Celia Peris Peris

Rosario Ferré:
La redefinición de la literatura infantil a través de
"Amalia", "El regalo" y "la muñeca menor"

“EL REGALO” O LA BÚSQUEDA DE LA
REVALORIZACIÓN DE LO CRIOLLO EN LA SOCIEDAD PUERTORRIQUEÑA.

 

La “riqueza” imaginaria de nuestra isla, claramente implícita en la segunda parte de nuestro nombre, sirvió para definir la identidad puertorriqueña durante el siglo XIX y la primera mitad del XX, la primera parte de nuestro apelativo ha servido para establecer nuestra identidad en la edad moderna. Entre el Puerto y el Rico, en otras palabras, media nada menos que la transformación de la isla, de una sociedad agraria de inmovilidad feudal, a una sociedad industrializada en la cual la identidad se encuentra íntimamente ligada al cambio, a la constante transformación. El “Puerto” ha permanecido curiosamente mudo en la obra de nuestros poetas: casi ninguno ha cantado la naturaleza de esa mitad oculta de Puerto Rico, en la que yace hoy su carácter más auténtico, así como traicionero también.
Rosario Ferré, Maldito amor.

 

 “El regalo” es uno de los cuentos que conforman lo que Ferré ha denominado su “novela corta”, Maldito amor, obra publicada en 1986 y dividida en cuatro historias: “Maldito amor”, “El regalo”, “Isolda en el espejo” y “La extraña muerte del capitancito Candelario”. Como indica Nora Erro-Peralta:

All four pieces treat different periods of Puerto Rican history: from the turn of the century and the transition from the sugar-cane aristocracy to a professional middle class in “Maldito amor”, and an imaginative creation of a futuristic Puerto Rico fragmented by the struggle for independence in “La extraña muerte del capitancito Candelario”. These stories are all tied together by a common them; the revision and appropriation of official history by the marginalized and oppressed groups of society – women, the poor and people of color (1-2).

Maldito amor, por lo tanto, contiene narraciones diferentes pero todas con el sabor a Puerto Rico y la defensa a la mujer que caracteriza la obra completa de Ferré.

Entre estos cuatro cuentos, “El regalo” centra su argumento en la relación de amistad entre Carlota y Merceditas, dos alumnas del Sagrado Corazón, un estricto colegio católico que se basa en la pureza racial de sus alumnas para la elección de las mismas, apoyando la marginación de lo criollo en su sistema educativo. Este cuento, que contiene valores fundamentales de la literatura de Ferré como la reivindicación de lo tradicional (lo criollo) frente a lo socialmente establecido como “moderno” o la búsqueda de una salida diferente en la formación de la mujer como la única manera de liberación para ésta, claramente marca una diferencia entre lo que supondría una lectura infantil y una más adulta.

“El regalo” cumple una de las premisas más importantes que caracterizan la literatura para niños/as: la enseñanza de un valor moral que vaya a, supuestamente, formar parte de la educación del lector/a infantil. La literatura infantil, generalmente, tiene un final feliz porque la lección ha sido aprendida por el o la protagonista, que no es más que el reflejo de cualquier niño o niña que lea la historia, y un nuevo valor ha sido añadido en su proceso de formación. Según N. J Girardot en su artículo “Initiation and Meaning in the Tale of Show White and the Seven Dwarfs”: “Eliade’s suggestion that the fairy tale functions as an “easy doublet” for initiatory myths and rites, consequently, reaffirms the ultimate religious significance of life and the real possibility of a ‘happy ending’” (275).

Un buen ejemplo de este tipo de mensaje en la literatura se encuentra en la obra Pinocchio, de Carlo Collodi en la que el receptor de la historia aprende que la mentira tiene un castigo y que, para formar parte del mundo de una manera socialmente “coherente” (es decir, para ser aceptado/a) no se debe esconder ni modificar la realidad. En torno a estos cuentos, además, se encuentran diferentes opiniones en cuanto a la universalidad y la supuesta objetividad educacional de los mismos. Algunos críticos opinan que se pueden y deben considerar textos globales ya que las enseñanzas que imparten van más allá de la sociedad y la época a la que pertenecen. Según Eliade:

We never find in Folk tales an accurate memory of a particular stage of culture; cultural styles and historical cycles are telescoped in them. All that remains is the structure of an exemplary behavior – that is, one that can be vitally experienced in a great number of cultural cycles and at many historical moments” (196-197)

O, como lo expresa Bettelheim en su “more pragmatic and psychotherapeutic interpretation of fairy tales” estos no son más que “paradigms or parables that teach us how to adjust to an adult reality”(Giradot 278)

