Teoría, Crítica e Historia

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La abolición de la esclavitud
y el mundo hispano


El negrero

Bajo el término “negrero”, los diccionarios suelen incluir dos acepciones, una mecánica, que alude a una profesión, (“persona dedicada a la trata de negros”), y la otra, que se clasifica como sentido figurado, que se refiere a la condición moral (“persona de condición dura, cruel para sus subordinados”). Por lo general, con el término “negrero” o “tráfico negrero” se hace referencia a las personas que ejecutaban el trabajo directo, diario, a las personas en contacto con los esclavos, mientras que los reyes, los gobernadores, la iglesia, los legisladores, que regulaban, ajustaban y otorgaban los contratos, no parecen ser incluidos en un “tráfico negrero” del cual ellos eran eslabón fundamental. El hecho de que el africano, una vez capturado, se convirtiera en mercancía a transportar, a vender y luego ser usada, precisa de una contextualización gráfica que nos permita hoy día visualizar parte de lo que ello implicaba. Las viñetas de la vida de los esclavos que muestran las siguientes fotografías, buscan esta aproximación (si hace clic en las fotografías podrá ver de forma ampliada su contenido).

Las seis viñetas que forman la fotografía de la izquierda representan gráficamente diversas facetas de la esclavitud y todas ella exhiben al ser humano como mercancía. Debemos, sin embargo, ir más allá de la imagen del negrero como responsable. Ciertamente que lo era y ciertamente que destaca por su inmediatez, pero la esclavitud fue un fenómeno social y la responsabilidad por su mantenimiento recae principalmente en los líderes sociales y políticos del momento, y en la falta de toma de conciencia de la población en general. Este es un concepto que necesitamos contextualizar para poder comprender el discurso de Castelar y, en proyección a nuestros días, para poder adquirir la perspectiva necesaria para alcanzar a vislumbrar los esquemas de opresión (nuevas formas de esclavitud) en los que participamos, consciente o inconscientemente, en nuestro mundo actual. Las seis viñetas de la fotografía representan gráficamente artículos comunes en los reglamentos de esclavos. Desde el primero en hacerlo (Code noir, 1685) hasta el último reglamento de los negros en Cuba, 1842. Aquí dos ejemplos: Sobre el trabajo (artículo 12): “En los ingenios durante la zafra o recolección serán diez y seis las horas de trabajo, repartidas de manera que se les proporcionen dos de descanso durante el día, y seis en la noche, para dormir.” Sobre el castigo (artículo 41): “Los esclavos están obligados a obedecer y respetar como a padres de familia a sus dueños, mayordomos, mayorales y demás superiores, y a desempeñar las tareas y trabajos que se le señalasen, y el que faltare a alguna de estas obligaciones podrá, y deberá, ser castigado correccionalmente por el que haga de jefe en la finca, según la calidad del defecto, o exceso, con prisión, grillete, cadena, maza o cepo, donde se le pondrá por los pies, y nunca de cabeza, o con azotes que no podrán pasar del número de veinte y cinco."
  
La trata de esclavos se remonta a los tiempos más antiguos y África ya era durante la Edad Media europea uno de los centros de trata de esclavos. En el siglo XV los portugueses inician un proceso sistemático de exploración de las costas africanas a la vez que van instalando centros de comercio. Junto a otros productos, la demanda de esclavos en Europa dio lugar al lucrativo comercio del esclavo. Thomas nos relata como en 1450 el aventurero veneciano Alvise Ca’da Mosto narra “que había recibido diez o quince esclavos en Guinea a cambio de un caballo” (59). Para mediados de la década ya se había establecido un mercado; “en la opinión de Ca’da Mosto, en ese decenio se exportaban mil esclavos anuales a Europa” (59). 
  

 

El origen geográfico de los esclavos negros destinados a América es muy variado y cubre la costa occidental africana y la costa de Mozambique en la oriental. Dada la influencia musulmana en el norte africano, ya en el siglo XVI la corona española prohibió el traslado a América de esclavos de zonas al norte del río Senegal. Los portugueses trajeron sus esclavos principalmente de las regiones del Congo, Angola y Mozambique. Los ingleses se concentraron el la zona de la alta Guinea. En realidad muchos de los esclavos capturados en otras regiones se vendieron en las desembocaduras de los ríos Níger y Congo: “La costa de los esclavos, que quedaba al este del río Volta frente a la bahía de Benín, era la zona en donde el tráfico llegó a ser más intenso, y en donde los reyes nativos no permitieron que los europeos contruyesen ni fuertes ni asentamientos de guarnición” (Martínez 43). Las crueldades de la esclavitud que se inician en el fragor de la captura, proyectan ya su sombra siniestra durante la marcha hacia los puertos de embarque. Los débiles o enfermos eran abandonados.
  

