas a través de la enseñanza. Es en esta primera época -época de formación- cuando se adquieren los hábitos culturales. En la medida en que la informatización no se vea como un elemento distanciador sino integrador de la cultura, un instrumento capaz de ser útil en la formación, los hábitos y las actitudes variarán. Hoy la informática tiene un importante componente generacional. Esto es natural que sea así. Los perfiles de los usuarios de las redes dan unas edades que nos muestran personas jóvenes mayoritariamente. Los usos son muy diferentes, pero pronto, conforme aumenten los recursos disponibles y se encuentre cosas más valiosas (o simplemente variadas) en las redes, se extenderán sus campos de actuación. No hace mucho más de diez años que llegaron los primeros ordenadores personales. Su efecto e implantación ha sido muy elevado. Desde el punto de vista de la cultura, entendida en sentido general, no es más que un recién llegado. Los productos multimedia apenas llevaban unos años en el mercado. El WWW es un fenómeno prácticamente del año 93 o 94. El año 1995 fue declarado el "año de Internet". Todo es demasiado reciente y es pronto para evaluar su implantación social y sus efectos, pero tenemos indicios suficientes para saber por dónde pueden discurrir los caminos. No hemos descrito el futuro; nos hemos limitado a contar el presente y a estimar los efectos que tendrá la intensificación de una serie de elementos dentro de un sistema como es el literario, central en nuestra cultura. En un campo tan cambiante como éste, con un crecimiento tan espectacular y un desarrollo acelerado de la tecnología, no es fácil hacer predicciones. Cuando pensamos el futuro, alguien ya lo está construyendo en alguna parte. Cuadro resumen:
Bibliografía:
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