Sin embargo en otras historias, como ocurre en el caso anteriormente nombrado de Pinocchio, podemos notar una fuerte incidencia de la tradición cristiana a través, por ejemplo, del pasaje en el que la ballena se traga al pequeño protagonista ya convertido en niño que perfectamente recuerda al capítulo en el que también Jonás es ingerido por este mismo animal. Los valores atribuidos a sus personajes (en este caso, a Pinocchio) o las enseñanzas que aprenden forman parte de la educación occidental en general. Así, según Harold Bloom dice cuando se refiere a las explicaciones de Ruskin sobre el tema en “Fairy Stories”(1968) en N.J. Giradot: “Fairy stories…cannot be “removed altogether from their sphere of religious faith,” since in them: “the good spirit descends gradually from an angel into a fairy, and the demon shrinks into a playful grotesque of diminutive malevolence” (278).

Otro ejemplo interesante en la literatura infantil del aprendizaje de valores a través de las historias lo encontramos en una de las obras más conocidas de los hermanos Grimm: Blancanieves y los siete enanitos en la que un comportamiento socialmente aceptable es decir, de dedicación a los demás y de valentía e incluso comprensión frente a la tiranía de otros, es recompensado con un final feliz pero ¿qué es un lo que entendemos por “final feliz” en este (y otros muchos) cuentos? Esta realización como persona de la protagonista no consiste más que en su unión, en forma de matrimonio, con un príncipe. En otras palabras: el encuentro del amor en un hombre que, socialmente, se considera el ejemplo perfecto de los valores requeridos en todo ser humano (belleza, buen status social y bondad). Aquí es donde encontramos una de las diferencias más interesantes entre el mensaje de este tipo de literatura infantil y el de Ferré. Como indica Donald Barthelme:

The psychology of Show White: What does she hope for? “Someday my prince will come.” By this Snow White means that she lives her own being as incomplete, pending the arrival of the one who will “complete” her. That is, she lives her own being as “not-with”(even though she is in some sense “with” the seven men, Bill, Kevin, Clem, Hubert, Henry, Edward and Dan). But the “not-with” is experienced as stronger, more real, at this particular instance of time, than the “being-with”. (70-71)

Este es uno de los contrastes más importantes entre las obras tradicionales de literatura infantil y la de Ferré: los personajes de la autora puertorriqueña no esperan nada ni a nadie: actúan, toman sus propias decisiones y las defienden hasta el final a pesar de que esto signifique una separación entre ellas (porque son mujeres en la mayoría de los casos) y los demás. En el caso de “El regalo”, la relación que se nos presenta no es entre un hombre y una mujer: se trata, más bien, de una relación homosocial en la que no se busca la realización personal a través del matrimonio o el encuentro del ser que perfeccione a las protagonistas incluyendo así la idea de que sólo se puede ser completada por un hombre que añada a la mujer los valores y características que su sexo le ha negado. Lo que buscan Merceditas y Carlota y de esta misma manera la mayoría de personajes femeninos que conforman la obra de Ferré es el desarrollo de la personalidad única a través de la lealtad mutua y de la división entre lo individual, aquí representado por los valores que Merceditas y Carlota, las dos protagonistas de “El regalo” simbolizan y lo colectivo representado por la disciplina que las monjas del Sagrado Corazón imponen en sus alumnas como manera de reproducir la ideología dominante que no consigue más que mantener las barreras sociales.

Blancanieves espera que se cumpla su sueño y confía en la aparición de un ser (hombre) que la complete mientras se resigna a ser sólo en su cincuenta por cien: parece que la idea que de la mujer nos dan los cuentos para niños/as tradicionales es la de un ser que necesita de alguien “superior” (el hombre) para ser con éste todo lo que puede llegar a ser. Esta idea sutilmente implantada a través de la tradición consigue que la sociedad asuma e interiorice la necesidad inminente para el sexo femenino de encontrar un hombre.