El número tan elevado de esclavos se pudo mantener mediante el aislamiento en que se les retenía (Artículo 19: "Los esclavos de una finca no podrán visitar a los de otra sin el consentimiento expreso de los amos o mayordomos de ambas; y cuando tengan que ir a finca ajena o salir de la suya llevarán licencia escrita de su propio dueño o mayordomo, con las señas del esclavo, fecha del día, mes y año, expresión del punto a que se dirijan y término porque se les ha concedido"), y un sistema de castigos destinados a neutralizar cualquier intento de rebeldía. El artículo 41 de anteriormente citado “Reglamento de los negros en Cuba”, de 1842, señala al propósito: “Los esclavos están obligados a obedecer y respetar como a padres de familia a sus dueños, mayordomos, mayorales y demás superiores, y a desempeñar las tareas y trabajos que se le señalasen, y el que faltare a alguna de estas obligaciones podrá, y deberá, ser castigado correccionalmente por el que haga de jefe en la finca, según la calidad del defecto, o exceso, con prisión, grillete, cadena, maza o cepo, donde se le pondrá por los pies, y nunca de cabeza, o con azotes que no podrán pasar del número de veinte y cinco” (el énfasis mío). Las leyes de protección parecían en realidad motivadas por el deseo de defender el derecho a la propiedad. Así por ejemplo el capítulo once, “De los que injurian a los esclavos”, de la Real Cédula de 1789 sobre la educación, trato y ocupaciones de los esclavos: “Como sólo los dueños y mayordomos pueden castigar correccionalmente a los esclavos con la moderación que queda prevenida, cualquiera otra persona que no sea su dueño o mayordomo no les podrá injuriar, castigar, herir, ni matar, sin incurrir en las penas establecidas por las leyes” (Lucena)
  

La opresión y deshumanización del cautiverio, de la trata y después del estado de esclavitud, produjo desde los primeros tiempos intentos de rebeldía y el cimarronaje (huida de los ingenios o haciendas). Aunque más frecuentes y pronunciados en los enclaves esclavistas continentales de Veracruz, Panamá y Cartagena, el cimarronaje se dio también con intensidad en las islas del caribe. Su inicio coincide con la llegada de los esclavos. Ya en 1522 se registra un levantamiento de los esclavos en la hacienda del virrey Diego Colón en Santo Domingo. Las posibilidades de huida, como muestran las viñetas a la izquierda eran difíciles y los castigos severos. La historia del cimarronaje americano ha sido ignorada por la “historia oficial”, por lo que está todavía por escribir. Sólo en unas pocas instancias, los levantamientos en 1749 en la provincia de Caracas y, por supuesto, el grito de libertad en Haití el 22 de agosto de 1791, se recogen, sin concederles la resonancia que tuvieron. Es significativo que todavía hoy día se celebra en algunas localidades la tradición del cimarronaje, como sucede en Nigua, República Dominicana, con el Festival del Cimarronaje.
 
Como señalamos en la cronología, el siglo XIX se plantea cada vez con más fuerza la abolición de la esclavitud. Primero se prohíbe el tráfico de esclavos. Luego los grupos abolicionistas trabajan con tenacidad presionando al gobierno español. Pero los dos sucesos más significativos fueron la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos en 1863 y la Guerra de los Diez Años en Cuba (1868-1878). En la Constitución de Guáimaro (1869) se señala sin reservas, en el artículo 24, que “todos los habitantes de la República son enteramente libres”. Estos sucesos anunciaban el fin de la esclavitud, y tal situación se refleja en dibujos de la época mostrando la “devaluación” de los esclavos.

     

Referencias bibliográficas

  • Lucena Salmoral, Manuel. Los Códigos Negros de la América. Madrid: Universidad de Alcalá, 1996.

  • Martínez Montiel, Luz María. Negros en América. Madrid: Mapfre, 1992.

  • Thomas, Hugh. La trata de esclavos. Historia del tráfico de seres humanos de 1440 a 1870. Barcelona: Planeta, 1998.

 

© José Luis Gómez-Martínez
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