María Zambrano y Alfonso Reyes
Correspondencia

 

Río Piedras. Puerto Rico, 17 de febrero de 1942

 

Sr. Don Alfonso Reyes.

Mi admirado y buen amigo: tan sólo hará unas tres semanas que llegué a esta, aunque el periodo “angustioso” en que Ud. me dejó pasó enseguida; se arreglaron los papeles y sólo quedo pendiente el sitio en el avión; llegaron también mis amigas, Lydia Cabrera a cuya casa fui a vivir y eso fue la compensación de todo o de mucho a los menos. Mis días en La Habana discurrieron apacibles y tuve una cura o tratamiento de risa y sonrisa que es tan bueno siempre.

Quería enviarle desde aquí un saludo muy cariñoso y decirle una vez más cómo le agradezco aquellas sonrisas que usted hizo brotar en el turbio ambiente del Congreso, que no es otro que el del mundo en esta negra hora. Le nombraría a usted médico y con su medicina de piedad e ironía las cosas irían mucho mejor. Pero...

Le pido a usted un favor: Castro Leal me indicó que enviara una colaboración mía a la Revista Mexicana de Literatura. Muy gustosa lo hago y como no tengo actualmente la dirección, me permito enviar dicho original a nombre de Ud., al Colegio de México, para que haga la merced de hacérselo llegar. Mil gracias.

Mi marido le envía sus saludos muy cordiales y usted ya sabe donde me tiene para lo que pueda servirle.

Con todo afecto y amistad[1]

María Zambrano

Universidad. Río Piedras. Puerto Rico.

Nota

[1] Las siguientes líneas se encuentran manuscritas

 

© José Luis Gómez-Martínez
Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.

 

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