Merceditas y Carlota actúan, y su realización como personas no depende de otro ser humano (y si así fuera, hablaríamos de que son “completadas” por otra mujer, nunca por un hombre) sino de la decisión personal de cómo afrontan las relaciones humanas que se les ofrecen. Carlota Rodríguez, como Blancanieves, no pertenece a la sociedad en la que su historia se inscribe: es un ser marginal y marginable porque sus valores, las ideas que representa y, sobre todo, el pasado al que hace referencia, no concuerdan con el que se quiere mantener, exaltar y reproducir. Ambas mujeres son expulsadas del lugar en el que querían estar, del lugar al que sienten de alguna manera que pertenecen y en las dos las características físicas desempeñan un papel decisivo: Blancanieves es expulsada por ser considerada más bella que la reina y Carlota es humillada delante de todo el colegio del Sagrado Corazón por su actitud combativa y su deseo de ser reina a su manera, a la manera criolla y con la estética criolla que tanto cuesta aceptar a las monjas. Carlota tiene demasiado claramente escrita en su rostro la herencia cultural a la que pertenece y que tanto la aleja de ala “pureza” del resto de estudiantes del Sagrado Corazón:

“Seré la primera reina criolla, ¿no crees? – dijo pasándose la palma de la mano por sobre las mejillas ligeramente trigueñas-. Antes las reinas eran todas pálidas y desaguadas. Si Don Juan Ponce de León me hubiese visto, me hubiese escogido a mí. A lo españoles les gustaban morochitas.” (Ferré 91)

Ambas protagonistas sufren las consecuencias en forma de castigo por una situación que no cometieron sino que les viene de nacimiento: ambas comparten el estigma de que el simple hecho de ser (existir) las marque en sus relaciones con los demás.

Muchas interpretaciones se han dado de la historia de Blancanieves: “What is the meaning of this well known story? At the most obvious level it is a moral tale concerning the triumph of the heroine over the malevolent jealousy and pride of the evil stepmother” (Giradot 280), y en este punto, comparte la idea con la Carlota de la que Ferré nos habla: una joven cuyo empeño en ser diferente, en ser ella frente a ser lo que quieren que sea, lo que la sociedad y el tan famoso Contrato social que Jean-Jaques Rousseau escribió, esperan de la pequeña. Ambas heroínas entran en conflicto en el punto en el que la sociedad les da a elegir entre lo que deben ser para encajar, para ser aceptadas y lo que quieren ser algo como intrínseco a sus deseos individuales (Blancanieves quiere ser libre pero “pertenece” a alguien y Carlota quiere ser criolla pero es marginada por ello).

Otro de los puntos de vista que se toman para el estudio de Blancanieves y los siete enanitos tiene que ver con lo que Luthi llama proceso de maduración:

From a broader point of view […] is a story concerned with the process of human maturation, a tale that depicts some essential threatening transitional episode in personal growth and socialization. In a primitive setting this is the ritualized puberty of essential transformations in the round of social life: the passage from childhood to adulthood, natural to cultural life, asexual to sexual life. More specifically for Snow White, she makes the necessary move from the egocentric self-love of the child to the other-directed love that is required for maintaining society through its institutionalized form of marriage. (Giradot 280)

Este es uno de los puntos en los que Carlota difiere de la protagonista del cuento de los hermano Grimm: su lucha, su desarrollo personal va más allá de la consecución de un matrimonio adecuado: el final que nos ofrece Ferré no incluye la unión entre un hombre y una mujer como solución mientras que en el caso de Blancanieves, la joven pelea por mantener lo que hace de ella un ser diferente pero, simplemente, para volver al punto de origen en el que el poder establecido y con él la institución que el matrimonio representa, la acojan de nuevo en la sociedad a la que, indefectiblemente, debe pertenecer.

Carlota va más allá y mientras que por la parte de la madre superiora su expulsión representa el rechazo a los valores que la hacen diferente, desde el punto de vista de la pequeña y teniendo en cuenta la tranquilidad en el momento de la humillación que sufre la convierten en un ser maduro, la pequeña sale del colegio habiendo no sólo crecido sino sintiendo su reafirmación en lo que es y lo que cree. Es, ahora, una persona que acata y defiende hasta el último término sus decisiones mostrando una estabilidad y, más importante, una dignidad, que la deja como victoriosa frente a las monjas (o a la sociedad en general) que la rechazan. ¡Quién te has creído que eres, grifa de mierda, mulata zarrapastrosa, si no para cocinera ni para sirvienta sirves, mucho menos vas a servir para reina, empingorotada sobre tu trono como la glorificación de la chusma y de la vulgaridad!”(Ferré 118).

Y frente a esto, la única represalia que toma Carlota es la de cubrirse para no sufrir los golpes con tanta dureza y llorar la humillación sufrida:

 “Mientras hablaba, la Madre Artigas le deshacía a Carlota el uniforme encima a fuerza de pellizcos, empellones y porrazos. Carlota, quien en su pánico había olvidado poner su equipaje en el suelo, lo había soltado por fin para protegerse de la lluvia de golpes con ambas manos, y el maletín había caído abierto sobre el piso, desparramando sus pertenencias por todas partes […] La Madre Artigas dio dos pasos hacia atrás, y la fulminó con la mirada. Frente a ellas, Carlota, con la cabeza hecha un calvario y la camisa de su uniforme desgarrada de tal forma que por todas partes se le veían las carnes, lloraba en silencio como un gran animal derrumbado.”(Ferré 118-119)

En ambos casos (el de Carlota y Blancanieves) las jóvenes crecen con la historia y se desarrollan como seres individuales llegando a un mayor conocimiento de lo que son y de su relación con la sociedad y el medio en el que viven. Sin embargo, mientras que Blancanieves se adapta a lo que la sociedad espera de ella, o de cualquier joven en edad de casarse, Carlota se desliga ya definitivamente de lo que es la masa en la que está inmersa y a la que decide no pertenecer porque eso supondría un cambio en los valores que ella defiende frente a aquellos por los que la Madre Artigas como representante de lo “correctamente puertorriqueño” lucha.

Carlota sale reforzada de la situación en la que Ferré nos la representa porque su unión final no es la validada por la sociedad que dice que ha de buscarse un marido que la (re-) introduzca en el medio al que no debería pertenecer por su origen, sino que representa la defensa última de sus ideas y el apoyo fundamental de una persona que no la completa sino que la acompaña, que no la convierte en ser válido, sino que la defiende tal y como es, sin cambios ni redefiniciones de lo que es un ser humano.

A pesar de que “El regalo” puede entenderse como un cuento infantil en el que, al fin y al cabo, el lector o la lectora encuentran un reflejo y un valor moral que aprender en la historia, el personaje que nos ofrece Ferré, Carlota, es diferente a los que habitualmente encontramos en la literatura infantil porque su desarrollo personal no lleva a la joven a la inclusión en la sociedad sino a la auto-aceptación por parte de la niña de su condición criolla.

Otra de las diferencias básicas con la literatura para niños/as radica en la estructuración de la historia. Generalmente, ésta tiende a ser extremadamente sencilla e incluso previsible cuando se trata de dirigirla a un público de determinada edad: se nos presenta a los personajes, se plantea un problema que acaba siendo resuelto por el héroe (o la heroína, pero esto no es un caso muy habitual) y se llega a un final feliz que resuelve, justifica y explica todo lo anterior.

Esta estructura básica del cuento que cambia Ferré es explicada por Propp[1] quien, es sus teorías, defiende la existencia de unos pasos o puntos necesarios en todo cuento para desarrollar claramente la historia y llegar al punto final de la (re-)aceptación social. Así lo presentan Natalia Bernabeu Morón y Andy Goldstein:

  • 1. Recae sobre el protagonista una prohibición. Este transgrede la prohibición.

  • 2. El agresor recibe información sobre su víctima e intenta engañarla para apoderarse de sus bienes.

  • 3. Se divulga la noticia de una desgracia. El héroe decide actuar, para lo cual tiene que abandonar su casa.

  • 4. El héroe tiene que superar una prueba.

  • 5. El héroe es conducido por un cochero mágico a otro reino, cerca del lugar en que se halla lo que está buscando.

  • 6. El héroe y su agresor se enfrentan en un combate.

  • 7. El héroe es auxiliado en su huida y llega de incógnito a su casa.

  • 8. Un falso héroe es desenmascarado y es castigado. (Citado en Natalia Bernabeu Morón y Andy Goldstein 1)

Ferré redefine totalmente esta estructura desde el momento en el que, el inicio del cuento es, realmente el desenlace. La autora puertorriqueña comienza con el punto final de la historia: con la separación de Carlota de la sociedad a la que no se le permite pertenecer porque no encaja.

Nadie se esperaba que Merceditas Cáceres, el día que expulsaron finalmente a Carlota Rodríguez del Sagrado Corazón, colgara su banda de la manija de la puerta, dejara caer con desdén su medalla de la Congregación de los Ángeles en la urna de las limosnas, y saliera por los portales del colegio del brazo de su amiga […]. (Ferré 89)

La autora puertorriqueña comienza su cuento con las consecuencias: nos presenta a sus dos personajes principales: Carlota Rodríguez y Merceditas Cáceres, y nos narra su abandono del lugar en el que parece que han permanecido por varios años (tres años y medio de su vida que, en este periodo, representan una importante etapa de formación). En realidad, este paso pertenecería a la tercera de las etapas narradas por Propp en la que el protagonista abandona su casa, en este caso, el internado.

En cuanto a la aparición de lo mágico, ningún elemento de estas características influye directamente en el desarrollo de la historia. Sin embargo, uno de los puntos que determinan la evolución del cuento es el riñón de Colón (el mango que Carlota le regala a Merceditas) y que acaba adquiriendo un valor metafórico a través de la persecución que el mal olor de éste ejerce sobre las jóvenes. El mango, al final, descubrimos que esconde la mala conciencia, la hipocresía y el dolor que la Madre Artigas, y con ella cualquier otra Madre del internado, guarda en su intento de mantener los valores clasistas de la sociedad puertorriqueña del momento. No es, como dije anteriormente, un elemento mágico, pero su valor primero, de elemento que une la amistad de las jóvenes para castigar a una de ellas por esta relación y, segundo, de punto de venganza de la pequeña Merceditas contra la Madre Artigas, convierte a este mango podrido en un símbolo mágico de la unión y la separación entre sociedades y puntos de vista: “Aquí tiene, Madre –dijo, adelantándose a la Madre Artigas con una profunda reverencia-. Aquí tiene su Sagrado Corazón. Se lo regalo.” (Ferré 119).

Esta última frase del cuento, por lo demás, sí podría aplicarse al último de los puntos que Propp considera común a todos los cuentos: “Un falso héroe es desenmascarado y es castigado”. La Madre Artigas será descubierta para el resto del colegio por la joven Merceditas. Sin embargo, no sabe el lector o la lectora si esto conlleva, por lo tanto, el castigo del que Propp habla en su esquema de evolución del cuento. Probablemente, la lectura infantil de la historia llevará al receptor o receptora a asumir que existe una causa-efecto entre la denuncia de Merceditas y la situación que se establezca desde ese momento en adelante en el colegio. Sin embargo, desde el punto de vista adulto parece que el pesimismo no es extraño a la lectura ya que, a pesar de que queda abierto el final y se podría incluso aceptar un cambio gracias al heroísmo de estas dos jóvenes, parece que la autora puertorriqueña nos habla, realmente, de la inmovilidad de dicha sociedad y que, siendo el principio el final y desarrollándose éste como el resultado de una humillación pública, no queda mucha esperanza de que realmente haya un cambio en la actitud social de estas monjas (o de la sociedad completa) hacia la cultura criolla.

En resumen, desde la perspectiva de la literatura infantil, “El regalo” es un cuento en el que el aprendizaje de ciertos valores morales, la amistad y la lealtad, resaltan la relación entre las dos protagonistas que se convierten en espejo de la unión entre cualquier niño o niña de su edad y su(s) amigos/as. Como todo cuento, tiene heroínas en las que el receptor o la receptora pueden verse reflejados y cuyos valores sirven para aprender y pasan a formar parte de la educación del pequeño o la pequeña.

No obstante, en su intento de redefinir la escritura desde cualquier vertiente de la literatura, Ferré rescribe la estructura del cuento haciéndola un poco más compleja y, por lo tanto, acercándola más a una lectura para adultos. Desde este punto de vista, el adulto, la historia de Ferré es la defensa de lo criollo, de los valores puertorriqueños que no pertenecen ni a lo español como excelencia de lo europeo o de lo estadounidense como ejemplo de los nuevos ricos.

En Maldito amor, libro al que pertenece “El regalo”, Ferré destaca la importancia de rebelarse contra el esquema patriarcal de familia en el que el papel de la mujer queda relegado a un secundario adorno en la calle y a una maltratada sirvienta en casa. Pero, sobre todo, en “El regalo” la cuestión social en la que se centra la autora puertorriqueña, aunque no escapa del tema de la mujer, gira entorno a la marginación social que reciben los criollos:

Maldito amor se sitúa a principios de siglo y por ende los detalles del conflicto político no son los mismos de las décadas posteriores, a pesar de lo cual el agente conflictivo ya es la metrópoli norteña. El problema de base es, concretamente, la amenaza que la modernización (o sea, el capitalismo y la tecnología norteamericanos) representa para la identidad cultural de la isla y para la propiedad de la tierra por intereses nacionales. El faccionalismo que afecta a los De la Valle está arraigado en el régimen implantado por el nuevo poder colonial. (Ricardo Gutierrez Mouat 285)

Este nuevo orden colonial necesita marginar, “olvidar” lo tradicionalmente criollo que los ate y aparte del supuesto progreso que los Estados Unidos representan. Es el Puerto Rico que omite su origen porque el mejor postor al que se venden no cuenta, ni valora las tradiciones que, en realidad, son parte fundamental de la isla.

“El regalo” deja claras las diferencias de clase tan extendidas en el Puerto Rico de los blancos y los criollos y así lo deja claro en todo momento Ferré: “Los conceptos de disciplina de la Madre Artigas, sin embargo, cambiaban radicalmente al encontrarse frente a Merceditas Cáceres. Sentía un enorme afecto por esta alumna, con la cual solía ser en general indulgente y comprensiva” (Ferré 106). Mientras que la relación con Carlota de esta monja se basa en la persecución de los valores que la convierten en diferente, en Merceditas ve la perfección no sólo académica sino racial.

[…] Carlota Rodríguez se había distinguido siempre por su simpatía, aunque el color de su piel la condenaba, aún entre las nuevas, a una relativa soledad. Era la primera alumna mulata admitida en el colegio en su medio siglo de historia, y su reciente admisión había sido comentada como algo sorprendente y radical aún por las familias “nuevas”. La nueva elite pujante, cuyos apellidos se tambaleaban todavía inseguros en los registros sociales del casino del pueblo, indecisa de si asumir o no en sus cánones los preceptos de limpieza de sangre que tan arduamente habían defendido sus antecesores, prefería en los casos desgraciadamente más obvios, adoptar una actitud benévola pero distante, que estableciera un principio las prioridades de los “juntos pero no revueltos”. (Ferré 94)

En estas líneas, Ferré expone la problemática que trata a lo largo de toda la historia: la necesidad de admitir en la sociedad puertorriqueña a los criollos por razones económicas y su marginación como seres válidos que deben ser, y son, marginados, a favor de una supuesta limpieza de sangre. La autora puertorriqueña establece en esta historia una relación de inclusión basada en la necesidad en el campo de lo económico y de exclusión, por otra parte, basada en las diferencias que, supuestamente, deben existir entre los “blancos” y los criollos.

Esta preocupación de Ferré por lo criollo, por la lucha por la identidad que la autora relaciona no sólo al proceso de independencia de la mujer sino también, al de Puerto Rico, es parte importante no sólo de su literatura sino de la historia de la isla que, a diferencia del resto de países latinoamericanos, no ha conseguido todavía una autonomía total. Así lo expresa Manuel Maldonado-Denis en su artículo “Prospects for Latin American Nationalism: The Case of Puerto Rico”:

Puerto Rico is one of the few countries in the world in which colonialism lingers on in its most naked fashion, its case deserves attention in a discussion of the prospects for Latin American nationalism. Puerto Rico is a socio-historical entity that lacks international legal recognition; it is a nation that has not achieved political independence at this late stage of the twentieth century. Such colonial condition confers on our country nationalism a certain specificity within the wider context of Latin America. (36)

Puerto Rico, por lo tanto, es parte de una identidad nueva, la estadounidense, y el problema al que se enfrenta es al de la pérdida de la conciencia criolla entendiendo por tal pérdida la marginación de los valores que forman parte de ellos a favor de aquellas ideas que forma parte del nuevo colonizador, en la actualidad, Estados Unidos.

Ferré reclama la revalorización de la cultura original a través, no sólo de la que define como la primera mulata en ser admitida en el Sagrado Corazón, Carlota, sino a través también de Merceditas, una “blanca” pura que representa sin tapujos la idea del progreso y el orgullo más básico de la isla. La autora en ningún momento suaviza o “reconstruye” los matices típicamente puertorriqueños de Carlota. Muy al contrario, los ensalza y los propone al lector como un impedimento en la adaptación de ésta a la sociedad del progreso. Así, para las fiestas de las que la pequeña mulata va a ser reina pide que sólo se toque guaracha y mambo y “dispuso que los alimentos consumidos durante las celebraciones fuesen de modesta confección criolla” (Ferré 109). Pero Carlota representa la esencia mulata no sólo por las tradiciones que defiende sino por las que comparte con Merceditas como ejemplo portador de la cultura criolla, cultura a la que pertenece su amiga blanca pero que no conoce porque históricamente el deseo continuo de convertirse en algo cercano al colonizador ha relegado la cultura de la isla a un segundo plano: “Gracias a los cuentos de Carlota, Merceditas comenzó a enterarse de la historia de su pueblo” (Ferré 97).

Ferré nos propone dos modelos de isleñas, además del de Carlota: Merceditas y la Madre Artigas. Ambas representan dos maneras diferentes de enfrentarse al desarraigo, al progreso y a la separación de clases, Merceditas defiende hasta el final su amistad con Carlota como manera de preservar su propio origen del que se siente orgullosa. No renuncia a los valores tradicionales porque ella misma es parte de ellos y cuando tiene que elegir entre los méritos acumulados en los tres años y medio de colegio y el valor de lo auténtico, escoge lo segundo como lo más genuino en un enfrentamiento entre el progreso como marginalizador de la cultura criolla y la cultura “pura” que está recibiendo en el Sagrado corazón. Ferré reclama que la lucha por lo oriundo no sólo ha de ser llevada a cabo por aquellos directamente afectados, los criollos, sino desde el mismo origen del problema, desde el elemento que aliena lo autóctono por miedo o por indiferencia.

El caso de la Madre Artigas es totalmente diferente: su figura representa el desarraigo más puro, la lucha más envenenada por no ser lo que se es y convertirse en lo políticamente correcto. Ferré en todo momento deja claro que esta monja pertenece a la isla a pesar de que la política del Sagrado corazón se basa en incluir en su plantilla sólo a hermanas que no pertenezcan a Puerto Rico:

A diferencia de la mayoría de las monjas, la Madre era de origen isleño, y por su ascendencia nativa se consideraba que podía lidiar, con mayor provecho que sus compañeras, con los eternos problemas de disciplina de las niñas. […] Las compañeras de la Madre Artigas eran, por otro lado, casi todas continentales, nacidas en Valparaíso, en Cali o en Buenos Aires. En sus modales entristecidos y refinados, en el nerviosismo de sus párpados y de sus manos, se adivinaban las razones que las habían llevado a refugiarse tras los macizos muros de aquel convento, perdido en una isla del Caribe […] Encasilladas en sus recuerdos, estas monjas solían esquivar toda ocasión desagradable que las llevara a enfrentarse a la realidad específica en la que vivían, a un pueblo y a unos habitantes cuyas idiosincrasias y costumbres les resultaban tediosas e incomprensibles. (Ferré 103)

La Madre Artigas tiene el honor de ser la única isleña encargada de la educación de las jóvenes del Sagrado corazón, sin embargo, su odio a todo lo criollo, a todo lo que no represente los valores en alza de la nueva cultura colonizada puertorriqueña la convierten en una extranjera más. A través de las líneas anteriores, Ferré nos muestra cómo el problema viene de dentro ya que ésta es una de las más estrictas en la educación “puramente” puertorriqueña e incluso esta condición de nativa la convierte en el “arma” perfecta para reprimir y controlar a las jóvenes que asisten al internado.

Esta mezcla de personajes llevan al lector del cuento de Ferré a un acercamiento más claro a la cultura de la isla como mosaico de influencias que la convierten en lo que es hoy en día. Las continuas oleadas de inmigrantes que llegan a la isla y el sin parar de puertorriqueños que la abandonan, como dice la autora puertorriqueña, creyendo que van a poder volver, viene definido a través de la mezcla de personalidades e influencias de los protagonistas de “El regalo”: desde la Madre Artigas que renuncia a su lado isleña, pasando por Carlota Rodríguez, mulata ejemplo de lo autóctono y a las otras monjas del Sagrado corazón que van a la isla a trabajar pero desconectándose totalmente de lo que vivir en Puerto Rico significa, todas ellas son un poco del lugar, lo definen y modifican haciendo de su sociedad una estructura compleja. Así lo define en su introducción a Maldito amor Rosario Ferré:

Las inmigraciones recientes refuerzan una característica ya insinuada en la personalidad puertorriqueña en siglos anteriores: su fragmentación, su incapacidad para definirse como una entidad política y social coherente. Las inmigraciones de corsos, mallorquines, canarios, andaluces, extremeños, etc., por una parte y de habitantes de África, por otra parte, que tuvieron lugar en el pasado, crearon una sociedad fragmentada en castas, que incluso habitaron durante el siglo XVII distintas regiones geográficas: la altura fue poblada por el jíbaro, descendiente de los españoles, y la bajura por el negro, que se importó para llevar a cabo en la isla las arduas labores de la caña. Esta fragmentación social significaba también una fragmentación cultural profunda, que sólo comenzó a soldarse en el siglo XVIII al surgir una clase social intermedia, la del mulataje. Fue en este sector social donde se fundaron por primera vez los valores culturales puertorriqueños, que comenzaron a definirse en el siglo XIX. (13)

Es el mulataje el que reclama en “El regalo” Rosario Ferré como punto auténtico de partida para la conformación nacional de lo que ser puertorriqueño/a significa. No renuncia la autora a ninguna de las influencias que la isla ha recibido a lo largo de su historia porque, al fin y al cabo, esto es lo que ha hecho de ellos lo que son. Pero denuncia sin tapujos el ignorar esta parte de la historia, la memoria selectiva que decide qué partes de la cultura isleña son necesarias y cuáles no para conseguir el tan ansiado progreso.

Sin olvidarse del tema de la mujer, Ferré resume la sociedad puertorriqueña en un colegio sólo destinado y dirigido por mujeres: es una microsociedad homosocial en la que se encuentran todos los valores, faltas y necesidades que algo superior: la isla como nación. Se sirve, por lo tanto, del género femenino para tratar problemas universales y no hace una defensa a ultranza y sin medida de los valores de la mujer frente a los del hombre, sino que recuerda que el papel social de ésta es tan determinante como el de aquél. El hombre como personaje desaparece prácticamente totalmente en “El regalo” y todo el peso de representar a la sociedad recae en la mujer. Sólo en una ocasión, Ferré nombra al padre de Carlota como manera de introducir al lector en el mundo del que ésta es originaria y cómo, a pesar de su ascendencia mulata, es aceptada en el Sagrado corazón: es el soporte de su hija, el que consigue que la admitan, gracias a su dinero acumulado como pequeño comerciante, en la institución y el único que, desde el exterior, apoyará la relación de su hija con Merceditas: “Para Don Agapito, la amistad de su hija nada menos que con Merceditas Cáceres era sin duda una bendición del cielo”(Ferré 95).

En conclusión, “El regalo” basa su denuncia social en la búsqueda de los orígenes frente a la tendencia de la sociedad puertorriqueña de infravalorar estas raíces. Como en la mayoría de sus obras, las protagonistas que utiliza Rosario Ferré son mujeres que claramente ejemplifican el dolor en el proceso de autoliberación de la misma manera que la isla sufre en su constante intento de olvidar lo que es para ser lo que el nuevo colonizador espera. Carlota y Merceditas no representan dos caras de la misma persona. Más allá de esto, son el símbolo de dos de los muchos matices que conforman no sólo el Puerto Rico de la posguerra sino el Puerto Rico actual.

Una vez más, un espacio reducido (el internado del Sagrado Corazón) representa un microcosmos de la sociedad a la que su historia hace referencia y en él se incluyen clases sociales diferentes, personas con valores y orígenes variados pero, sobre todo, se incluye a la mujer como eje de la acción, como motor de cambios pero también como mecanismo de retención en el pasado. Ferré no condena únicamente al hombre en este intento de “olvidar” las raíces criollas: su crítica va más allá buscando culpables en las propias mujeres convertidas, con demasiada frecuencia, en las primeras opresoras de la propia cultura, de la propia mujer.

Merceditas defiende lo criollo porque, más allá de eso, defiendo al ser humano. Mientras tanto, la Madre Artigas ataca a Carlota Rodríguez como ataque y repudia personal a lo que ella misma es: la mezcla, la fragmentación que el Puerto Rico en el que ha nacido y se ha criado supone. La Madre Artigas no renuncia únicamente a Carlota, no sólo la maltrata, humilla e insulta a la niña con rasgos criollos: cuando hace esto, está renunciando, desafiando, su propio pasado e intentando sobreponerse a la vergüenza que le da descubrir su historia en la de la niña.

Ferré nos habla, en una lectura infantil, de la maravillosa amistad de dos pequeñas diferentes que, a pesar de los rasgos que las alejan, han conseguido llegar a un entendimiento personal que las une más allá de la discriminación que Carlota sufre. Desde la perspectiva adulta, “El regalo” es la historia de la represión, desde el mismo interior, de los valores autóctonos y la denuncia de la autora puertorriqueña de la inminente necesidad de reconocerse en el otro porque, al fin y al cabo, es parte de uno mismo.


Nota

[1] Vladimir Propp, perteneciente a la escuela del formalismo ruso, en 1928 publica su obra más conocida Morfología del cuento, en la que muestra los pasos que todos los mitos, fábulas y cuentos folklóricos del pueblo ruso incluyen en su desarrollo.

 

© Celia Peris Peris. Rosario Ferré: La redefinición de la literatura infantil a través de “Amalia”, “El regalo” y “La muñeca menor”. Tesis de Maestría, Universidad de Georgia, 2004. Edición revisada, aumentada y autorizada por la autora para Proyecto Ensayo Hispánico, 2006. Edición digital preparad por José Luis Gómez-Martínez. Se publica únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines deberá obtener los permisos correspondientes

 

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